Día 26

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Día 26         

Sábado  23 de Noviembre 

/*/*/*Por la mañana/*/*/*

Todos nos alistamos para ir al funeral de Madame. Ian, Dorothy y el resto del personal se alistaron  y subieron a una camioneta para ir en grupo. Chase se ofreció a llevarme en su auto, acepté.

El camino hacia el cementerio fue extraño. Había una atmósfera extraña en el aire y era de esperarse. Chase tenía puestas gafas oscuras, seguro traía los ojos rojos de tanto llorar anoche. Me puse  el único vestido negro que encontré entre mis cosas, el mismo que usé en el funeral de mis padres, me trajo recuerdos innecesarios, pero por el bien de Chase tenía que ser fuerte a pesar de todo.

Los servicios se llevaron a cabo normalmente. Había muchas personas del mundo del espectáculo entre actores, presentadores de televisión, músicos y demás personas que conocieron a Madame o fueron fans suyos, al menos la ceremonia estuvo bastante concurrida. Dejé a Chase despedirse de su madre por última vez. Aunque el ataúd estaba cerrado dejé también mis oraciones y mis más sinceras peticiones por madame, estaba muy agradecida con ella y a la vez dolida por su repentina partida.

Al alejarme de Chase para darle su espacio me encontré entre la gente con Miranda.

—Meg, por favor quiero disculparme por los inconvenientes que causé…

Es tan amable que me resulta imposible ser molesta con ella.

—No, Miranda quien debe disculparse soy yo. Mira no vine aquí a incomodar te prometo que me iré cuando Chase esté mejor.

—¡No! No puedes irte!

—Lo siento, estamos en un funeral. No quiero discutir más sobre esto.

Me retiré dejándola con las palabras en la punta de la lengua. Y era cierto, todo lo que le dije lo decidí anoche. Chase me necesita ahora, tan pronto todo vuelva a la normalidad podré dejar la mansión,  él se casará con Miranda y todo saldrá como lo planeó Madame. Aunque me duela.

Más allá encontré a los Miller. Thomas me recibió con un gran abrazo.

—Recuerda, sé fuerte.— susurró a mi oído.

La ceremonia terminó y madame fue enterrada junto a su esposo Víctor Marshall. Chase me tomó de la mano cuando toda la gente se empezó a retirar. Quedaron algunos curiosos a lo lejos y unos cuantos paparazzis.

—Está bien Chase, volveremos a la mansión cuando te sientas listo.

Asintió.

No podía imaginar en lo que pensaba en ese instante,  cada persona tiene su manera de manejar el dolor y ahora Chase tenía una prueba bastante dura que superar. Con serte estaría a su lado el tiempo necesario para ayudarlo. Aunque al final tenga que dejarlo ir con alguien más.

Al cabo de unos quince minutos cuando ya el lugar estaba desierto Chase decidió que era momento de retirarnos. Dejó un enorme ramo de flores en la tumba de sus padres y caminó junto a mí hasta su auto.

La casa se sentía sola y más grande de lo normal, cualquier sonido hacía eco en las paredes.

Chase se encerró en el estudio según el para manejar las cuentas y los pendientes referidos al dinero de madame. El teléfono de la mansión no paró de sonar durante el día.

Llamé a la puerta del estudio pero esta estaba abierta así que entré y encontré a Chase con la cara enterrada entre ambas manos.

—¿Qué pasa?

—Tenemos serios problemas.

—¿Qué?

—Mi madre tenía muchas deudas con diversos bancos, las están cobrando ahora. ¡Meg nos quedamos sin dinero!

Mis ojos se abrieron por completo.

—No puede ser, siempre creí que…

—Sí y yo también pensé que esto nunca sucedería pero pasó. No nos alcanza para pagar a Dorothy y al resto del personal. Creo que a duras penas nos alcanza para comer.

—Calma, tiene que haber una solución.

/*/*/*/*Por la noche/*/*/*

Convocamos a una reunión con todo el personal de la casa, choferes, jardineros, encargados de la vigilancia, todos. Chase les comunicó las malas nuevas y todos quedaron tan sorprendidos como yo cuando lo escuché.

Ian se tumbó a un sofá confundido. Dorothy empezó a llorar desconsoladamente. Un caos total. La mayoría del personal renunció en ese instante. Los únicos en quedarnos en la sala fuimos los cuatro, igual que siempre solo que esta podría ser la última vez.

—Querido Chase, sabes que te adoro. Te he cuidado desde niño y me es muy difícil dejarte, pero ahora más que nunca necesito dinero para las colegiaturas de mis dos hijos. Espero puedas entenderlo.—dijo Dorothy entre lágrimas.

—¡Sabes que no tengo a donde ir y todo el dinero lo he gastado, no he ahorrado nada! Necesito un trabajo pronto!— agregó Ian.

La situación era cada vez más pesada y Chase sólo nos miraba a todos en silencio. Tenía miedo de lo que pasara cuando Chase hable.

Pronto Dorothy e Ian empezaron a empacar sus cosas para dejar la mansión mañana temprano.

Chase se retiró a su habitación y lo alcancé ahí.

—¿Qué pasa Meg? ¿También vienes a decirme que te vas?

—No. Vengo a decirte que me quedo. Pase lo que pase me quedaré contigo.

Sonrió un poco y me abrazó con firmeza.

—¡Me alegra tanto que te quedes Meg.! Pero… ¡espera! ¡Tenemos un serio problema! ¡Servicios sociales vendrá por ti!

—No. Porque hoy es mi cumpleaños. Ya tengo 18.

—¡Qué! ¿Por qué no lo dijiste antes?

—No es el mejor día para celebrar.

Me abrazó aún más fuerte y sentí más grande el dolor en mi interior al imaginar que un día de estos tendría que abandonarlo, dejar la calidez de sus brazos para siempre.

/*/*/*/*Mas tarde/*/*/*

Recibí una llamada al móvil. Eran Andy y Thomas. Me saludaron por mi cumpleaños, al parecer ambos se habían enterado en la nómina de la escuela.

—Parece que tendrás que venir por tus cosas. — dijo Thomas entristecido.

—Sí, perdona las molestias mañana pasaré a recogerlas.

Se ofreció a recogerme temprano ya que le comenté de la actual situación económica pensó que lo mejor sería pasar por mí, no pude negarme.

Más tarde y sin decirle nada a Chase llamé a Stella para que averiguara sobre el puesto en la panadería, por ahora es el único trabajo que puedo conseguir pero más adelante buscaré otro  más. Haré lo que sea necesario para que sigamos adelante, lo hice una vez, puedo hacerlo de nuevo.

Antes de dormir mi cabeza se llenó de recuerdos de los últimos meses, todo lo que he vivido, no quería recordarlo justo en momentos como este. Ah, sólo a mi pueden pasarme este tipo de cumpleaños.  

El Diario de Meg- Mayte GutiérrezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora