De cómo romper sueños.

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Nuevo día nuevos remordimientos y pensamientos psicópatas mal contenidos, mil ideas vuelan agitadas dentro de mi cabeza chocando con imprudencia entre ellas sin control ni cuidado y la sangre se mueve violenta por todo mi torrente sanguíneo mientras extiendo los brazos y la gloriosa música sinfónica explota estridente y descuidada en mis canales auditivos. Uno, dos, tres, giro y levanto una vez más los dedos, cuatro, cinco y seis.

Otro cuerpo cae destrozado, desfigurado y maltratado a mis pies, la sinfonía se detiene en un silencio estático y placentero, el mundo queda en silencio, como cuando todo enmudece antes de la tormenta. Las notas han parado de sonar, la melodía se a estancado y con ella mis movimientos, abro los ojos, sonrío a mis víctimas que flotan semi inconscientes y malheridas por sobre mi cabeza, les miro compartiendo el silencio, veo su miedo, su pánico y eso me eleva  logrando deleitarme aún más en su miseria; siento la tensión sobre mis músculos, suspiró sabiéndome un monstruo cruel y despiadado.

Percibo un leve llanto quebrado, poco a poco el silencio con el que me he fundido se esfuma entre jadeos doloridos y llantos mal reprimidos, suelto otro suspiro antes de sonreír listo para otra ronda, entonces la música se reanuda con la elegancia de los violines alineados al piano y demás instrumentos logrando que me ponga en marcha una vez más.

Los cuerpos chocan, rebotan, se retuercen y estremecen ante mis movimientos, yo soy el director de esta orquesta macabra y los gritos y lamentos ahogados de estas, mis víctimas no son más que el toque final de mi sinfonía; ya hasta casi se me pasa el enojo de haber perdido en el estúpido festival deportivo de la U.A... Casi... Pero eso lamentablemente no es verdad, después de todo yo detesto perder.

De solo pensar en ello la ira se acumula en mi cuerpo y es algo verdaderamente exasperante, es doloroso perder ante semejante pedazo de basura que es Bakugo (Porque no importa si no luche directamente contra el, sigue siendo una derrota), ese estúpido pedazo de mierda ¡Como lo odio, joder que le aplaste un tren! Siento la fuerza presionar en mi mandíbula y mis dientes castañetear ante la presión iracunda que me invade en oleadas siniestras. Es frustrante, tenso bruscamente la boca en una mueca de molestia y siento como me crujen los dientes una vez mas bajo la presión.

Nuevamente la voz de sensei llega a mi mente como un recuerdo punzante y solo hace que mi impotencia y frustración incrementen descomunalmente-¡Joder, joder, joder!-Grito apretando con fuerza los puños antes de que los últimos gritos ahogados de mis miserables y lamentables víctimas sean silenciados bajo la presión quizás hasta pacifica de una muerte tan anhelada, pobres ineptos, por lo menos se percataron de que su única manera de ser libres sería mediante la muerte.

Ah~ la apacible y benevolente muerte que nos lleva a todos por igual tarde o temprano. Abecés pienso en morir, es como un deseo profano que rebota en las paredes duras de mi cabeza, un impulso repentino que sube desde mi estomago y se atraganta en mi cuello impidiéndome respirar. Soy un asesino, una victima y un agresor, no le temo a la muerte y espero que cuando venga por mi me salude con la paz cálida de un viejo amigo. Quizás como a un socio con el que hace frecuentes negocios.

Miro los cadáveres esparcidos por el suelo y la sangre que mancha las paredes, muevo mis dedos y juego con mi cabello. Aun recuerdo sus dos primeros días aquí, lloraban y pedían por piedad y misericordia, como si creyeran que de verdad un villano podría mostrarles tal cosa, es curioso lo tontos que pueden llegar a ser los seres humanos ¿Cómo incluso en sus mayores momentos de debilidad son incapaces de ayudarse a ellos mismos? Se quedan quietos, estáticos esperando ser rescatados, esperando que alguien note sus pesares, sufrimientos y aflicciones. Como si no supieran que su mejor aliado son ellos mismos.

Camino con mi mente aún atrofiada por el suelo húmedo y pegajoso manchado de sangre, mis pies hacen un eco acuático sobre el asfalto teñido de carmín que relaja un poco mi estrés, acaricio mis cabellos despeinándome en el proceso y suelto un suspiro cuando veo mi reflejo en la pared acristalada de mi sala de recreación-Tomura-ni ¿Puedes traerme unos cuantos más? Aún tengo que sacar toda esta mierda de mi sistema-Hablo al vidrio como sabiendo que allí está él, antes de que una luz seguida del característico sonido metálico de la puerta hermética me llamen a voltear hasta la entrada por la que un grupo de desafortunados se asoman asustados.

DekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora