Día 12

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Día 12

Viernes 11 de Octubre:

No tengo ganas de nada, me siento terrible. Pero creo que si no escribo moriré en la habitación.  El dueño de Mr. Toffee vino temprano por él, era un señor sin cabello, rechoncho y aparentemente bonachón, así que por eso no debo preocuparme, está en buenas manos. Pero siento que su ausencia va a afectarme más de lo que pensé.  ¿A quién le daré cariño ahora? ¿Quién lamerá mis manos? ¿Quién dejará regalitos por toda la mansión? Sobre todo. ¿Quién será mi enlace al mundo real? Y ¿Quién será el puente entre Chase y yo?  Mr. Toffee era  la perfecta excusa para compartir algo con él, pero ¿ahora qué?

Estuve llorando desde que se lo entregué a su dueño. Ian y Chase estaban preocupados por mí y relativamente tristes; incluso Dorothy le dio unas palmaditas en el lomo para despedirse de él.  Luego de toda la ceremonia de despedida y de encargárselo mil veces a su amo, subí a mi habitación a toda velocidad y me encerré. Dejo fluir mis inquietudes y mis lágrimas en estas hojas, perdona si el papel está remojado, o si mi letra es temblorosa, pero Mr. Toffee va a hacerme mucha falta. Adiós amiguito, no sabes cuánto voy a extrañarte.

/*/*/*/*Por la tarde/*/*/*

 Los chicos me dieron mi tiempo de “duelo” y me dejaron sola hasta la hora del almuerzo. Casi no comí nada, apenas miré a Chase y este parecía muy preocupado por mi falta de apetito. Da igual, eso no va a regresarme a Mr. Toffee.

—Meg, no se ha muerto, sólo se ha ido.

—Es casi lo mismo, jamás volverá.

Chase bajó la mirada y se concentró en su comida, unos cuantos bocados más y se retiró de la mesa sin decir nada más.

Luego del almuerzo conseguí algunas revistas para pasar el rato afortunadamente la prensa ya no hablaba de mí. Aunque mis ojos leían los chismes de la farándula mi mente divagaba en los recuerdos de aquel perrito amoroso al que dejé ir. Tuve una idea descabellada, debí tomar unas cuantas cosas y huir con él. Pero seguro madame me mandaría a buscar por el FBI y me encontrarían de inmediato. Mala idea.

Justo cuando necesitaba hablar con alguien todos estaban ocupados, o fuera de casa. Dorothy preparaba la cena muy presurosa e Ian abandonó la mansión con el chofer con dirección al súper mercado por unas cosas que faltaban y Chase… no sé dónde está el. Estaba más que abandonada en la inmensa mansión. Siento que a cada minuto me hago más y más pequeña en medio de las paredes gigantes.

*/*/*Por la noche*/*

Chase no apareció para la cena, y mi pesar se hace más grande a cada minuto. Madame me preguntó por qué tenía los ojos llorosos y preguntó si Chase me hizo alguna de sus jugarretas, respondí que no, que me sentía un poco agripada. Me miró nuevamente, y me di cuenta que aquellas que son madres siempre notan cuando alguien les miente. Siguió comiendo en silencio algo decepcionada al parecer por que no le tenía la confianza suficiente para contarle lo que me pasaba.

Entrada ya la noche, tenía puesto mi pijama y tenía todo listo para dormir aunque sabía que  tardaría en conciliar el sueño.  Miraba desde mi ventana hacia la piscina cuando alguien llamó a mi puerta.

—¿Chase? ¿Qué haces aquí?

—Quería darte esto.

Tendió una mano hacia mí y en ella había un muñeco de tamaño regular idéntico a Mr. Toffee. Mi corazón se derritió,  unas pequeñísimas lágrimas salieron de mis ojos. Lo tomé entre las manos delicadamente como si fuera de cristal y lo llevé hacia mi pecho.

Chase sonrió complacido.

—Ya sé que el Mr. Toffee de carne y hueso no volverá, pero tienes a este para cuando lo necesites. Me pasé todo el día buscando uno idéntico en el centro comercial.

—Gracias por el gesto, no debiste— le dije en voz baja.

Él se abalanzó sobre mí y me abrazó firmemente, me quedé helada y la sensación extraña en el estómago retornó de nuevo.

—Chase, esto es extraño.

—Oh, sí, lo siento. — y se alejó de mí avergonzado, agarrándose la parte posterior de la cabeza en gesto de no saber qué hacer, por primera vez.

—Bueno, nos vemos mañana— dije.

—Sí, mañana, hasta entonces.

Abandonó mi habitación y yo cerré la puerta a sus espaldas.

¿Cómo  es que las cosas pueden cambiar tan rápido? Un segundo estaba muy triste por perder a Mr. Toffee y ahora estaba con cara de idiota sonriendo de oreja a oreja. ¿Por qué Chase? ¿Por qué a veces eres tan tierno y a veces tan idiota?

Luego de Miss P. Este muñeco es mi pertenencia más preciada.

Hasta mañana pequeño Mr. Toffee. 

El Diario de Meg- Mayte GutiérrezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora