• 31; Los Potter.

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4 años más tarde.

El tren había llegado, y los padres estaban esperando con impaciencia a sus hijos. Algunos llevaban desde temprano pero otros estaban apenas, tal era el caso de ellos.

Draco miraba el reloj de la estación varias veces aunque no podía decir mucho, ni tampoco hacer nada mientras cargaba a su pequeña Lily de 3 años entre sus brazos.

Después de todo, se las había ingeniado para que su esposo se le olvidará hacer el uso del condón, y tal como lo había pensado. Este parecía tener una buena puntería cuando se trataba de procrear a bebés, porqué dos meses después vino a confirmar que estaba embarazado por segunda vez ocasionando casi un infarto a Harry. Bueno, eso había quedado atrás, la pequeña Lily ahora era la princesa del miope.

La niña había sacado el cabello negro de su padre, pero por suerte era lacio como el de Draco y Scorpius. Sus bellos ojos eran grises igual que los de la luna de aquella familia. Era sin duda, la niña mas hermosa que pudiera existir.

—¡Papá!

Los dos voltearon hacia el grupo de estudiantes que iban bajando del expreso, entre ellos lograron ver a Scorpius vistiendo la túnica de Slytherin, se abría pasó con su carrito donde llevaba todas sus cosas. El niño venía demasiado animado al verlos a los 3.

Lily se removió en sus brazos pues quería bajarse para ir corriendo hacia su hermano. Él no dudó en cumplirle su deseo, apenas la bajó, y ella corrió torpemente hacia el niño de once años que la recibió muy gustoso entre sus cortos brazos. La alzó como pudo para besarle sus mejillas, después, la hizo sentarse sobre sus baules antes de volver a empujar su carrito hacia donde ellos estaban.

Harry y Draco se mantuvieron serios esperando que dijera algo, ya fuese para saber si su primer año en Hogwarts había sido bueno o tenían que torturar a cuánto niño por ahí.

—¡Los dulces me ayudaron a hacer amigos, papá! —Scorpius estaba tan contento acercándose hacia a ellos para darles un rápido abrazo a cada uno, aunque más fuerte a Draco.

Desde que había recuperado a su padre como debía ser, cuando llegó aquel día al hospital y vio que Draco estaba despierto, quejándose por todo. Fue el día más feliz para Scorpius quién le prometía quererlo por siempre a pesar de todo, jamás lo iba a dejar de amar. Aunque Harry siempre se quejaba, se alegraba por eso.

El chico se quedó mirando cómo su esposo peleaba con el pequeño por tener manchas de chocolate en su boca ya que eso no era digno de un Slytherin. Mientras la pequeña Lily sonreía muy divertida.

—¿Quién es ese niño que voltea a verte mucho? —reclamó Draco mirando nada agradable a uno que se había escondido detrás de sus padres.

—Es...es un amigo, está en tercero pero se llama James...

—¿Como tu abuelo?

—Como mi abuelo —respondió este con un leve sonrojo en su rostro.

—Por los calzones de Merlín, Scorpius. ¡Solo tienes once años!

—¡Ay pero a ti te interesó papá cuando lo conociste! —se defendió acercándose hasta Lily para usarla como escudo.

—No te atrevas a usar mis acciones en contra de mi, Scorpius Hyperion Potter.

Harry se acercó hasta a ellos después de estarlos contemplando por un largo rato, pues estaba demasiado contento con su propia familia.

Abrazó por la cintura a su esposo aunque fingían escuchar lo que este decía sobre la edad y novios. Le dió un beso en su mejilla provocando que este le mirará extrañado por su repentina acción, incluso Lily de bajó de aquellos baúles para acercarse. Siempre que los veía abrazarse, siempre quería recibir el mismo amor.

Cuando me recuerdes;      [ Harco ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora