Día 10

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Día 10

Miércoles 9 de octubre:

*-*-*-Por la mañana:*-*-*-

Madame abandonó la mansión temprano, tenía que hacer alguna de sus tantas diligencias. Ian, Chase, Mr Toffe y yo aprovechamos para hacer de las nuestras. Ian había comprado a escondidas una caja enorme de cereal azucarado, entre todos disfrutamos del dulce en nuestro desayuno. ¡Por una vez en la vida, desayuno de verdad en esta casa!

Mr. Toffe se sentía a gusto andando por aquí y por allá, por la sala, la cocina, los dormitorios, todo le resultaba interesante y nosotros no parábamos de jugar con él. Por desgracia el pequeñín dejó varios regalitos en todas partes, los cuales tuvimos que limpiar en tiempo record.

*-*-*-Por la tarde:*-*-*-*

Las cosas se complicaron cuando Madame entró a la casa luego de su largo día y empezó a estornudar sin parar. Regañó a Dorothy por la "incorrecta" limpieza de la casa y culpó a los ácaros de su repentino ataque alérgico. Ian, Chase y yo conteníamos la respiración, pero afortunadamente Dorothy no dijo nada sobre el cachorro.

Madame almorzó con nosotros, su malestar era notorio, tenía los ojos enrojecidos la nariz tupida, aunque los estornudos habían cedido otros síntomas seguían aquejándola. Terminó el almuerzo como mejor pudo, se retiró del comedor y ordenó a Dorothy limpiar la casa para la noche o sería despedida por hacer mal su trabajo. Palidecí por el efecto de la culpa. Apenas madame dejó la casa me puse a ayudar a Dorothy con la exhaustiva limpieza, Ian se unió pero Chase no, mencionó que era tiempo de ir y pegar los carteles con la foto de Mr. Tofee para localizar a su supuesto dueño. Aunque no quiero separarme de él es necesario, no puedo poner en riesgo el trabajo de Dorothy ni la salud de Madame. Con mucha tristeza decidí hacerme la idea de dejar a Mr. Tofee en libertad.

-*-*-*-Por la noche -*-*-

Cada músculo del cuerpo me dolía, tanta limpieza me dejó exhausta, estaba tumbada en uno de los cómodos sillones de la sala cuando Chase entró, se sentó en el mismo sofá que yo y me alcanzó a la mano uno de los afiches que había creado. ¡Mr Tofee se veía tan adorable en la foto!.

-En verdad desearía quedarme con él. - dije.

-Pero es imposible, mi madre está a punto de descubrirlo.

-Lo sé-respondí rendida.

-Oye Meg, lo he notado.

Me senté de inmediato.

-¿Notar qué?

-Lo sabes.

-Yo no sé nada.

-Los tabloides del depósito, tu repentino cambio de actitud conmigo. Es obvio que sabes todo sobre mi pasado.

-Chase yo..

-No, no tienes que disculparte. Pero quiero pedirte algo, por favor no sientas lástima por mí.

Su voz sonaba cargada de incomodidad.

Oculté mi rostro entre mis rodillas.

-No es lástima, es sólo que... en parte te comprendo.

-¿Qué podrías comprender...?

Se detuvo al oír mi llanto. No logré contenerme, las lágrimas se me salían sin control.

-Meg, lo siento, es verdad no sé nada sobre ti.

-No es necesario tampoco, sé que no te importa.

-Me importa sí, pero no me atrevía a preguntar.

Bastante parecido a lo que yo sentía.

-¿Qué le pasó a tus padres Meg?

Respiré hondo y dejé salir un doloroso suspiro. Sequé mis lágrimas con la manga de mi camiseta.

-¿En verdad quieres saber?

Asintió mirándome fijamente. Algo en sus ojos me decía que era sincero y estaba dispuesto a escuchar.

-Bueno, puedo decir que me sentía afortunada. Tenía una familia pequeña y feliz. Mamá, papá y yo, no vivíamos con lujos, nuestra casa era bastante normal, yo asistía al a escuela pública. Mamá trabajaba en una tienda de artesanía y papá era empleado en una agencia de publicidad. Las cosas iban bien hasta aquel día. Papá había salido temprano del trabajo y decidió pasar en el auto por mamá, luego de recogerla en el camino a casa -hice una pausa para tomar valor - fueron embestidos por un camión, dicen que murieron al instante.

Yo no sabía nada, era tarde y ellos no llegaban, hasta que una de las vecinas vino a darme la terrible noticia luego de verla en la televisión. No podía creerlo, todo parecía una terrible pesadilla, sólo quería despertar y encontrarlos de nuevo junto a mí, pero no, era imposible. Ellos jamás volverían, estaba completamente sola en el mundo.

Afortunadamente el jefe de mi padre corrió con todos los gastos del funeral y no tuve que preocuparme por ello. Los problemas vinieron después, cuando me enteré que un orfanato pensaba llevarme ya que no tengo más familiares que pudieran hacerse cargo de mí. Pasé los últimos tres meses cuidándome yo sola, haciendo pequeños encargos para comprar lo necesario para vivir, dejé la escuela y empecé a buscar un empleo. Fue ahí cuando recibí una carta de Madame, en la cual decía que no me preocupara que pronto ella se haría cargo de mí. En un inicio pensé que era una broma, pero al recibir en la siguiente oportunidad los papeles que la declaraban como mi tutora legal, me di cuenta que todo era real. No pasaron muchos días hasta que sus hombres fueron a recogerme y me trajeron aquí.

Sabes, a veces sólo quisiera volver a casa, de alguna forma podría vivir por mi cuenta, sólo unos meses más hasta tener la mayoría de edad y entonces dejaría de preocuparme por el orfanato. No quiero incomodarte Chase, mi intención nunca fue hacerlo, ni siquiera quería vivir aquí. No me quedaba otra opción-

Estallé en lágrimas otra vez, me sentía avergonzada, no quería que Chase me viera como una llorona, pero no podía dejar de llorar al recordar a mis padres y la falta que me hacían.

-Meg.

Alcé la mirada en su dirección.

Chase lentamente secó mi rostro con sus manos.

-No estás sola. Estoy contigo. Por cosas del destino viniste a parar a mi casa, y ahora te cuidaré, no dejaré que nada malo te pase, y nunca más volverás a sentirte sola te lo prometo. Siempre estaré aquí para ti. Eres como Mr. Toffee, un pequeño cachorro, molesto y curioso, pero igual voy a cuidarte.

Reí un poco por la comparación. Chase me dio una sonrisa gentil y luego me tomó entre sus brazos con fuerza.

No sé cómo explicártelo pero de alguna forma sentí que el abrazo de Chase se llevaba una parte de mi dolor, de toda la pena que había estado escondiendo últimamente reemplazándolo con una sensación extraña en lo más profundo de mi alma.

Esta noche después de contarle todo a Chase sentí que la barrera se derrumbó, ambos estábamos expuestos el uno ante el otro, sin más cosas que ocultar, sin más que fingir. Somos muy diferentes pero de alguna forma esta noche somos muy iguales. Sentía que Chase ahora podía darse cuenta de todo lo que pasaba en mi interior. ¿Pero es eso lo que realmente quiero? ¿Por qué siento tanta paz cuando estoy entre sus brazos? ¿Se habrá dado cuenta? ¡Oh Dios, esto no puede estar pasando! Creo que ... me estoy ... NO- NO y NO OLVÍDALO.

El Diario de Meg- Mayte GutiérrezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora