Parte 16: ¿Por qué es especial la grulla?

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16- ¿Por qué es especial la grulla?

**Byakuya**

Mis ojos se deslizan de un lado a otro sobre el papel que estoy leyendo mientras la voz de uno de mis subordinados me llega lejana pese a estar a mi lado. Aprieto ínfimamente el folio, arrugándolo por un costado y dejo escapar un lento suspiro que se pierde en el aire frío de alrededor.

- No voy a seguir trabajando más por hoy. Me voy a casa- apenas miro a ese subordinado que parece no importarle mi presencia, es más, agradece mi inmediata ausencia. Siempre ha sido así desde que empecé a trabajar para la sociedad, incluso a medida que empecé a escalar puestos, noté cómo poco a poco la gente dejó de admirarme para temerme, tanto que incluso me ignoran con tal de que no pose mis fríos ojos sobre ellos.

Recojo mis cosas de la taquilla y salgo a la calle ajustándome la bufanda con más ahínco al cuello sintiendo un súbito temor al ver cómo uno de los niños del centro me mira al salir, pero se limita a sonreírme. Resoplo sin decirle nada y empiezo a caminar en dirección al apartamento. No vivo lejos, pero odio el bullicio de la capital. Toda esa gente andando de un lugar a otro, niños, adultos, ancianos, atestando las calles día y noche...es agotador. Y sin embargo siento que cuando estoy en medio de esa marabunta, nadie se fija en mí. Es lo mejor. Lo prefiero.

Dos vueltas de llave a la puerta y entro en casa aspirando el olor del ambiente. Las persianas están bajadas, señal de que la casa no está deshabitada en este momento. Cierro los ojos sintiendo un estremecimiento cuando de repente unas manos me rodean la cintura y escucho una jocosa respiración calentándome la nuca con su aliento.

-Ya estás en casa mi amor- unos labios besan mi cuello tras retirarme la bufanda de un tirón al que reacciono apretando los ojos levemente. - ¿Todo bien en el trabajo? - asiento con una leve inclinación de cabeza oyendo su risa a la vez que sus largos dedos acarician mi cabello apretándolo.

- ¿Y tú? Cuéntame cómo ha sido tu día...- intento detener sus manos al ver sus claras intenciones cuando bajan por mi abrigo apartándolo para poder agarrarme las nalgas haciéndome resoplar nervioso. –Por favor Renji...déjame llegar...-

-Tsk! - mi pareja se aparta dejándome suficiente espacio para poder respirar mientras me quito el abrigo y lo cuelgo en la percha de la entrada. Miro en dirección hacia el pasillo por el que él acaba de irse hasta la habitación del fondo. Entrecierro los ojos al entrar al salón y miro los muebles mientras me desanudo la corbata lentamente, como si con ese sutil acto pudiera retrasar lo que se avecina. Me desabotono la camisa de camino al cuarto de baño y veo en el espejo la evolución de las heridas de mi cuello. Aún están muy moradas, tendré que seguir poniéndome hielo para bajar la hinchazón...

Cuando entro en el dormitorio jadeo al sentir un tirón desde atrás y en apenas unos segundos estoy tirado sobre la cama, con la cabeza sujeta y las manos furiosas de mi pareja desabrochándome los pantalones para bajármelos junto a mi ropa interior.

Un gemido sofocado sale de mis labios a la vez que abro los ojos de par en par inconscientemente cuando siento su dolorosa penetración sin haberme preparado. Me aferro a la sábana mientras mi cuerpo se mueve de arriba abajo gracias a sus bruscas embestidas y sus gruñidos de rabia y placer resuenan en la habitación mientras yo jadeo quedamente hasta que su semen me arde internamente y su erección desaparece transmitiéndome una bocanada de alivio.

-Byakuya...- siento dolor y placer al oír mi nombre susurrado de esa forma tan placentera y jadeante mientras mi pareja se recuesta a mi lado y yo permanezco boca abajo sin moverme por el dolor que me inmoviliza. –No quiero ver esa expresión de dolor en tu rostro... ¿por qué sigues apartándome? ¿no me prometiste que me amarías? -

"Dioses a medias"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora