capítulo once.

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— ¡Papá! ¿Dónde está el líquido de lavar la ropa?

Nick estaba desesperado ya, llevaba rato desde que despertó buscando en la casa el líquido para meter a lavar su ropa en la lavadora, pero no encontraba nada. En la secadora se encontraba la ropa que Paul había lavado antes que él, por lo que el mencionado debía saber dónde estaba. Pero no obtenía respuesta.

Abriendo puertas de los gabinetes que habían en el pequeño cuarto de lavado, luego yendo a la cocina, pasando rápido su vista, Nick no sabía ya ni siquiera qué buscaba. Subió las escaleras y buscó en el baño por algo que se pareciera a la botella del líquido para lavar ropa, pero tampoco lo encontró.

Bajando las escaleras, se encontró con Paul.— ¿En serio me estabas ignorando? Llevo rato preguntando por el líquido de lavar.

— Oh... —Paul hizo una cara pensativa y luego rió.— Se acabó, campeón, pensaba enviarte a la tienda a comprar unas cosas.

— Claro, pa, ¿me vas a dar el dinero o tengo que comprarlo con el mío? —Preguntó, bajando las escaleras a paso lento.

— ¿Usarías tu dinero? —le miró sorprendido, desde abajo.

— ¿Acaso me ves cara de Joe? Perdón, ¿me estás viendo cara de tacaño? Claro que puedo usar mi dinero. Son cosas para el uso de ambos, papá.

— Entonces, ve, usa mi auto para que no tengas que echar gasolina a tu camioneta  luego.

Tomó las llaves que estaban en una especie de tornillo en la pared, tomó su chaqueta del sofá, sabiendo que allí estaba su billetera y su celular. Salió de la casa para ir al auto de su papá, no pudiendo evitar el echar un vistazo al pequeño gato blanco que se escondía detrás de la rueda. Se acercó a paso lento para no espantarlo, pero el pequeño minino pareció reconocerlo, o tal vez estaba tan hambriento, que caminó hasta donde él. Nick lo tomó en sus brazos y miró el collar. Justo como lo había pensado, era el gato perteneciente a Shawn.

— ¿Qué estás haciendo tú por aquí, pequeñín? Shawn lleva casi cinco días fuera de casa y dudo mucho que te haya dejado tirado. —Susurró, al animal, como si este realmente fuese a responderle.

Dándose la vuelta para ir a su casa nuevamente, entró y subió las escaleras, llevando el gato a la cama que Shawn le había hecho con una caja de zapatos. Buscó con sus ojos el saco con su comida y a su vez los platos, llenando uno con comida. Bajó a la cocina por algo de agua, recibiendo una mirada extraña de Paul y fue hasta la habitación, encontrándose con el animal comiendo de una manera rápida y exagerada. Se agachó a dejar el agua en el otro plato y regaló unas caricias en la cabeza del gato.

— Pobrecito, seguro fue la bruja de Karen que no le permitió a mi bebé que te lleve, ¿cierto? —Volvió a hablarle al animal.— Pronto tendremos a nuestro chico aquí.

— ¿Con quién hablas, Nicholas? —Preguntó Paul, parado en el marco de la puerta.

— Oh, con el gatito de Shawn, papá. Creo que Karen no lo dejó llevárselo, porque no creo a Shawn capaz de dejarlo tirado.

— Efectivamente fue Karen, detesta los animales, solo le permitió a Shawn tenerlo porque yo lo hice.

— Lo supuse. Bueno, ya me voy, ¿me vas a mandar la lista de cosas por menaje de texto? —Paul asintió.

Saliendo de su casa ya en el auto, con una media sonrisa, colocó la radio para poner música, escuchando que a su celular había llegado una notificación y era seguramente el mensaje de la lista de compras. Salió de su vecindario, el cual se encontraba algo vacío y con una de sus manos, bajó todas las ventanillas del auto, llegando al primer semáforo de la zona. Esperando varios segundos o unos minutos para que cambiara a verde.

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