• 23; Familia Potter.

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Draco tuvo que soportar a varias preguntas relacionadas a su salud, siempre decía que se encontraba muy bien.

Desde que había llorado en los brazos de Harry, no se había dejado ver de nueva cuenta débil ante nadie, actuaba normalmente para los demás y disfrutaba de su prometido como de su hijo que era su mayor adoración de ambos.

Aquella tarde no lo tenía, estaba con Molly, Lily y su madre, así que Scorpius iba a tener que acostumbrarse no solo a dos, más bien tres abuelas que lo querían demasiado. Jamás dejaban que nada le faltará, incluso lo sobreprotegian demasiado que le causaba cierto temor que se volviera un tanto caprichoso como cierta persona que conocía pero no iba decir quién era. Al estar solo, había aprovechado para seguir avanzando con las pociones para aquella empresa que había abierto con Pansy y Blaise.

En verdad que les iba muy bien, sus pociones resultaban ser verdaderamente buenas y muy efectivas. Su padrino lo ayudaba cada que podía ya fuese en persona o por carta. Hasta Harry resultaba beneficiado porque aprendía mucho de él, muchas veces le dijo que debía mandar a la mierda a su maestro inepto pero siempre decía que no.

Bajó la llama del fuego mirando su reloj para comenzar los veinte minutos exactos para poder apagarle, y comprobar que la pócima funcionará.

Antes de volver a guardar su varita en su túnica, se quedó mirando aquel anillo de compromiso que descansaba en su dedo anular, era de oro dorado con unas delgadas runas que lo rodeaban hasta llegar al diamante gris (discreto) para rodearlo como si fuese una luna. Recordaba que se encontraba arrullando a Scorpius cuando Harry había llegado, le pidió la hora y cuando alzó la muñeca para ver su reloj, este le tomó la mano para ponerle el anillo.

Bastante original. Pero lo amaba así tal cual como era.

—¿Como es que quieres sufrir conmigo? —se preguntó acariciando el anillo con su mano libre, aún no podía creer eso.

Pensar que habían pasado por muchas cosas, desde comenzar a odiarse y lanzarse incluso hasta hechizos en sus duelos. Empezar con el sexo, terminar unidos por el bebé dejando que los sentimientos fluyeran como agua.

Con razón su padre se había vuelto demasiado histérico.

La puerta de su oficina (convertida en mazmorra) se abril dejando ver a su padrino, este traía una de sus mejores túnicas aunque seguía siendo negro. Se veía un tanto fastidiado por estar ahi, y mas por estarlos haciendo esperar.

—Draco, ¿No estás viendo la hora?

—Si padrino, pero no puedo todavía —dijo alarmado señalando hacia el caldero enfrente suyo— solo lleva cinco minutos, faltan quince. Solo diles que en quince minutos estare listo.

—Draco —volvió a insistir.

—¿Qué?

—¿Se te ha ocurrido hacer una poción difícil en pleno dia de tu boda?

Observó el caldero tratando de no verse obvio, sé miró así mismo viendo aquella túnica de gala color blanco (que por suerte no había ensució por ser tan cuidadoso), además su cabello no lo había cortado. Había dejado que siguiera creciendo. En esos últimos 5 meses había crecido hasta la altura de su quijada, o un poco más abajo.

Sabía que era de mala educación hacer esperar, pero había tenido la idea y no podía dejarla ir.

—Deja eso ya, Potter está histérico creyendo que te has arrepentido y has escapado, y sin el niño, por supuesto. Él es tan inteligente, no se que le has visto—sacó su varita señalando hacia a él. Sintió como la mitad alta de su cabello se recogía hacia atrás haciendo una media coleta.

Cuando me recuerdes;      [ Harco ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora