Capítulo Final

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Atención:
Antes de leer quiero avisarles de que tras acabar el capítulo esperen al comunicado que debo publicar. Es muy importante.  

Obtienes lo que siembras, el karma es dulce. 

París. El lugar de las luces o como le gustaba llamarlo a Erika, el lugar del amor. La torre Eiffel ya se podía apreciar desde la ventanilla del yet privado.

Suspire acariciandome las cienes. Ni siquiera sabía cómo logré ponerme de pie esa mañana. Me había pasado toda la noche dándole a la bebida, sin parar.

Unas gafas de sol oscuras cubrían mis ojeras y mis ojos enrojecidos. Tuve que ponerme maquillaje en el pomo derecho para disimular el moretón que tenía a causa de esa bofetada.

Ella había decidido largarse ese mismo día, aprovechando las maletas, que ya tenía echas para las vacaciones y llendose probablemente con el doctorcito aquel. Me hervía la sangre solo de pensar en ello.

Al principio pensé que se había marchado con Adley, pero lo llamé y no tenía idea alguna de su paradero. Estaba igual o más impresionado que yo, de que Senata haya tenido los ovarios de dejarme.

Tuve que despedir a Hernán, fue el último quien la vió y se negaba a hablar de ella. Por muchas amenazas que le haya dado o por mucho dinero que le ofrecí. ¿Desde cuando esos dos eran tan íntimos?

Lo que más me apenaba, era tener que mentirle a Julen, el cual me preguntaba una y otra vez dónde estaba. Le dije que había ido a otro país por trabajo. Ver sus pequeños ojos verdes llenándose de lágrimas, me había rasgado el corazón.

La azafata nos pidió que nos abrochemos los cinturones para el aterrizaje. No lo hice, pues ya lo tenía así desde que despegamos.

– Deja de pensar en esa mujer, no te hace bien. – La voz de la modelo me hizo volver al presente. – Ella a echo su elección, sus celos eran más fuertes que su amor por ti. Yo en cambio, te sigo amando Joseph. – dijo Erika poniendo una de sus manos sobre la mía.

Debía ser la resaca, porque no notaba ninguna emoción por sus palabras.

– Sí, sí, perdóname. Estoy algo distraído y más con lo que pasó en el trabajo.

Después de que Senata se negara a aceptar su traición. Mande a mis seguratas a revisar las cámaras del interior del edificio y de mi despacho para investigar más acerca del tema.

En las cámaras secretas que teníamos puestas cerca de Carloi y en toda la ciudad en general, vimos cómo Senata entregaba el pendrive al hombre que trabajaba para Carloi.

La excusa del señor Rodgers me había parecido un tanto estúpida. Pues ella sabía muy bien que nuestro socio principal siempre arreglaba los asuntos en persona.

Bajamos y el aire parisino jugó con nuestros mechones. Sobre todo con los de Erika, la cual tenía el cabello muy largo y reluciente.

Estaba contenta de haber venido aquí conmigo y eso me hacía feliz. O por lo menos me convencía a mi mismo de ello.

Había elegido el mejor hotel de la ciudad, cinco estrellas eran pocas para todo aquel lujo. En recepción nos pidieron identificarnos y por supuesto no hubo ningún problema cuando les dije mi nombre.

Había pedido habitaciones a parte. Una para Julen y una conjunta para Erika y para mí. Ya era un niño suficientemente mayorcito para dormir solo.

Los cuartos estaban separados, el nuestro era el 78 y el de Juls 81. No quería que escuchase cualquier posible ruido. Era un hombre soltero y tenía a una mujer preciosa acompañándome. Y era más que seguro que íbamos a follar como animales en celo.

Mi dueño y jefe © (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora