Fraguas de Infortunio

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Siempre lo odié, al resentimiento, verdaderamente lo odié, porque formaban las cadenas que por más que intentara desatar, la distancia que lograba con ellas era nula, y tras cada mal empeñado intento lo único que logré con el pasar de los años fue sentir cómo cada vez se apegaban más a mi alma.

Era un rasgo de mí que no podía controlar, del cual, no podía escapar; odiaba casi todo con lo que me topaba, incluso aquellos escasos entes que estaban para apoyarme...

Los traté como si de la escoria misma se tratasen y aun así, ahí estaban, por ello, por las memorias de los caídos, y por la integridad de los que aun viven en ésta maldecida vida, lucharé no por venganza, sino, para romper de una buena vez con...

...El desdichado círculo sobre el que caminamos.

—"Extraña sucesión de explosiones en la región baja de la ciudad, la central ocupante de la zona se ha encargado de recoger los cuerpos"... ¡Pero qué chafa! —Raudo como el enérgico e impetuoso brillo de una explosión estampó con furia el periódico contra la recién tratada madera de su escritorio, y desbordando irritación en su alterada respiración lo alzó de nueva cuenta y volvió a arremeter con el ahora deformado papel en su manos—, ¿¡Cómo puede ser que algo así sucediera y esté fuera de nuestra jurisdicción!?

— ¿Se puede saber a qué viene tanto escándalo Wells? —Portando un gesto despectivo atravesó sin apuros el portal de la oficina, portando en mano un bazo desprendiendo el mesurado baile del vapor, escapándose e inundando el reducido espacio con el vigorizante aroma del café—, estás más alterada de lo normal.

— ¿No lo notas? —Interrogó sin mermar ni un poco su tonalidad de voz, exclamando la pregunta en vez de esbozarla con la acostumbrada tranquilidad, que hasta el momento, normalmente portaba.

Aguardó unos segundos de espera para permitir que su compañero tomara asiento en la cara opuesta del escritorio, y observando cómo éste apartaba la silla restando importancia a su conflicto interno, no pudo evitar que un ápice de desesperación creciera desmesuradamente, más aun cuando éste, ignorándola por completo procedía a tomar su café con la mirada fija en el amplio ventanal a su derecha—, Yin... ¿Me estás escuchando?

— ¿Eh? —Aun despectivo al tema de su preocupación no mostraba ni una mera presencia de interés en su voz, y aun menos, en su serio semblante; prevalecía igual, no había cambiado en nada desde el día en el que lo asignaron como su compañero de turno, de oficina y aún más, de patrullaje, algo a lo que pese al extenso tiempo redactando documentos en "Informes" realmente no se había acostumbrado por completo.

Suspiró, y mirándolo con seriedad buscó avivar algo de consideración por parte del contrario —Llevamos dos meses trabajando en la fuerza y no ha habido algún indicio de los causantes de tantos escándalos... ni siquiera hemos podido dar con el asesino de Samanta Klein, ¿No se te hace algo raro?

—Sí, un poco... —Contestó indiferente ante la ascendente voz de la pelinegra, limitándose a dar un largo sorbo al café, perdido en aquel amplio paisaje de la ciudad, iluminada, despejada de toda sombra, como si la maldad de la que habían sido testigos en los gajes de su oficio se tratase de una simple patraña, un espejismo, una mentira que nadie podría creer salir... de aquel claro y cálido paraje bendecido por el incandescente manto del celaje solar en pleno acto de despedida. «Tan luminoso, tan pacífico... y aún así, es el hogar de aquel monstruo»

—...Hemos dedicado día y noche por éste caso y... ¿¡Yin me estás escuchando!?

— ¿Seguías hablando? —Sin pena que valiera en el suelto manifestar de su voz dejó al descubierto su irreverente desinterés por las palabras de su propia compañera, provocando inmediatamente que ésta soltara un brusco bufido enclaustrando en el... airado desconcierto de una implícita y vulgar palabra; suspiró tratando de ignorar lo que ella inútilmente había intentado disfrazar, y dispuesto a tomarla en consideración acomodó la silla en orientación al escritorio, pasando a observarla de frente—. Y bien, ¿Decías?

Corazón de Hielo (Foxangle) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora