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Berlín/Seúl, año 2018

"Todos somos un domingo por la tarde en la vida de alguien.

Y yo, cada domingo, vuelvo a decir que se acabó.

Y entonces me vuelvo a enamorar un poquito más".

***

Seúl:

Diciembre de 2018. Una nueva ruptura en la vida de Mina. Si es que se le podía llamar así. Había perdido la cuenta de con cuantas personas había tratado ya de recuperar la ilusión, pero el desenlace siempre terminaba siendo el mismo. Cuando ellas le proponían algo más serio, ella salía corriendo despavorida. La vida al revés. No es que no quisiera enamorarse, al contrario, seguía buscando desesperadamente alguien que le ofreciera el calor de un hogar, pero inevitablemente siempre los comparaba con Chaeyoung o, más que con ella, con todo lo que le había hecho sentir y todo lo que aún seguía palpitando en su corazón ante la simple idea de volver a encontrarse con ella en el metro, en la calle, en el fin del mundo. Ojalá pudiera volver a sentir eso con alguien, mientras tanto, seguiría tratando de ilusionarse y afrontando con madurez cada nuevo tropiezo. Quizás la vida ya le había puesto por delante su única oportunidad de amar de verdad y la había dejado pasar. Quizás ya no había más para ella.

Cada noche, una idea la martirizaba hasta el punto de desvelarse a veces de madrugada y no poder volver a conciliar el sueño: "Si le hubiese pedido que se quedara en alguna de las dos ocasiones que la vida nos dio la oportunidad de estar juntas, ¿lo habría hecho?, ¿o quizás ella también quería pedírmelo pero no se atrevió porque suponía que mi respuesta iba a ser un no?". Al final, siempre ocurre lo mismo: la vida nos ahoga con las palabras que no pronunciamos en su momento. Las evitamos, nos las tragamos, creyendo que así estamos salvándonos de una gran caída, pero no sabemos que tarde o temprano tendremos que saltar ese precipicio y que, para entonces, la distancia hasta el suelo será mucho más elevada. Y la caída, mortal.

En esos dos años, no volvió a saber nada de Nayeon. Nunca le cogió el teléfono y la única vez que se le ocurrió esperarle a la salida del trabajo para poder darle una explicación, ella no quiso escucharla y la dejó plantada bajo su paraguas amarillo. Un amigo en común le había contado que estaba con otra chica, se alegraba por ella, ojalá alguien pudiera hacerle feliz, ojalá su herida estuviera ya cerrada. Nunca quiso hacerle daño, simplemente se dio cuenta a tiempo que no era el amor de su vida. Y mucho se temía, que este ya tenía nombre, apellido y una vida plena en Berlín.

Aquel domingo, lo aprovechó para empacar las pocas pertenencias que Jisoo había dejado en su casa en los apenas dos meses que duró su intento de relación. Sabía que no había hecho bien dejándole por teléfono, pero un error más en su lista de pecados no iba a acelerar su entrada en el infierno. Probablemente a estas alturas ya tenía una plaza reservada con su nombre.

Los domingos no dejan indiferente a nadie. Para unos, es el día que por fin pueden descansar y dedicarle tiempo a sus seres queridos; para otros, es una sucesión de horas inconclusas aliñadas con Ibuprofeno y café. Pero al final del día, cuando cae la noche y el lunes amenaza con llegar, todos nos vamos a la cama con una extraña sensación en el cuerpo. Aquello en lo que pensamos un domingo por la noche, es realmente lo que más deseamos.

Pasó el día en pijama y decidió pedir algo de comer para no tener que gastar sus escasas energías en cocinar. Mientras esperaba al repartidor, mató el tiempo de espera llamando a su mejor amiga, la confidente perfecta a la que acudía cada vez que su cabeza y su corazón no se encontraban en sintonía. Ella no conocía la segunda parte de la historia de Chaeyoung, pero aunque le faltaba la pieza más importante del puzzle, siempre sabía cómo devolverle la sonrisa cuando sentía que las cosas no iban del todo bien.

Lo que nunca fue - MICHAENGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora