ཻུ۪۪⸙͎ • 13 • ཻུ۪۪⸙͎

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Disclaimer: FullMetal Alchemist Brotherhood pertenece a Hiromu Arakawa.

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—Asi que te llamas Sarah.

—Usted tiene que ser el señor Alphonse. —respondió ella desde la espalda de Edward, intentando inclinarse en forma de respeto. —Es un honor estar ante usted.

—No te esfuerces, Sarah. —advirtió Ed mientras la acomodaba un poco, solto un suspiro dandose cuenta a donde se dirigían. Tendre que posponer mis asuntos al parecer... —murmuro.

—Lo lamento, señor. —se disculpo al escuchar aquel murmullo.

—Nah, no te preocupes.

¿En donde estaba Winry? Ella estuvo observando todo este tiempo, se mantenía al margen, analizando cada movimiento posiblemente fuera de contexto entre aquella mujer Sarah y Edward.

¿Celos? Para nada, solo que si esa muchacha se pasaba de lista no volveria a ver la luz del sol.

—¡¿No decias que no ibas a volver?! —grito Pinako desde la casa, la cual ya era divisible, ella se encontraba en la terraza junto al viejo de Den.

—¡Calla, anciana! —molestó Ed de vuelta.

Mientras mas se acercaban, mas iban molestandose entre ellos.

—Oye, chamaco. —insultó. —¿Quien es esa chiquilla? —pregunto mientras daba una bocanada dd humo de su pipa.

—Es una amiga. —contestó y ella saludo levemente desde la espalda de Ed. —¿puedes ayudarle? Esta lastimada.

—Lamento ser una molestia. —dijo de manera docil.

«No creo que se haya lastimado por nada...» se dijo para si misma, examinandola.

—Hmp. —bufo y abrio la puerta con una manos. —Venga, entren.

—Gracias, abuela. —entraron y la dejo sentada en el sofa.

—¿Puedo hablar contigo, Edward? —se ditigio a la cocina, llamandolo.

—S-si. —se paro rápidamente, dejando a Sarah y a Alphonse hablando, Winry habia ido por las cosas de curación.

Cuando entraron en la cocina, la abuela Pinako abrió la llave del agua y le miro, invitandole a sentarse.

—¿Es importante para ti esa mujer?

—Si. —Respondió firme, sus manos estaban juntas arriba de la mesa. —Pero no de esa manera. —aseguró, con la mujer que ama en su mente, la mujer que no lo dejaba dormir...

Y con la que duda que pueda hacerla feliz.

—¿Entonces...? —preguntó algo feliz, creia saber a que se refería «no de esa manera» ella sabia que su nieta tenia ese lugar.

Me obligaste a volver.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora