Capítulo 37

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El reflejo de ella. La inolvidable. 

Perspectiva de Joseph:

Estas semanas en las que ella había estado hospitalizada, fueron un martirio para mí. Me había malacostumbrado rápidamente a tenerla cerca, a su aroma dulce, sus expresiones inocentes y despertar con ella recostada en mi pecho. Por lo que cuando le dieron el alta no había manera de fingir normalidad, me era imposible esconder la estúpida sonrisa que dibujaban mis labios.

Me comporté como un gilipollas cuando fui a visitarla aquella vez, en dónde discutimos...Es lo que siempre hago cuando no puedo controlarlo todo. El día de la boda todo se me fue de las manos, había sido un completo desastre y casi pierdo a la persona más importante en mi vida.

Estaba avergonzado por haberle fallado, por ponerla en peligro por mis propios descuidos. Debí contratar otra compañía de guardaespaldas desde la primera vez que me flaquearon, pero no lo hice. Me culpé día y noche por lo sucedido y caí en la bebida como en los viejos tiempos. Por eso no la iba a ver más, la decepcionaría de nuevo si se enteraba.

Desde que volvió a casa la traté como una Diosa. Sabía que no recompensaría todo, pero no podía hacer más. Me dolía verla así, cuando la quería tocar o hacer algo con ella se negaba rotundamente. Era comprensible, pero incluso así...Hoy mismo no pude pasar más allá de rozar su cintura.

Era un hombre y tenía mis necesidades. Me estaba volviendo loco cada vez que la veía salir de la ducha o cambiarse de camiseta. Senata es una mujer irresistible, un manjar prohibido para mí y justo eso me atormentaba. Porque soy fan de lo prohibido, adicto a conseguir todo lo que quiero. Pero si lo hacía perdería el respeto que me tiene. Así que me tocaba conformarme con unas tristes pajas.

Tomé otro café al llegar al trabajo, no había pasado una buena noche y debía estar cuerdo para la reunión de hoy. Robert dijo que tenía malas noticias, para variar. La empresa volvió a quedarse estancada. Necesitaba comprar ya los derechos de autor de Senata y me contenía a apresurarla con la decisión por su frágil situación.

Elí, Miller y otros tres junto conmigo bajamos al piso 26 para escuchar lo que nos tenía que decir Robert. Él ya tenía unos cuantos dosieres preparados y nos repartió uno a cada uno. Dejé escapar un pequeño suspiro, trabajé tanto estos meses que ya estaba harto de todo. Necesitaba urgentemente unas vacaciones. Me lanzó una mirada intimidante y ni siquiera era mi jefe. Pero era un pilar fundamental en nuestro equipo y se tomaba la confianza de reprenderme a veces.

- En las primeras páginas pueden ver las estadísticas financieras de nuestra empresa y la de Carloi.

- ¡Penoso! - exclamó Elí arrugando la frente.

- ¿Cuándo nos han sobrepasado? - pregunté recostando mi mentón en el dorso de la mano.

- No entiendo nada, parecía que todo iba bien.

- Sí, las cosas no están tan perdidas, pero ellos tienen más repercusión, sobretodo en sus redes sociales.

- ¡Os dije que era una buena inversión y nadie me escuchó!

- Deja de chillar Elí, prosigue con la explicación Tomson.

- Si van a la página treinta verán sus nuevos diseños. - comentó pasando las ideas positivas de su power point.

- Esto es surrealista, ¿cómo la gente no ve que se trata de plagió?

- Dicen que el lazo o el color lo cambia todo.

- ¡Y una mierda! - exclamó Miller tirando los papeles sobre la mesa.

- La gente es hipócrita. ¿En 2016 nos acusaban por usar la misma tela que los Gostel y ahora a estos sin vergüenza no les hacen nada?

Mi dueño y jefe © (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora