Día 14
Viernes 1 de Noviembre
*/*/*/*Por la mañana*/*/*/*/*
Desperté en la sala de la mansión en el gran sofá al lado de Chase que aún dormía profundamente como un bebé. Me senté con cuidado para no despertarlo. Todo a mi alrededor era caos total, la casa estaba hecha un desastre después de tal fiesta. Ian estaba dormido boca abajo en un sofá al frente. Alcé una de las paletas que alguien olvidó en la mesa de centro y se la lancé en la espalda. Él despertó asustadísimo y yo reí muy bajito.
—¡Arriba! Tenemos que limpiar este desastre— le dije.
—No hables tan alto Meg—se cubrió los oídos.
Al parecer había bebido mucho anoche y la resaca le martilleaba la cabeza.
Me puse de pie y Chase se movió ligeramente en el sofá. En ese momento recordé lo que pasó ayer y dí un salto hacia atrás. Ian me contuvo antes de caer sobre la mesa de centro.
Chase me besó. Me dio un beso en los labios. Y lo peor de todo es que no había reaccionado. No lo abofeteé, no le dije nada. ¿Por qué? Y aquello que había dicho… ¡no claro que no! No es una declaración de amor, en absoluto. Dejaré de pensar tonterías.
Dorothy estaba en la cocina preparando el desayuno. Ian se retiró a dormir un poco más a su habitación. Por mi parte fui a ducharme y quitarme el disfraz de pirata, al verme por última vez con él en el espejo dejé salir una pequeña sonrisa. La fiesta no fue tan mala después de todo.
Luego de cambiarme abrí la puerta de mi habitación y encontré a Chase de pie ahí, esperándome. Como él no había bebido nada o casi nada anoche estaba bien. Sonrió de una forma diferente a la que solía hacer siempre.
—Buenos días. ¿Qué tal dormiste?
—Bien, gracias. …¿Y tú?
—Muy bien.
Ambos estábamos relajados y si el no tocaba el tema de lo sucedido anoche yo tampoco lo haría. El desayuno pasó en calma con la ausencia de Ian y los deliciosos panqueques que preparó Dorothy.
—¿Meg, puedo pedirte un favor?— Preguntó Chase repentinamente serio.
Antes de responder mil hipótesis vinieron a mi cabeza, “olvida lo que pasó anoche” “no sé qué me paso anoche” “lo que dije no es verdad” Cada idea dolía en lo más profundo de mi corazón.
—Claro, dime. —respondí al fin y me armé de valor para escucharlo.
—Quiero que me acompañes a un lugar especial.
Ufff! Ya te imaginas. Respiré aliviada y él lo notó.
—Claro que sí. ¿A dónde vamos?.
—Ya verás.
Subimos a su coche y luego de largo recorrido llegamos al ¿cementerio de la ciudad?
Chase compró un enorme ramo de alstroemerias blancas y entonces comprendí lo que pasaba. Estábamos aquí para visitar a su padre.
Caminé en silencio tras él hasta llegar a la tumba. Víctor Marshall, rezaba en la lápida. Chase se arrodilló y colocó las flores sobre esta. Se quedó mirando la foto de su padre con ojos llorosos.
Me partía el corazón, era la primera vez que veía a Chase realmente triste y me dolía a mí también. Sin pensarlo coloqué una mano sobre su hombro intentando reconfortarlo. Él la envolvió con la suya apretándome con fuerza, como si quisiera asegurarse que no lo dejaría solo.
Mi pena creció cuando me di cuenta que yo también debería estar visitando la tumba de mis padres pero estaba demasiado lejos de ahí. Mis ojos se llenaron de lágrimas y unos suspiros llenos de dolor abandonaron mi pecho. Chase rápidamente se volvió hacia mí y me tomó entre sus brazos llevándome con fuerza contra su pecho. Estaba casi segura que lo oí llorar, pero el no me liberaba del abrazo y su rostro estaba por encima de mi cabeza, no podía verlo.
El dolor, la soledad nos unía ahora. Envueltos en un abrazo de apoyo el uno hacia el otro. Permanecimos así por un largo rato en medio del silencio y la calma del cementerio. Hasta que Chase se calmó y yo también. Ambos abandonamos el lugar tomados de la mano.
/*/*/*/*/*Por la tarde*/*/*/*/*
Me siento muy triste y molesta conmigo misma. Estoy frustrada sabes, desearía huir de esta casa y volver a mi hogar. Allá donde mis padres descansan en paz y todo es familiar para mí. Aproveché que todos en la mansión estaban muy distraídos y huí. Salí caminando sin ninguna pertenencia, ni dinero, ni móvil, ni nada. Solo yo caminando por estos lugares tan poco conocidos para mí. Entonces distinguí un letrero que llevaba muy cerca al lugar al que Chase me llevó hace mucho tiempo atrás y decidí refugiarme ahí para pensar.
El viento rozaba mis mejillas y desviaba la ruta de mis lágrimas al caer. Las nubes habían cubierto el cielo y una tormenta se avecinaba. No importaba sólo quería lamentar mi mala suerte y mi tristeza infinita. Papá, mamá por favor perdónenme. Saben que si pudiera lo haría, iría con ustedes. Es más me gustaría realmente estar con ustedes que jamás me hubieran dejado sola. No es bonito vivir sin ustedes. No. Los extraño demasiado, sus consejos, sus gestos, sus palabras, aquello que hacía que cada día en casa sea especial.
……….
Ligeras gotas de lluvia empezaron a caer sobre mí. Metí la cabeza en la capucha de mi sudadera y continué sentada ahí. El sonido de un motor acercándose me alertó un poco. El auto se estacionó atrás de mí y reconocí la silueta de inmediato.
—Meg, ¿Qué haces ahí? Va a llover a cántaros, te mojarás. Ven, sube al auto—
—No quiero. Sólo déjame estar aquí.
—No me olvides a usar la fuerza. Vamos.
—No.
—Tu lo pediste.
Chase me cargó, me subió a un hombro y caminó llevándome con dirección al auto. Me colocó en tierra firme y abrió la puerta del auto esperando que entrara.
—¿Por qué lo haces? — pregunté.
—Porque me importas, bobita. ¿Ya olvidaste lo de anoche?
Me quedé pensando en eso. Después de todo no estoy tan sola aquí. Tengo a Ian, a Dorothy, a madame y a Chase.
Subí al coche y Chase partió con dirección a la mansión.
/*/*/*/*Por la noche*/*/*
La lluvia no paraba y estaba sorprendida de ver a Chase relativamente calmado considerando su trauma con las noches lluviosas, peor en un día como este.
—Meg, yo sé que estás triste por tus padres. No hace falta que me lo digas. Tus ojos muestran todo.
—¿Soy tan predecible?
—No, sólo que desde hace un tiempo me resulta fácil saber lo que te pasa. Eres transparente para mí.
No sabía si era un halago, así que planté la mirada al piso.
Chase tomó mi barbilla y levantó mi rostro hacia él.
—Encenderemos este par de velas para que puedas honrarlos. ¿te parece?
Asentí.
Con mucho cuidado depositó las velas en un candelabro, las encendió y tomó asiento a mi lado. La electricidad en la mansión se fue y el par de velas era la única fuente de luz. Chase empezaba a inquietarse, así que me dejé caer sobre su regazo, con mi cabeza sobre su muslo. El acarició mi cabello lentamente.
Así pasamos aquella noche. Solos, a la media luz de las velas. Ambos recordando a nuestros seres queridos, ambos sintiendo cosas a flor de piel. Vulnerables e inestables pero estábamos seguros de una cosa. Pasará lo que pasara nos teníamos el uno al otro.
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El Diario de Meg- Mayte Gutiérrez
RomansaMeg es una jovencita de 17 años, fanática de la escritura y las cosas simples de la vida. Por desgracia hace unos meses perdió a sus padres en un terrible accidente y su vida cambiará por completo. Madame Louise Marshall, una mujer millonaria y famo...