24. Del episodio 1 - La primera mirada

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La noche antes...

Dicen que una primera mirada es suficiente
para dos corazones predestinados.

El fuego se agota, la llama surge
y el fuego queda en rescoldos antes de reavivarse.

Del diario de Şule Cener.

-¿Qué has apuntado en tu diario, niña? -dijo una de las imágenes reflejadas en el monitor.
-Nada, una chorrada (como tantas otras que se me ocurren últimamente).
-¿De qué estábamos hablando? -preguntó Derya.
-Aquí la niña. Que últimamente anda dando tumbos por la vida. Llega a la agencia la primera, antes incluso que su madre. Sale a correr aún de noche y ni siquiera espera ni siquiera a su madre para ir juntas al trabajo. Se ducha a toda prisa, se pone lo primero que pilla y al coche.
-¿En serio, Şule? -dijo Derya- Ahora que me fijo... -Derya miró desde su pantalla en Irlanda a las otras dos imágenes que tenía en pantalla y se fijó en la chica de pelo negro y ojos imposibles. Lleva razón aquí la rara. Perdona, es con todo el cariño, no te ofendas.
-No, si no me ofendes. Soy rara -confirmó más que habló la otra imagen. La muchacha llevaba su pelo  color chocolate con leche con vetas doradas, con mechas californianas de color morado. Morado, morado.
-¿Dónde se ha quedado la chica presumida y estilosa? -preguntó Derya-. Cada vez que hablamos por skype vas más desastrada. Por cierto, no se lo digáis a mis padres. Ya tengo la maleta hecha. Llego a Estambul mañana. Según el billete a las 17:35 horas.
La chica cuya imagen tenía a la derecha del monitor aplaudió, Şule empezó a llorar.
-¡No llores, tonta! Pronto podremos hacer una noche de chicas de verdad. Espero que mi hermana Yildiz se nos una.
-Yildiz está embarazada. Dudo que aguante la noche entera despierta.
Al hablar, la chica del pelo morado se dio cuenta de lo que había dicho. Las dos imágenes que se reflejaban en la pantalla de su monitor la miraron boquiabiertas. Derya fue la primera en reaccionar.
-Ni siquiera voy a preguntarte cómo sabes eso. ¡Voy a ser tía! ¡Ay, Dios mío! ¡Voy a ser tía! ¿Lo saben ya mis padres?
-Aún dudo que lo sepa tu propia hermana. De Murat... olvídate. No he visto hombre menos observador que tu cuñado en lo que a estos asuntos se refiere. Aún recuerdo el día que su hermana se puso de parto y preguntó que cuándo se había quedado embarazada y eso que la barriga de ella casi cegaba a todo el mundo.
-Şule, ¿qué te pasa? -preguntó Derya.
-Nada, en serio, no pasa nada -contestó la aludida.
-Le pasa que necesita una noche de juerga -contestó la tercera-. Vístete ahora mismo, paso a recogerte en quince minutos. Nos vamos a Lucca.
Al decir esto, la joven que había hecho la propuesta, sintió cierta desazón en el pecho y los vellos de los brazos se le erizaron y, pese a que tendría que haber reconocido las señales, no le dio importancia.
-Vístete -repitió- te recojo.
-Bueno, pues está visto que me quedo sola. Revisaré mis billetes de avión. Mi vuelo a Londres sale a las seis de la mañana. Hago transbordo en Heathrow y en pocas horas estaré con vosotras. No sabéis las ganas que tengo de abrazaros. Echo de menos a todo el mundo.
-Pero seguro que no vienes para quedarte -dijo Şule.
-No, no creo. Pero ya sabéis... conmigo nunca se puede asegurar nada.
Derya guiñó un ojo a la cámara, se despidió y cortó la comunicación. Miró a su alrededor y se dijo que pronto estaría de vuelta.

Mientras tanto, en Estambul...

-¿Ha cortado la comunicación? -preguntó Şule.
-Lo ha hecho -le respondió la otra chica- Prepárate. Paso a buscarte.
-Lo cierto es que no tengo ganas de salir. Me encuentro cansada, como sin fuerzas, ¿tendré anemia?
-Lo que tienes es falta de una buena juerga. ¡Vístete! -y la chica también cortó la comunicación dejando en el monitor de Şule el símbolo de skype sobre el fondo azul.
-¡Pero bueno! ¡Serán idiotas! ¡Me han colgada ambas!
Şule se obligó a levantarse de la silla y, al hacerlo, un leve cosquilleo la recorrió desde el estómago hacia el corazón. La sacudida que sintió fue muy leve pero se apoyó sobre la silla y comenzó a toser. Cuando el ataque de tos terminó se dirigió hacia el armario y comenzó a rebuscar en él.
Se vistió. Una camisa color cruda que dejaba un hombro al aire y una falda de cuero de tubo de color rojo. Se maquilló levemente y se calzó unos botines de tacón de aguja. Se cepilló el cabello negro y onduló levemente las puntas con las planchas del pelo. Se estaba dando brillo en los labios cuando se escuchó el claxon del coche de Özge.
Şule cogió su bolso y salió de su habitación.
-Papá, mamá -gritó hacia la puerta cerrada del dormitorio de sus padres-. Ha venido Özge a recogerme. Vamos a salir. Espero no volver tarde.
Bulut saltó de la cama dejando a Deren desmadejada sobre ella y corrió hacia la puerta. Abrió a toda prisa y vio a su hija en el pasillo.
-¿A dónde vas a estas horas? Son casi las once de la noche.
-Voy a salir un rato con Özge. No te preocupes por mí. Volveremos temprano. Sólo vamos a tomarnos algo a Lucca.
Şule se acercó a su padre, le acarició una mejilla con la mano y le dio un beso sobre el ojo amoratado.
-¿Tío Can de nuevo? -sonrió mientras lo decía.
-¿Quién si no? Tiene puños de acero.
-No sé cómo, con la edad que tenéis, aún seguís haciendo el ganso. En serio, papá. Háztelo mirar. De paso dile a tío Can que tendría que acudir al mismo psicólogo. Estáis majaras.
Bulut sólo sonrió. Şule le correspondió a la sonrisa y se marchó por el pasillo. Bulut cerró la puerta con el pie y se giró hacia su mujer.
-¿Por dónde íbamos?

RECUERDOS (¿Spin-off? de Erkenci Kus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora