Capítulo 14

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Un ramo de desilusiones.

Pasaron días y días en los que apenas nos dirigimos la mirada. Cada vez que me cruzaba con él en la cocina o al salir del baño, se me formaba un nudo en el estómago. Sabía que lo que me habían hecho era mucho peor que abrir una puerta, pero mi conciencia no me dejaba tranquila por mis actos. Él se pasaba todo el día trabajando en sus proyectos de diseño y al llegar la noche me abandonaba cerrando la puerta principal con llave.

Tampoco supe nada de Adley. Quería más de lo que pude probar aquel día de la playa, lo deseaba o eso creía. Para ser sincera creo que fue un acto muy feo confesarte a alguien, besarlo y luego dejarlo en ascuas. Cada vez que sonaba el móvil o alguien entraba al piso, tenía la esperanza de que fuera él. Pero en vez de una llamada de amor recibía una larga charla sobre el cambio de tarifa telefónica.

"Se acabó, no quiero seguir así." Me dije a mi misma y me puse enfrente de Joseph viendo como se fijaba en mí por debajo de sus gafas de lectura. Por Dios, su mesa era un completo caos, llena de dibujos, reglas, colores y trozos de tela tirados de cualquier forma.

- Buenos días. 

- Buenas. -dijo sin ningún entusiasmo. Al ver que me quedaba sin decir nada prosiguió.- Supongo que si estás aquí es porque quieres algo, ¿me equivoco?

- Quiero verme con una amiga, ¿es posible? - iba a ir al grano, con él no servía de nada dar rodeos.

- Déjame pensar - hizo una breve pausa. - No.

- Piénsalo. No tengo mi pasaporte, ni mis documentos, ni dinero. ¿Qué es lo peor que podría hacer? Además, estoy segura de que necesitas concentración para lo que sea que estés haciendo.

Debía verme con Add, sea lo que sea que tuviéramos era algo que los dos debíamos dejar claro. No mentía a Bridget o al menos no directamente. Aquella noche de la ceremonia familiar, Bettany me dió su número antes de marcharse por una cuestión de principios o algo por el estilo. No tenía cómo comunicarme con Adley y ella era la única que podía darme la forma de verme con él.

- Fui muy claro. NO. 

- Por favor. Me portaré bien. 

- Ya fuiste desobediente demasiadas veces. ¿Por qué debería creerte?

- Esto, por...por...

- Exacto, no hay motivos. Por lo tanto déjame trabajar tranquilo. 

- ¡Es injusto! - chillé arrugando la frente. 

- ¿Lo ves? Eres igual que una niña de parvulitos. Te quedas en casa. 

- Esto va a ser contraproducente para tí. Cuanto peor me trates, peor seré. 

- Nada que un buen cinturón de cuero no arregle. - soltó de lo más tranquilo y siguió con lo suyo. 

- Vamos, sólo por esta vez. 

- ¿Aún sigues aquí? Vete ya, haces mucho ruido. 

- ¿Ah sí y ahora también?- dije agarrando un lápiz y empecé a golpear su mesa con él.

- Me duele la cabeza. Dios santo. 

- Ya sabes qué hacer. 

- ¿Si te dejo ir vas a dejarme en paz de una vez?

- Sí, no volverás a oírme. Ni un ruido, ni uno pequeño. 

- Confiaré en que no me traigas problemas. Te dejaré salir pero con una condición, pásate por Hopper Store y recoge las telas que había encargado. No quiero molestar a Grave, hoy se ha enterado de que su hermano ha fallecido. - agarró una tarjeta de contactos y me la pasó. Se podía leer el nombre de la tienda junto con un mapa de cómo llegar.

Mi dueño y jefe © (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora