"Todos locos.
Me lo dijo un día un buen amigo y no le creí.
Nos reímos de la locura,
nos emborrachamos de felicidad,
nos creímos los dueños del mundo.
Por un instante.
Como sucede con todas las cosas buenas de la vida.
Y ahora... ahora el loco soy yo".
***
Puntual como siempre lo fue, a las siete en punto Chaeyoung paseaba nerviosa junto a las grandes letras instaladas en las inmediaciones del recinto. Dos periodistas coreanos grababan un par de tomas sin demasiado éxito; ella, como experta en sonido que era, estuvo a punto de acercarse a ellos para decirles que con ese equipo que portaban nunca conseguirían hacer nada decente, pero comprobó que ellos mismos se dieron cuenta y desistieron. Le pareció escuchar alguna broma sobre la mala pata que habían tenido al dejar los equipos en Corea y le gustó ver que aún queda gente a la que la pasión por lo que hacen le puede más que cualquier contratiempo y que aún todavía ponen empeño y ganas. Deberían existir más personas así en el mundo.
19.05h: Mina no aparecía y Chaeyoung, nerviosa, comenzó a frotar las manos contra su blusa. La espera estaba haciendo que le sudaran más de la cuenta; su ritmo cardíaco se aceleraba ante la idea de volver a tenerla frente a ella, esta vez de forma voluntaria y sin que el destino la pusiera en su camino sin poder decidir si quería volver a abrir sus heridas en carne viva o si prefería mantener la bonita cicatriz de una vieja batalla.
De pronto, la vio salir. La ligera brisa berlinesa mecía su larga melena negra, lisa y suave, como siempre la había recordado. Su pulso volvió a acelerarse cuando ella le miró y le sonrío.
—Perdón por el retraso, es increíble lo grande que es esto. Lo que se ve desde fuera no es ni una cuarta parte de lo que contiene.
—No te preocupes, acabo de llegar. ¿Dónde quieres que vayamos?
—Sorpréndeme, tú eres la experta en esta ciudad.
—¿Tienes hambre?
—Me has leído el pensamiento —sonrío de forma traviesa, mientras los ojos de ambas seguían gritándose todo lo que sus bocas callaban.
—Acompáñame, vas a probar las mejores hamburguesas de Berlín.
Volvieron a tomar el S-Bahn e iniciaron el mismo camino de vuelta, apeándose en Charlottenburg. Caminaron durante cinco minutos y llegaron hasta un pequeño local que no llama especialmente la atención, pero que goza de una bonita y sencilla terraza que a los berlineses les gusta casi tanto como su menú. Windburger siempre estaba lleno hasta la bandera por sus fantásticas hamburguesas a un precio ridículo. Chaeyoung le aconsejó tomar una BBQ Burger, su preferida, y una de patatas para compartir. Las raciones eran enormes e incluso a ella le costaba terminarlas. Tomaron asiento en una de las mesas de la terraza y, girándose sobre sí misma, le señaló un balcón ubicado a tan solo unos diez metros:
—¿Ves esa terraza pequeñita? ¿En el edificio marrón? Ahí vivo yo.
—Es una calle preciosa. Me gusta.
—Sí, las vistas no son nada del otro mundo, pero me inspira mucho salir por las noches y escribir allí.
—¿Sigues en la música? —Mina trató de disimular, habría quedado como una psicópata si le hubiera dicho que conocía todas sus canciones.
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Lo que nunca fue - MICHAENG
Teen FictionAl borde de su muerte, Chaeyoung no puede evitar recordar a Mina y el breve instante de vida que compartieron en Berlín. No era su momento ni su lugar. Descubre una bonita historia de amor de dos almas unidas por siempre por un invisible hilo rojo. ...