Capítulo 26

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¿Es posible cambiar?

Perspectiva de Joseph.

Tuve la misma pesadilla de siempre, aquella que se repite una y otra vez y de la que no puedo escapar hace años. En la que asesino a mi padre a base de golpes. Mi psicólogo me explicó que era una estrategia de autodefensa. Que mi cerebro maquinó a causa del maltrato que me hizo mi progenitor desde que yo era pequeño. Daría todo por ver como mi padre sufre las consecuencias de sus actos, pero no así, sin cadáveres de por medio. La pesadilla acaba con mis manos manchadas de sangre y la sirena de policía que me acaba volviendo loco. Hasta conocer a Senata, despertaba sólo en medio de la noche, casi ahogandome por la angustia. Pero desde que vivimos juntos, cuando me pasa y despierto viendo su cuerpecito dormido a mi lado, me reconforta. Ella logra calmar ese dolor.

Y esta vez fue igual, me levanté viendo su adorable rostro y aquella posición fetal en la que acostumbraba a dormir. Acaricié su mejilla, apenas rozando mis dedos contra su piel, para no despertarla. Era su cumpleaños. No me había dicho nada al respecto. Si no fuera por su padre se me hubiera pasado por completo. Así era ella. No quería llamar la atención ni ser la protagonista, prefería ayudar y cumplir con un papel secundario en la vida de los demás. Algo realmente triste y lo que hoy intentaría cambiar. La hubiese llevado a un restaurante lujoso o montaria una fiesta de prestigio en su honor, pero sabia muy bien que eso sólo la incomodaria.

Lo primero en mi lista era darle un lindo pastel de cumpleaños. Pero no tenía idea de cómo cocinar y Bettany me aconsejó de que debía ser algo casero. Así que se ofreció para prepararlo ella misma. Llegó a las ocho en punto de la mañana, con una caja rosada en las manos y dejaba ver esa resplandeciente sonrisa que poseía. La invité a pasar, pero la terca insistió en que debía ser un día único para florecer nuestra relación. No había manera de luchar con esa mujer y salir ganando, así que tomé el pastel y seguí su consejo. Nos despedimos. Para dejarme más tranquilo me dijo que ya le haría una fiesta de chicas en unos días. En fin, era hombre y debía hacerle caso para conquistar a mi chica.

Después de preparar todo y encender las velas subí hasta la habitación y desperté a Senata, la cual por cierto tardó en abrir sus ojos y dignarse a sacar ese precioso trasero de la cama. Quedó con los ojos como platos al verme con la tarta y un gorrito de cumpleaños.

- ¡Felicidades! - dije acercandole la tarta para que soplara las velas. Lo que ella no sabía es que tenían truco.

- ¡Dios mío! - sopló tres veces seguidas antes de darse cuenta. - ¿Son de esas que no se apagan? - preguntó poniendo un puchero y se veía tremendamente encantadora.

- Me pillaste pero valió la pena para ver esa cara. - Ella se cruzó de brazos fingiendo enfado. Luego se echó a reír.

- No era necesario que te molestaras, no me gusta celebrarlo. - comentó con un sonrojo en las mejillas.

Mi dueño y jefe © (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora