«ocho»

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Christopher parpadea algunas veces, no sabe si su cabeza está jugando con él por todo lo que acaba de darse cuenta, o en realidad ella está ahí frente a él, apuntándole con una arma.

—Haise. —Christopher susurra, no la quiere asustar.

Ella no dice nada, simplemente se acerca a él, aun apuntándolo. Haise se ve como antes, a los ojos del castaño. Su cabello largo, que se le pega entre si por la lluvia que ha caído toda la tarde. La camiseta que lleva puesta se aferra a su cuerpo demacrado, sucio, manchado y cubierto de lo que parece sangre; fresca o seca, él no está seguro.

—Haise. —él vuelve a decir, pero no tiene la oportunidad de decir algo más, ya que ella se le tira encima.

Ambos caen en el piso, Christopher contra el suelo y ella encima de él. Ella pone una de sus rodillas contra su estómago, haciendo presión ahí. Con su brazo de metal presiona su cuello, dejándolo sin respiración.

—Не шевелись! —ella grita, poniendo mas presión contra su garganta.

Christopher se mueve, tratando de quitarse su brazo de encima, dándose cuenta que ella no lo hará por si sola. Haise le da un puñetazo con su otro brazo, enterrando su rodilla mas profundo en su estomago.

—¡No te muevas! —ella ordena en español, sorprendiendo al castaño. —¿quién demonios eres? —pregunta, poniendo mas presión contra su garganta. —¿quién demonios eres? —repite otra vez.

—Soy Christopher. —él apenas puede decir. —tú me conoces. —ella niega con la cabeza. —soy Christopher.—la mira directamente a los ojos. —Haise, por favor. —él ruega.

—Заткнись! —ella vuelve a decir en lo que parece ruso. —¡ese no es mi nombre, yo no tengo un nombre! —se le quita de encima, arrastrándose hacia atrás.

Christopher se acaricia la garganta, tratando de calmar su respiración, sin quitarle los ojos de encima. Ella pone su brazo de metal detrás de su espalda y Christopher le ruega al cielo que no sea otra arma. Cuando ella vuelve a poner la mano enfrente de él, desdobla lo que parece una hoja de papel y se la muestra.

—¿Por qué ella tiene mi rostro? —apunta a uno de los folletos del museo de Smithsonian donde están los comandos aulladores, y ella está junto a él.

—Tu tienes un nombre. —él insiste. —y esa eres tú. —le da una sonrisa. —tu nombre es Haise Elizabeth Gómez, naciste en Brooklyn, lo cuál no está lejos de aquí. —

—¿Cómo me conoces? —ella dice en un tono duro y frío. —¿cómo? —vuelve a repetir cuando Christopher no dice nada.

—Eres mi mejor amiga. —finalmente le dice, no cree que sea prudente que le tire la bomba de "eres el amor de mi vida", ya que sería mucho para ella en estos momentos. —crecimos juntos, nos conocemos de toda la vida. —trata de decir sin que se le quiebre la voz.

—¡Me estás mintiendo! —toma otra arma y lo apunta con esta.

—No, por supuesto que no. —es rápido en decir. —somos mejores amigos. —y mucho mas, pero este no es el lugar ni el tiempo indicado para decírtelo. —por favor baja el arma y hablaremos... —

La puerta se abre de golpe, Christopher se estremecería si pudiera moverse, pero Haise es rápida en tirársele encima y ponerlo en la misma posición de antes. Richard, Joel y Erick están parados en la puerta con armas apuntándolos. Erick con su arco, Richard con un guante brillante y Joel apuntando con el cañón de un arma a la cabeza de Haise.

—Puta madre. —Erick es el primero en hablar.

Christopher les quiere decir que se alejen, que lo tiene bajo control, pero sabe que ellos no le harán caso. Vuelve a ver a Haise quien tiene una expresión seria en su rostro, sabe que está pensando como salirse de esta.

—Bajen sus armas o le rompo el cuello. —ella ordena en tono escalofriadamente calmado.

—Bajaremos nuestras armas si quitas tu mano de su cuello. —Joel dice. —nadie te quiere hacer daño. —da un paso hacia atrás, bajando su arma. —estas perdiendo mucha sangre. —dice al notar lo mojada que está su camisa.

Parece como si Haise no lo hubiera notado hasta ahora y con su brazo que no es de metal pone presión en la herida.

—Haise, déjame ayudarte por favor. —Christopher susurra. —estás a salvo aquí, lo prometo. —

Haise lo mira por un segundo o dos, haciendo una mueca de dolor; entonces ella simplemente se desploma. Christopher se tambalea hacia adelante y logra atraparla contra su pecho antes de que caiga al suelo. Luego, de repente todo se vuelve silencioso, solo el golpeteo de la lluvia golpeando las ventanas es audible en la habitación oscura. El corazón de Christopher sigue latiendo al doble de la velocidad habitual, pero Haise está en sus brazos, es una presencia fría y casi muerta, pero ella está allí.

Christopher mira a la izquierda. Joel y Erick han bajado sus armas y el guante de Richard ya no brilla.

—Conseguiré el botiquín de primeros auxilios. —Erick dice, saliendo de ahí.




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SOLDADO DEL INVIERNO ‎✪ HAISETOPHERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora