"¡Qué bonitas las estrellas!
Tan fugaces, tan calladas.
Ellas aún creen que tú y yo..."
***
Tenía el vello de punta y las lágrimas amenazando con navegar por sus mejillas. La salita de estar tenuemente iluminada tan solo por una lámpara de mesa, dejaba todo el protagonismo a un televisor en el que se estaba proyectando la Gala de los Premios MAMA. Ni siquiera la abrigada mantita de cuadros con la que se tapaba las piernas ni la estufa que caldeaba la habitación, pudieron evitar un escalofrío recorriendo su cuerpo al ver a Chaeyoung lograr ese gran reconocimiento. Lo había conseguido. Y ella no podía evitar sentirse orgullosa y triste a la vez. Su intensa mirada se le clavó en el alma y tratando de silenciar su agitada respiración, concentró toda su atención en el discurso. Oír su voz, ver su sonrisa, imaginársela recorriendo Seúl y respirando el mismo aire que ella, hizo que se volviera a enamorar de aquella chica que le robó el corazón un verano de hacía ya demasiados años. Si es que alguna vez dejó de estarlo.
Mina apagó el televisor y como si se tratara de un ritual masoquista y autodestructivo, encendió la tablet para ver las fotos de aquellos días que compartió con ella en el norte de Alemania. Hacía mucho tiempo que no las veía, no podía evitar que los recuerdos le hicieran daño, pero hoy necesitaba más que nunca empaparse de ella. La primera vez que escuchó "Lo que nunca fue", no pudo dejar de llorar. Si con el resto de canciones le parecía algo narcisista pensar que todas hablaban de ella, con aquel tema no le cupo ninguna duda. Había perdido la cuenta de las noches que había cerrado los ojos escuchándola, de las mañanas de lluvia que había desayunado con un café y su melodía. Sentía que aquello era su gran tesoro, la suerte de su vida, el secreto compartido en silencio entre dos almas que a pesar del tiempo y la distancia, mantienen en su interior algo indestructible. "¿Por qué no pudimos ser, Chaeyoung?". Se detuvo en su foto preferida, una instantánea distraída de un momento feliz bajo las estrellas berlinesas. Después de aquel año, no había vuelto a la ciudad. Había rechazado las ofertas de trabajo que le surgieron para cubrir de nuevo IFA, no quería arriesgarse a encontrarse otra vez con ella. A veces, es mejor convertirse en un bonito recuerdo que en un error que se repite con demasiada frecuencia. No quería ser una piedra en el camino de Chaeyoung. Le constaba que era muy feliz en su vida y ella... bueno, ella al menos respiraba. Tenía un trabajo que le llenaba y le daba una buena estabilidad económica, además de unos amigos con los que nunca le faltaba una grata compañía, pero su corazón era incapaz de amar a nadie más que no fuera ella.
Había pasado bastante tiempo desde que dejó a Nayeon y aunque intentó volver a ilusionarse, sus difuntas mariposas siempre le recordaban que aquellos labios, aquellos ojos y aquellas manos no le pertenecían a ninguna de las que pudieran llegar.
Si había una mínima posibilidad de volver a ilusionarse con alguien, el recuerdo del fantasma de Chaeyoung volvía a aparecer implacable.
Lo que más le dolía de aquella noche era esa sensación de no saber si estaba haciendo lo correcto. Uno de sus clientes principales le había ofrecido cubrir el evento en el backstage; en un primer instante, ella aceptó, ilusionada como una colegiala por imaginar ese momento de volver a encontrarse frente a frente con ella. En aquellos meses desde su despedida en el aeropuerto, no había pasado un solo día en que no se hubiera despertado con su recuerdo, algo que lejos de hacerla sentir triste, le daba fuerzas para continuar. Quién sabía si la vida les tenía guardadas más sorpresas, quién sabía si al final de sus días, sería su mano la que sostendría la mano anciana de Chaeyoung. Todos tenemos una luz que ilumina nuestro camino. Y la suya, sin duda, era la esperanza de volverle a ver, de poder ser. Pensar en su sonrisa y en el breve instante de vida que compartieron era suficiente para sentir que podía echarle coraje a la vida. Lejos de hundirse, el amor, su amor, siempre fue su motor. Y eso que nunca fueron... Eran increíbles todas las cosas que quería ser gracias a ella.
Miró el reloj. No vivía demasiado lejos del lugar donde se celebraba el evento. Aún podía llegar a tiempo para verle, ¿estaría ella esperándola? ¿Habría llegado a Corea pensando en la remota posibilidad de volver a encontrarse con ella en las calles de Seúl? ¿Le hubiese gustado verla tras la cámara en la que probablemente estaría siendo la noche más feliz de su vida? Las preciosas letras que componía para ella, deberían haber sido suficientes para que Mina obtuviera una respuesta, sin embargo, no podía evitar cuestionarse si realmente Chaeyoung quería volver a jugársela por ella.
Desde que vio su cara en los periódicos el día que salieron los nominados, no había dejado de buscar información sobre ella. Había leído cada entrevista que le habían hecho y a esas alturas ya estaba más que informada sobre su vida. Iba a ser madre dentro de poco, probablemente esa era la razón por la que decidió dejar las cosas como estaban y no acudir aquella noche al Hotel. Chaeyoung no la había buscado en todo este tiempo, pero quién sabe si pensando exactamente lo mismo que ella.
Volvió a mirar el reloj. Aún estaba a tiempo, aún podía jugársela, todavía podía decirle que no había pasado un solo día sin echarle de menos.
Apagó la tablet, se levantó del sofá y se dirigió al dormitorio de su amplio apartamento para uno. Tomó una decisión. Se puso el pijama y se metió en la cama, buscándole una noche más en los brazos de Morfeo y pensando en si esta era la última oportunidad que la vida les quería dar.
A apenas 5 kilómetros de allí, Chaeyoung entraba de nuevo en su habitación con el premio entre sus manos. Había abandonado la fiesta post-gala demasiado pronto, pero se disculpó con el resto de compañeros de profesión alegando que le dolía bastante la cabeza y que a la mañana siguiente tenía que coger temprano un avión. Era cierto que no se encontraba bien, pero era su corazón el que reclamaba algo de atención. Tzuyu, que tenía más ganas de fiesta que ella, se quedó.
Se sentía afortunada y sola, tremendamente sola, curiosa contradicción. Sabía que a miles de kilómetros de allí, Yeri le esperaba orgullosa; pero en estos momentos solo podía pensar en por qué Mina no había acudido. Revisó las notificaciones de su móvil mientras se deshacía por fin de la ropa que había comprado especialmente para ocasión. Con cada mensaje de felicitación de un número desconocido, el corazón le daba un nuevo vuelco hasta que comprobaba que no eran sus dedos los que se escondían tras él.
Y entonces, quién sabe si por la soledad que nos inspiran los hoteles cuando regresamos a ellos sin compañía o por la fiebre del éxito para la que nuestra alma no siempre está preparada, hizo aquello que siempre se prometió no hacer. La buscó. Un par de búsquedas en las redes sociales le bastaron para encontrarse de nuevo con aquella chica que le hacía sentir tan pequeña aunque el resto del mundo le viera como alguien muy grande, alguien que lo ha conseguido todo. Sus ojos, su sonrisa. Estaba radiante y guapa, tal y como la recordaba. Maldijo a aquella chica de veintidós años que olvidó lo que realmente importa. Volvió a mirar el premio y pensó de qué servía todo aquello si Mina no estaba esa noche junto a ella. Sintió una gran tentación de contactar con ella, de enviarle un mensaje privado y decirle que no podía existir mayor premio en el mundo que saber que alguna vez su piel y su corazón llevaron su nombre.
Pero ella tampoco dio el paso. Apagó el móvil y una noche más, sacó su vieja libreta y comenzó a escribir la letra de otra nueva canción de desamor, sin saber que a tan solo cinco kilómetros de allí, Mina volvía a desvelarse por ella.
A la mañana siguiente, sin apenas haber pegado ojo, Chaeyoung atravesó sin mucha prisa el finger que le conducía a su avión. Era el momento de regresar a la vida que un día eligió.
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Lo que nunca fue - MICHAENG
Teen FictionAl borde de su muerte, Chaeyoung no puede evitar recordar a Mina y el breve instante de vida que compartieron en Berlín. No era su momento ni su lugar. Descubre una bonita historia de amor de dos almas unidas por siempre por un invisible hilo rojo. ...