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Hoseok mantenía su espacio entre las camionetas y él, no quería ser descubierto, tenía que encontrar donde se escondían esas sabandijas.

Los minutos pasaron y poco a poco, las luces de aquí lugar se hacían más brillantes.

Santa mierda...— susurro el de cabellera rojiza mientras veía la gran mansión que ahí se alojaba.

Ahora entendía porqué nadie se acercaba.

Era parte el territorio de uno de los más grandes mafiosos de Corea del Sur, si no es que el más grande, tenía poder en todo, inclusive en la política, una de las razones por la cual no ha sido "encontrado".

[...]

Por su parte, JiMin fue sacado antes que ninguno del auto, su delicado cabello rosa era jalado con brusquedad mientras las quejas de SeokJin y Jungkook no paraban de sonar.

¡Quita tus asquerosas manos de JiMin, tu pedazo de mierda!— exclamó el mayor al momento que pataleaba a quien lo tenía en brazos, en un vago intento de salvar a su amigo.
¡JiMin!— fue lo último que dijo antes de ser fuertemente golpeado en su cabeza, por consecuencia, su cuerpo cayó al suelo inconsiente.

¡S-SeokJin!— solo observó cómo los llevaban fuera de su vista, las grandes puertas de madera gruesa y dura se cerraron, dejándolo a merced de sus secuestradores.

El lugar era lujoso, gran parte de esta era cubierta por una alfombra roja con términos dorados en ella, así como también un hermoso candelabro iluminando el lugar, de no ser porque tenía miedo, hubiera admirado mejor el lugar.

Fue guiado por varios pasillos, cuanto más lejos se movía, más deteriorado se hacía, pero, al llegar a su destino, todo cambio.

Varias celdas de cristal eran vistas, así como también, una luz incandescente de color blanco, poco a poco, sus ojos se fueron adaptando al cambio tan repentino de ambiente, deseó no haberlo hecho.

En esos pequeños cuartos, varios chicos de, casi, su edad se alojaban, cada uno con severos problemas de desnutrición.

Fue lanzado en una de ellas para después, ser encerrado.

El lugar quedó en un silencio rotundo, los guardias salieron de ahí a informar a su jefe.

Se hizo ovillo en una de las esquinas y comenzó a tratar de calmar su respiración.
Hey...— escuchó a un lado de su celda, para después sentir pequeños golpes en la pared que los separaba.

N-no te preocupes, solo no los hagas enojar y todo estará bien...—JiMin escuchó aquella voz como un tranquilizante, se sentía mejor, pero no era suficiente.

S-soy Baekhyun por cierto...— calmo sus lágrimas y con una voz rota, respondió.
—S-soy JiMin...—

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