El Sol estaba apunto de ocultarse, era una bonita tarde y el pequeño lo sabía. Apreciaba como el Sol le deba un bonito tono al agua del océano, las gaviotas se escuchaban a lo lejos, se concentraba en ese sonido en específico. Ignorando lo que sucedía dentro de su casa.
Movía sus pequeños pies adelante y hacia atrás, sentado en el barandal del balcón, era peligroso, le daba igual, él solo quería ver las primeras estrellas aparecer. Sus padres, bueno odiaba llamarlos de esa forma, pero era un cachorro y también odiaba eso. No le gustaba ser pequeño, pero que más podía hacer, el niño solo tiene siete años y él solo quería correr a una montaña y dormir sobre el pasto. Sentir la naturaleza bajo sus patas y esas cosas que un lobo de su edad debería estar haciendo. Pero no, debía escuchar como los padres del chico discutir por su causa.
-¡No! -escucha un grito desde adentro.
Solo sonrió, esa mujer era débil, muy débil. No sabía cómo callarlos, estaba arto.
-Es un pequeño niño...no puedo dejar que hagas eso - un sollozo lastimero proveniente de nuevo de la mujer se hizo presente.
Ya cansado, giró y bajo del barandal, camino con lentitud y abrió la puerta corrediza para poder ingresar a su "hogar" , sus padres seguían absortos en su discusión que no notaron su presencia.
-Silencio - ordenó, su voz era ronca y fiera, pero no dejaba de ser la de voz de un niño de siete años.
La pareja de esposos se quedó muda, miraron al pequeño la cual los observaba con molestia y desagrado. Más que todo desagrado.
-Hacen mucho ruido. Quiero paz ¿Tan difícil es? - demandó con reproche.
La pareja no respondió, siempre que intentaban hablar con el niño era lo mismo, el pequeño rubio sólo ordenaba y no decía cosas razonables que debería de decir un niño, siempre confuso.
-¿Tienes hambre, cariño? - pregunta con dulzura la mujer tratando de no enojar más al chico.
-Si, desde hace rato, pero ustedes no me han alimentado - dice mirando el piso -carne ¿Tienen? Me han dado verduras y cosas feas, no me gustan.
-No, no tenemos carne, Naruto - dijo el alfa mirando al niño.
-¿No? Entonces voy a salir a buscar -dice dirigiéndose a la puerta.
La mujer alarmada interfiere en el camino de su hijo. Era muy malo si su pequeño sale, es malo y peligroso.
-No, no, no bebé, yo voy a buscar tu carné, quédate aquí ¿si? - los nervios se notan en su voz, y en sus ojos destellaba miedo.
-Bien - acepta sin ánimos.
La mujer asiente aliviada y dando una sonrisa chueca sale de la casa, dejando solo al niño y a su marido.
-¿Que me ves? -pregunta alzando una ceja el pequeño rubio.
-Respetame que soy tu padre - exige. Esa frase hace que el niño ría.
-No eres mi padre, bueno... si lo eres pero no te comportas como tal. Le gritas a tu omega, le acusas de algo que ella no tiene responsabilidad ¿Sabes porque soy un monstruo? Por que así es como me llamás "un horrible monstruo" - susurra ronco, eso hace que asustar al mayor -nací con un solo propósito ¿Tu lo sabes?
El alfa niega, de nuevo habla cosas sin sentido, o eso quiere creer. Aún no entiende como su pequeño hijo se convirtió en lo que es ahora, hace apenas unos años los hermosos ojos de su hijo eran de un azul claro, llenos de esperanza y amor, ahora son carmín, sin esperanza ni amor, solo furia y disgusto ¿Donde estaba su hijo?
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Mi Alfa
FanfictionOmegas, tan lindos y sumisos. Pero no era el caso de ese Omega azabache, era hermoso, lo era, pero de sumiso ni el cabello de su cabeza. Cualquier alfa que busca su atención termina con una patada entre sus piernas. Pero al momento que lo conoció a...