• 27; Fuerza.

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La fiesta de año nuevo se celebraba en la madriguera, Scorpius se encontraba jugando con Teddy y Victorie en alguna parte de la casa, pues todos podían escuchar sus risas desde los pisos de arriba. Seguramente estaban jugando con los gemelos quienes, haciendo una apuesta, les estaban mostrando al Ghoul.

Mientras los adultos venían whiskey de fuego y hablaban de alguna otra cosa como el trabajo, Draco no podía concentrarse.

Escuchaba como Pansy hablaba sobre el éxito que estaban teniendo, que estaba pensando viajar a Estados Unidos para acompañar a Ginny quién iba a tener una gira en aquel país, así las dos estarían juntas y ella aprovecharía el momento para poder buscar socios que quisieran de las mejores pociones. Hermione en cambio, hablaba de lo espectacular que era trabajar en el ministerio, pero Ron se quejaba de querer abandonar su carrera de auror. Algún día llegaría mal herido.

Cuando fue el turno de Harry para hablar sobre sus cosas que hacía en el hospital, se levantó discretamente de la mesa con vaso en mano para fingir que iba a llenar el contenido de este.

Solo que no llegó a salir, nunca se había dado cuenta de la foto que descansaba en una de las paredes que daban hacia la cocina, pues miró a Harry con tres chicos, Fleur, Viktor y Cédric. Este último sonreía tímido por estar rodeado de gente importante, aún podía recordar cómo esté le contaba muchas veces que se sentía demasiado bien aunque no era importante destacar.

Siempre lo recordaba como su primer amor, aquel que le enseñó amar y sufrir al mismo tiempo. Aquel asesinado por su padre, y ahora el iba casi por el mismo camino.

—Tenías razón, mi padre jamás podría cambiar.

Suspiró desviando la mirada de aquel retrato, aunque podía sentirse menos culpable de la muerte de la primera persona que le había gustado en su vida. Aún pensaba que pudo haber sido un buen chico si hubiese seguido con vida.

Avanzó de nueva cuenta deteniéndose de repente cuando Scorpius había pasado corriendo a lado de Teddy, los dos reían. Detrás de ellos iban los gemelos con Victoire en los hombros de Fred quién señalaba hacia los pequeños que habían corrido. Ellos los perseguían, según jugando a los magos buenos y a los malos.

Las risas del comedor se escucharon hasta donde él estaba, algo divertido había pasado.

Se volvió a detener enfrente del espejo que estaba cerca de la entrada principal de la casa, se observó así mismo comparandose en su adolescencia, observó su drástico cambio de look (y admitía que tenía un bonito cabello para envidiar), su expresión de derrota fue lo que hizo que volviera a suspirar muy frustrado. Odiaba tener que perder, odiaba tener que pensar y odiaba tener que abandonar.

Recordó cuando no había querido conocer a Scorpius, no quería amarlo. Por lo menos así sería menos complicado morir.

—¿Papi? —Bajó la mirada notando que su hijo había llegado silenciosamente— eres muy guapo, yo puedo ser tu espejo y decirte que tan bien te ves hoy.

—¿Ah sí? —cruzó los brazos cuidando de no derramar aún el poco líquido que tenía en este— bueno, espejito, ¿Que tal me veo hoy?

—¡Excelente, papi! —alzó sus pulgares muy animado.

Se agachó para poder acomodarle su playera con logotipo de una caricatura muggle qué Harry llamaba Pikachu o algo así, no estaba muy seguro pero a su hijo le gustaba.

—Anda a jugar con los demás. ¿Si? Por cierto, que hermoso te ves hoy.

—Soy un Potter-Malfoy —se halago así mismo poniendo sus manos sobre su cintura.

Cuando me recuerdes;      [ Harco ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora