Capítulo 3

70.6K 3.7K 1.1K
                                    

Desconcertada.

Desperté cuando los primeros rayos de luz invadieron mi cuarto, rozando gentilmente mi rostro. Por poco se me olvidó donde estaba, hasta que abrí los ojos y ví aquel cuarto que aún me era extraño. Si Joseph creía que me iba a quedar aquí sin hacer nada estaba muy equivocado. Lo primero que debía hacer era contactar con Colem, pobre de mí, lo veía como una vía de escape.

Bostece y decidí vestirme lo antes posible para no atrasar más mis planes. Al meterme en el vestidor no daba crédito a lo que veía. Cientos de vestidos diferentes, ordenados por colores y modelos. Zapatos de todo tipo, desde tacones hasta deportivas de marcas reconocidas. Cualquier chica daría lo que fuera por tener estos lujos. Pero no era mi caso, me sorprendía, sin embargo no me fascinaba. De hecho, repudiaba la superficialidad de esas personas.

Agarré lo más sencillo que encontré por ahí. Una camiseta de manga corta, unos leggins negros y las deportivas de Nike. En el cabello me hice una humilde coleta, me miré al espejo considerando que estaba lista.

Tomé un largo respiro. Sabía que esa puerta tenía cerrojo y que probablemente mi travesía se acabase allí mismo, pero lo intenté de todos modos. Prefería comprobarlo antes que seguir el plan B. El cual consistía en saltar por la ventana.

Pose mi mano sobre el manillar de la puerta y cuando esta se abrió unos centímetros tras darle un empujón, casi chille de emoción.

Con mucho sigilo la cerré con el mismo cuidado. Por mi suerte el pasillo estaba desierto y no se escuchaba ni un mosquito rondar por allí. Bajé las escaleras con prisa y me dispuse a ir a la zona norte cuando de repente me topé con una figura masculina. Esperaba ver a Bridget, pero era el hombre que me había defendido la otra noche.

- Buenos días. Joseph estará fuera esta mañana, me pidió mantenerte vigilada. - Tenía una expresión relajada y su sonrisa era preciosa, lo contrario a mí, ya que parecía un cordero asustado. - No te voy a torturar chica, no soy un lobo.

- ¿Vas a encerrarme allí? ¿Cómo hizo él? - mi voz temblaba ante la idea de volver a esas cuatro paredes nada más empezar.

- Él se pone así a veces, pero no es mala persona. Y si te ha "comprado" debe ser porque puede darte una vida mejor.

¿Una vida mejor? Ese hombre me había dicho que no dudaría en abusar de mí. ¿Como podía defenderle?

- Gracias por lo de anoche, pero no creo que tu amigo tenga las intenciones que dices.

- Me encantaría aclarar tus dudas o liberarte. Pero no puedo. Lo único que puedo hacer es que te sientas mejor.

- Me sentiría mucho mejor sin haberlo conocido. No volvería a quejarme de mi vida como sirvienta. - dije mirando el suelo y mordiendo mi labio con fuerza. - ¿Puedo saber al menos como te llamas?

- Soy Adley, puedes llamarme Add si quieres. Dime Senata, ¿a donde ibas exactamente?

Por muy bueno que fuera, decirle que fui a buscar mi posible escapatoria no era una gran idea, ya que era un contacto directo de mi marionetista. Así que me inventé lo primero que se me pasó por la cabeza, en mi defensa diré que fue creíble.

- Acabo de despertar y tengo hambre, así que iba a buscar algo de comer.

- Oh cierto, Joseph me dejó la lista con tu comida del día. Lo lamento mucho señorita pero así serán las cosas, dice que es por tu bien. - me entregó un papel donde ponía que mi desayuno era avena con frutos rojos.

- Para ser una obligación no está tan mal.

- No eres muy selectiva en ese ámbito, me gusta.

Mi dueño y jefe © (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora