• 18; Peligro.

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Aquella mañana se cumplían los cinco meses de embarazo haciendo la espera más cercana para todos, y para los padres.

Todos querían saber el sexo del bebé, todos querían acudir al hospital para que los atendiera el medimago que estaba atendiendo a Draco. Todos querían ser partícipe de aquel dia tan importante pero tenían que esperar hasta la noche de la cena familiar en Grimmauld Place. Pues apenas era miércoles, todos estudiaban y trabajaban. No podían faltar aunque quisieran porque era esencial.

Pansy y Blaise querían cancelar las juntas que tenían sobre los socios a quienes trataban de endulzarles los oídos para tener un buen éxito, entre los tres iban a crear una gran compañía de pociones que iba a dejar en vergüenza a las demás. Pero tampoco les permitió que hicieran eso y echarán a perder todo. Tuvo que obligar ir a la academia a Harry cuando esté ni siquiera se había preparado para irse a estudiar, y también tuvo que decirle a Sirius que se fuera al ministerio con James para que no les bajarán el sueldo. De Ron ni que decir, el tipo parecía querer acompañarle aún con el pretexto por el bebé, aunque antes de irse le había preguntado si podía irse solo, afirmó ya molesto.

Además no iría solo, Molly lo acompañaría de ida y regreso para darle las buenas nuevas.

También se sentía bastante ilusionado mientras esperaba en la sala de Grimmauld Place, sentado en uno de los caros sofás que Sirius no sabía aprovechar. Pero poco importaba eso, tenía ambas manos sobre su vientre sintiendo ese ligero bulto que no podía ocultarse para nada, ya todos sabían que estaba esperando al hijo o hija de Harry Potter, y que los dos estaban en una relación formal. Nadie se atrevía a criticar a la familia del jefe de Aurores: James Potter.

Los rechazos se hacían cada vez menos, al enterarse que estaba saliendo adelante por sus propios méritos sabiendo aprovechar su talento, era lo suficiente para los demás. Incluso, algunas pocas veces que había ido al ministerio, había logrado que la fastidiosa de Dolores Umbridge le viera como una deidad por ser tan refinado, e independiente.

¡Y los demás le llamaban lame botas! Vaya pedazo de inútiles, solo porque no sabían domar bestias no era su culpa.

La llamarada verde de la chimenea le hizo alzar la mirada para ver a Molly saliendo, venía vestida lo más formal que pudo (no era necesario, ya sabía apreciarla tal cual como era pero no iba a contradecirla). Aunque miró hacia el reloj de la pared viendo que había llegado media hora antes que lo acordado.

—Siempre muy puntual, Molly —le sonrió recibiendo la misma sonrisa mientras se ponía de pie— ¿Ya nos vamos?

—Claro, ven. Es hora.

Se acercó hasta a ella tomándole la mano que está le estaba extendiendo notando una sensación extraña, varias veces le había tomado aquella mano sintiendo el cariño. Pero aquella mano era muy rígida y fría.

Al verla, la logró ver sonriendo de lado.

Metió su mano dentro de la túnica para poder sacar su varita aunque se quedó en mitad del acto, la mujer los hizo desaparecer haciéndolo sentir muy mareado y demasiado preocupado. Él no podía hacer eso en su condición, era muy peligroso.

Apenas llegaron a tierra firme, y cayó de rodillas al piso frío llevándose su diestra hasta su vientre para tratar de protegerlo.

Jamás había sentido tanto miedo hasta el momento, no por él. Más bien por el bebé.

—¡Mira aquí está tu hijito! —la voz de su tía Bellatrix lo obligó a alzar la mirada reconociendo la sala de estar de la mansión.

—Gracias, Bellatrix.

—Que asco tener que convertirme en la sucia traidora a la sangre, estos malditos kilos...como no quedar así después de tantos hijos. Tuve que quitarle de sus sucios pelos
..—Bellatrix se iba quitando el montonal de ropa barata que tenía encima aventandola hacia uno de los elfos que temblaba de miedo.

Cuando me recuerdes;      [ Harco ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora