2

471 47 5
                                    

Berlín, año 2016

"Ten debilidades. Sé humano.

Pero elige una que merezca la pena".

***

Como cada día, el S-Bahn de las ocho de la mañana llegó puntual a las vías de Charlottenburg. Sin embargo, Chaeyoung no se subió en él. A pesar de no ser alemana, ya conocía perfectamente el ritmo de vida del país tras ocho años en aquella ciudad que tanto le había dado. Y sabía que la primera semana de Septiembre, era mejor ganar unas horas de sueño para evitar las aglomeraciones que se formaban en el metro a las ocho.

A esa hora, periodistas de medio mundo tomaban la ciudad a golpe de tren en dirección a la parada de Messe Süd para comenzar una jornada de trabajo maratoniana. Charlottenburg, a tan solo dos paradas del destino final, se convertía entonces en un hervidero de americanos, ingleses y alguno que otro asiático que intercambiaba miradas cómplices con Chaeyoung al detectar en ella ese innegable aire coreano que el paso del tiempo y sus nuevas costumbres no habían logrado arrebatarle. El gran evento europeo de la tecnología, con un impronunciable nombre alemán pero resumido en las siglas IFA, cada año hacía correr ríos de tinta en todo el mundo y la carrera de los periodistas por conseguir las noticias antes que nadie, comenzaba en las estaciones de transporte público.

Por suerte para Chaeyoung, su trabajo le permitía cierta flexibilidad de horarios y, en circunstancias excepcionales como aquella, podía tomarse el lujo de comenzar un par de horas más tarde. Era músico. Pero de los de verdad. De los que un buen día lo dejaron todo, absolutamente todo, para buscar una oportunidad. De los que apostaron por su sueño y ganaron. O eso le gustaba pensar a ella. Porque con cada decisión que tomamos, irremediablemente siempre estamos renunciando a otros caminos, a otras vidas. Podemos pensar que hemos acertado, que todo nos va bien y que hicimos lo correcto. Pero, ¿cómo podemos hacer ese juicio de valor tan a la ligera sin conocer el desenlace que hubiesen tenido las otras alternativas?

Una de las ventajas de haber decidido madrugar menos esa semana, es que podía despertarse a la vez que Yeri. El despertador de ambas sonó a las ocho y media y Chaeyoung no pudo evitar sonreír al ver a esa dulce mujer que refunfuñaba a su lado. Se sentía la mujer más afortunada del mundo por ser su esposa. Yeri le aportaba paz, calma. Yeri era su todo. La quería más que a nada en el mundo, aunque su mente siguiera volando traviesa cada noche hacia Seúl, buscando en la distancia los brazos de aquella otra mujer que en algún breve instante de la vida fue su cómplice. Su otro todo. El gran secreto de su vida.

Ni siquiera Tzuyu, su mejor amiga, conocía de la existencia de Mina. Nadie habría entendido su historia. Ni ella misma lo comprendía al principio pero, tras muchas canciones, tras muchas lunas y tras muchas conversaciones consigo misma frente a una copa de ginebra sin hielo, por fin había conseguido dejar de sentirse culpable. La eterna batalla mente versus corazón. Hacía ya tiempo que había decidido rendirse y asumir que nunca lograremos reconciliarlos.

Chaeyoung y Yeri intercambiaron un par de sonrisas cargadas del amor y el cariño más sincero que pueden regalarse dos personas. Hacía ya tres años que habían contraído matrimonio y sus sentimientos seguían latentes, inalterables, idénticos a aquella soleada tarde en la que se prometieron amor eterno. Pero Chaeyoung, que le había escrito mil y una veces al amor, sabía lo efímero que puede ser lo eterno, y al revés. "Los amores eternos son los más breves", en alguna canción dedicada a la misma chica de siempre, Chaeyoung había hecho propia aquella popular cita de Mario Benedetti que refleja esa brecha temporal de la que no solemos ser conscientes.

Yeri fue la primera en salir de la cama aquella mañana. Al contrario que Chaeyoung, ella sí tenía un horario fijo y quedarse dormida o retozar un rato más entre sábanas no era una opción. Trabajaba como investigadora en una famosa compañía farmacéutica en Berlín y a pesar de lo mucho que le gustaba su trabajo, aún no se había acostumbrado a la excesiva responsabilidad que conllevaba su puesto. Un despiste inoportuno podría llevarse por delante toda su reputación y tirar por la borda años de sacrificio y absoluta dedicación.

Lo que nunca fue - MICHAENGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora