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Miedos y Perséfone.




¿Hasta cuándo resistiría la paciencia de Felix? ¿Cuánto faltaba para que el pecoso se aburriese de él y su frágil amistad regresase a la normalidad?

Preguntas y otras tantas inseguridades de esa clase se cruzaban por la cabeza de Changbin mientras miraba el perfil del australiano, quien miraba sonriente a Chan mientras éste se removía en su lugar con frustración tratando de ganar una pelea de un videojuego.

Seo trataba de entender lo que estaba teniendo con Felix, trataba de darse ideas que era común el ir lento. Pero sus inseguridades consumían sus pensamientos racionales, haciéndole pensar que su lentitud hacia Felix era extrema y parecía no tener ni una pizca de avance.
Daban un paso y Changbin retrocedía cinco.
Aunque no volviesen al lugar de inicio, Changbin estaba seguro que no estaban lejos de éste y que era más probable que regresasen a él antes que llegar al otro extremo de la pista, donde estaba la meta, donde quizá Felix ya lo esperaba desde hace bastante. Pues era muy probable que, aún cuando buscan los mismos objetivos para ambos, se separaron en una parte de la carrera en una de las tantas caídas que Seo llevaba.

¿En qué caída Changbin finalmente se daría por vencido? ¿En la siguiente?

Suspiró sin poder evitarlo. Llevó sus temblorosas manos hasta su rostro y lo talló. Se sentía agotado y deseaba volver a su cama para dormir sin fin. Se sentía lleno de preocupaciones y presiones sin fundamentos que había creado solo, pero que tenían la fortaleza suficiente para sofocarlo.

Felix posó su mano sobre el antebrazo de Changbin y en cuanto el coreano lo miró, éste le regaló una sonrisa pequeña. Felix tiró con suavidad del brazo del chico hasta que sus manos abandonaron su rostro y el pecoso logró entrelazar sus manos, dándole un apretón antes de regresar su atención al mayor que lamentaba su derrota.

Seo quiso que esa sonrisa se llevase la grisácea nube que lo atormentaba. Deseó que todos su pensamientos sombríos fuesen sustituidos por ideas con más brillo en las cuales destacara la curvatura de los labios de Felix.
Pero no fue así, de hecho, tuvo un efecto contrario, pues sus dudas y temores aumentaron.

Le dolía el pensar en la última ocasión que Lee le regalase una de sus preciosas sonrisas, se odiaba por haber desarrollado cariño hacia Felix sonriendo, temía por el Changbin del futuro que tuviese que vivir sin él; pero sobretodo temía que ese Changbin del futuro no estuviese tan distante del Changbin del presente.

Deseaba que las cosas fueran sencillas, que la presencia de Felix fuese suficiente para apaciguar la avalancha que venía de manera apresurada hasta Seo quien sólo la miraba acercarse esperando el golpe.
Por más ingenuo que sonase, también deseaba que tener a Felix cerca fuese suficiente para sustituir esa fastidiosa ansiedad que le provocaba la falta de nicotina o que inclusive el australiano lograse desvanecer ese agobiante dolor que asfixiaba a Changbin y le impedía seguir, pero sólo eran deseos, pues aún codiciaba tener un filtro de tabaco entre sus dedos que llene hasta el máximo sus pulmones y sus motivaciones para poder continuar.

Temía estarse engañando sobre la forma en la que realmente se sentía por el pecoso que daba pequeñas caricias sobre su dorso, ¿no debería comenzar a mejorar su estado? ¿no es aquí donde todo comienza a llenarse de romance y todo lo dañino se sustituye por imágenes de Felix? ¿por qué seguía triste? ¿Cómo podía estar así de alicaído pero con el corazón latiendo a mil por la presencia de Lee? ¿Cómo era posible que se sintiese tan vacío y lleno a la vez?

Todo era tan confuso y nuevo, Seo sentía el deseo de huir de aquello porque desconocía la forma en la que las cosas se desenvolverían, desconocía el rumbo al que se dirigía y el piso sobre el que ahora mismo trataba de mantenerse de pie.

mortem; changlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora