|Capítulo 9|

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Era un lindo dia para estar en la plaza corriendo, la risa de los niños siempre me encanto, ver como se reían de como jugaban, ser un niño es eso, estar sin preocupaciones, riendo sin problemas, dándose porrazos sin importar. Cuando eres niño no te importa que es lo que va a pasar después, sin importar el qué dirán, que opinaran, eso es algo que con el tiempo se va haciendo un problema, mientras mas grande mas te vas fijando en lo que dicen los demás, vemos la cosas de otra manera, enfrentamos los problemas, ojala todos saquemos el niño que tenemos dentro, la gente se tendria que fijar menos en lo que opina el otro y más en disfrutar de una tarde, así todo podría ser mejor, incluso para los niños que vienen a este mundo, pero no saben lo que les espera. Si eres un niño y estás triste, algo estas haciendo mal, o algo estan haciendo mal.

Me fije en una niña que estaba con un grupo de chicos jugando a la pelota, todos se pasaban la pelota menos a ella, la nena estaba en una esquina esperando a que se la pasen.

Veo como se acerca a la madre haciendo puchero reclamando porque no se la pasan, la mujer mira a los niños pero sabe que no puede decirles nada, es su juego y no se quiere meter, incluso puedo imaginarme su diálogo, la madre ofreciéndole jugar con otra cosa, incluso con una muñeca pero la niña negándose y volviendo a jugar con los nenes, la pelota se les va rodando y termina cerca mio, paro de correr para dársela a la nena que viene acercándose como loca aprovechando su oportunidad.

Me inclino a su altura para que solo ella me escuche.

—Si queres la pelota ve por ella— le aconseje mientras se la entregaba.

La niña me mira con los ojos marrones bien grandes pero asiente.

—Gracias— me dijo con su voz fina para después irse corriendo con lo niños, se iba a llevar unos porrazos por lo que le dije pero era mejor eso a que aburrirse esperando que te pasen una pelota que nunca iban a darte.

Vine a correr para aumentar la resistencia en mis pulmones y mantenerme en forma, incluso correr ayuda a bajar la frustración y despejar la mente. Hasta que decidí que ya era hora de irse, la mayoría de los niños ya se habían ido.

Iba caminado bajo la sombra de los árboles cuando un hombre se pone delante mio.

—Hola linda ¿Te acordas de mi?— Terry, conocía esa voz, di un paso atrás para poder verlo, tenia una remera negra y pantalones negros rasgados, su cuello era lo único tatuado con lo que parecía ser un laberinto o algo por el estilo.

—Un momento, yo se quien eres— Dijo otro, Archie, el mismo idiota que le había pegado por pasarse, mal momento para encontrarme con estos hombres en la calle.

—Hola a ti tambien— le dije con sonrisa falsa— permiso —Me hice a un lado para pasar pero Terry no me dio paso.

—Espera no te vayas, quédate un rato, tenemos mucho de qué hablar— Fruncí el ceño, no tenía nada que hablar con ellos.

Negué con la cabeza y camine para llegar a mi auto pero otro hombre se puso en mi camino, no sabía el nombre de este pero lo conocía, era el mismo que estaba en el gimnasio la primera vez que conocí a Terry.

—No tengo nada que hablar contigo— Traté de no mostrar miedo pero ya había tres hombres rodeandome.

—Si que tenes, cuéntanos de Kylian— Me dijo Terry, ¿Cómo iba a saber algo yo de él? quería reírme, Kylian era una tumba, nunca podías sacarle ni un poco de informacion, pensar en eso me puso mal, el ya sabia algo mío y yo nada, nunca sabía nada de él.

—Por lo que sabemos están saliendo— dijo Archie cruzándose de brazos, lo estaban controlando por el trato que tenían ellos, nunca supe de qué se trataba, supongo que después le preguntare, una risita sonó en mi cabeza por pensar eso, sea lo que sea parecía importante.

Secretos peligrososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora