4. Aceptación

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Naruto murmura una maldición al ver que su examen estaba en blanco, no podía concentrarse ya que el omega no salia de su cabeza.

Su alfa lo llamaba cada vez que podía, pero el rubio se reprimía en su lugar. El examen era importante y él se odia por no concentrarse.

Omega, mio, mio.

De nuevo su alfa. Cerro los ojos y trató de tranquilizarlo pero fue inútil, su imaginación comenzó hacer las suyas al momento de imaginar a su omega en los brazos de otro alfa.

Sacó un gruñido inconsistente asiendo que sus compañeros se pusieran alerta.

—¿Uzumaki? -abrió los ojos fijándose en la maestra —¿que le sucede? Esta alterando a sus compañeros por su comportamiento -regañó la mujer.

Naruto aún con los colmillos de fuera pidió disculpas.

Como pudo terminó su examen, fue el último pero terminó.

Sentando y esperando a que la última clase terminara, su amigo se acercó un poco tímido.

—Oye -lo llamó.

—¿Que? -dijo gruñendo.

—¿Porque no lo buscas? -sugirió el beta.

—No -contestó entre dientes.

—Eres testarudo, ¡se hombre y búscalo! -el castaño ya estaba harto del comportamiento de su rubio amigo.

—¡Calla...! ¿Que es eso? -preguntó el rubio pudiéndose de pie.

El castaño lo siguió. Muchos de los alumnos estaban con gran escándalo al ver un auto muy lujoso fuera de la universidad.

—Solo por eso se vuelven urracas -dijo burlón el beta.

Los ojos del alfa se abrieron de golpe, ese auto lujoso ya lo había visto...y lo recordaba a la perfección. Como pudo tomó sus cosas y salio a toda prisa del salón, su amigo al ver la reacción del rubio también fue tras él.

Los pasillos estaban desiertos pero al momento que el timbre sonó comenzaron a llenarse. Este al llegar al primer piso paso empujando a cualquiera que se pusiera en su camino.

Pero se detuvo justo antes de salir del establecimiento ¿que iba hacer? No solo podía acercarse y saludar al omega.

Inhaló profundamente y comenzó su camina a paso lento.

—¿Huelen eso? Es una esencia deliciosa -miró a un costado donde un alfa se lame los labios en dirección donde esta el auto estacionado.

Gruñe y el otro se sobresalta. Todos saben que si te fijas en un omega con alfa este suele perder el control ya que se vuelven territoriales.

El rubio siguió su camino ahora mas rápido.

El omega miró desde la ventana y observó a su alfa acercarse, no dudo y salio del auto a toda prisa. Quería estar cerca de él y que lo embriagará con su aroma.

Ambos al estar unos cuantos metros se miraron fijamente.

Su instinto luchaba por tener a su pareja y acurrucarla en su pecho, pero la parte racional seguía ahí, deteniéndolos.

Con obviedad ganó el instinto, sería ridículo luchar contra el. El omega corrió a los brazos del alfa mientras este abría sus brazos para recibirlo, de un salto el azabache se encaramó en el alto rubio que no dudo en sostenerlo para que no cayera.

El omega envolvió sus brazos alrededor del cuello y sus piernas en la cadera del rubio. El omega del azabache ronroneaba sobre su nuca, el alfa se dejaba hacer por su pequeño, el olor de felicidad por parte del azabache le llenaba de calidez el pecho del rubio.

Mi AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora