Día 9
Martes 8 de octubre
Bien, bien ¿por dónde empiezo? Ah sí. Lo vaticiné y en realidad pasó, las cosas entre Chase y yo han cambiado. No es un graaaan cambio pero el ambiente entre los dos está menos tenso, si quiera menos tenso que antes, tal vez quité un par de filas a mi barrera hacia él. Ahora tenemos algo que nos une, un secreto hermoso y divertido. ¡Alto! ¡No pienses mal! Lee detenidamente y me comprenderás.
No quise mirarlo mientras desayunábamos, me sentía algo avergonzada por mi actitud de ayer. Pensé que Chase lo dejaría pasar tranquilamente y lo tomaría como una persona madura, pero... ¡es el mismo Chase idiota de siempre! ¡no cambió ni un ápice por recibir mi embarazoso abrazo de oso!.
-¿Ya viste Meg? ¡Lo sabía!
-¿Qué?
-Tarde o temprano caerías rendida ante mí. Fue un poco tarde pero sucedió. Nunca me equivoco.
Sonrió de oreja a oreja complacido.
Clavé mi tenedor con toda mi fuerza contra un bollo. Chase abrió los ojos sorprendido por mi actitud.
-Sólo bromeo Meg, suelta ese tenedor antes de que lastimes a alguien.
No respondí, le clavé una mirada seria mientras lo apuntaba con el tenedor.
-¡Hey! ¡Las señoritas de sociedad no usan utensilios como armas de autodefensa! - me regañó Ian mientras me quitaba el tenedor de las manos.
-Creo que la próxima vez tendremos que darle utensilios de plástico a la pequeña Meg-Agregó Chase entre risas.
No pude soportarlo, me retiré de la mesa dejando a medio comer mi desayuno.
Chase sigue teniendo esa increíble capacidad para molestarme con una mínima acción, pero hoy me siento más propensa, no sé por qué.
Terminado todo ese lío del desayuno recibí un recado telefónico de madame, en el cual me pedía que acompañara a Chase al club deportivo, lo hice de mala gana y para mi suerte tenía prohibido el ingreso al club durante una semana por el molesto inconveniente del reportero. Agradecí para mis adentros y me quedé en el auto de Chase mientras él hacía unas cuantas de sus torpezas en el club.
Traté de entretenerme pero la verdad no pude, olvidé llevar mi libreta o algún libro, Chase no dejó las llaves del auto así que no podía encender el estéreo no me quedó de otra que acurrucarme como mejor pude en el asiento. Chase dejó olvidada su chaqueta de cuero, la acomodé y la usé como almohada. No sé qué me pasó pero al sentir su perfume me sentí adormecida, tranquila, cómoda. Tanto que me quedé dormida lentamente.
-¿Tanto me extrañaste Meg?
Desperté lenta y pesadamente con la voz de Chase y su rostro a milímetros del mío observándome detenidamente. De inmediato me senté en el asiento mirando al frente para huir de él. Noté que mi corazón latía rápidamente golpeando mis costillas sin piedad, debía ser por el susto.
Chase sonrió a medias, encendió el motor y condujo con dirección a casa lentamente.
- Meg, estás muy callada, ¿Pasa algo?
- No, para nada.
- ¿Es por lo de anoche?
Me ruboricé y desvié la vista por mi lado del auto.
-No es nada.
Chase no preguntó nada más de pronto frenó en seco.
-¿¡Que sucede!?- pregunté exaltada.
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El Diario de Meg- Mayte Gutiérrez
RomansaMeg es una jovencita de 17 años, fanática de la escritura y las cosas simples de la vida. Por desgracia hace unos meses perdió a sus padres en un terrible accidente y su vida cambiará por completo. Madame Louise Marshall, una mujer millonaria y famo...