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La estancia 7
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-tienes cara de estar enamorado...-

La voz cantarina de Sharon le hizo girar el rostro hacia ella con curiosidad y enseguida sonrojarse un poco ante la sonrisa sabionda en los labios de ella.

-No... realmente no se de que hablas.-

-claro que lo sabes! Llevas dos semanas con esa sonrisa y a veces... a veces llegas más contento...-

Steve dejó escapar una risa realmente divertida y también algo avergonzada pues ya se podía
hacer una idea de lo que se imaginaba Sharon.

-si, a veces llegó más contento, porque a veces las cosas me salen bien... pero no es porque este enamorado... ni tampoco ninguna de las cosas que estás pensando!-

Sharon recibió un suave y afelpado golpe de parte de Steve, estaban doblando las cobijas que usaban para la siesta en la estancia.

-me vas a decir que las flores que llegaron el otro día no significaban nada...-

Por un par de segundos Steve se quedó boqueando como pez fuera del agua al recordar las flores. Tony le había enviado un bonito ramo de girasoles un día después de que el rubio pudiese volver al trabajo.

Había pasado en total 5 días sin poder ir a trabajar gracias al resfriado y a las políticas de la estancia. Cinco días en los que había pasado las tardes en la compañía de Tony, quien se había dedicado a llevarle algunas de sus comidas favoritas para compartirlas con el rubio.

-esas flores fueron más bien parte de una disculpa o un agradecimiento...-

Susurro bajito con las mejillas rosadas.

-¿una disculpa? -

-si, el día de acción de gracias me tuve que quedar muchas más horas de lo esperado pues uno de los empleados dejó a su pequeño acá...-

Era una mentira... las flores en realidad no eran una disculpa por eso... pero no podía decirle que había salido con uno de los trabajadores pues se suponía que ese tipo de relaciones no estaban permitidas en la empresa.

-vaya, no sabía eso... ¿fue por eso que te enfermaste?¿porque saliste más tarde?-

El ceño de ella se frunció pues ahora todo tenía sentido.

-si, supongo que si... ese día pensé que iba a salir temprano y no traje abrigo.-

Mintió de nuevo para darle algo de sentido a su mentira anterior.

-¡Entonces no debió enviar flores, debió enviar un cheque con el pago de todos los días que perdiste por su culpa!-

Los ojos azules de Steve se abrieron con sorpresa ante la salida de Sharon pero enseguida se echó a reír con ella.

Entre risas siguieron doblando y acomodando las cosas, sus turnos ya habían terminado y solo estaban recogiendo. La única que quedaba era la pequeña Audrey quien coloreaba tendida sobre el suelo.

-Bueno, yo ya me voy. Gracias por quedarte a cerrar!-

Steve negó con una sonrisa viendo a Sharon muy entusiasmada ponerse su abrigo para salir pitando de ahí. La chica tendría un cita con un chico llamado Sam y Steve se había ofrecido a ser el quien cerrase ese día. Gracias al cielo solo quedaba Audrey y no tendría mucho trabajo.

Una vez Sharon se fue Steve se aseguró de cerrar la puerta de la estancia y de darle un vistazo a Audrey antes de ponerse a limpiar las mesas donde comían los nenes. La pequeña aún dibujaba muy concentrada sobre la alfombra.

La estancia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora