8. Tourney

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—¡Jay, Ben, ataque! ¡Chad, tú eres defensor! Taylor, tú eres el lanzador —gritó.

—¡Sí, entrenador! —contestó Taylor.

—¡Oye! ¡Tú! ¡Niño perdido! —llamó el entrenador, y Carlos lo miró, inseguro de qué hacer— Ponte el casco y sal de la zona de riesgo. Vamos.

—¿Zona de riesgo? —preguntó Carlos confundido, y aquello me preocupó. ¿Nadie le había explicado a Carlos cómo era el juego? Jay parecía comprenderlo, aunque, en realidad, Jay siempre se veía seguro de lo que hacía.

El entrenador silbó y el juego empezó. Las porristas dejaron de practicar los pasos que Audrey había explicado para la coreografía nueva, tal y como yo ya había hecho desde que el entrenador empezó a dar órdenes, para prestar atención al partido.

—¡Vamos, Jay! —grité, aplaudiendo al verlo empujar a otro del equipo contrario. Sonreí cuando vi a las porristas seguirme y empezar a animar el partido con entusiasmo.

Jay gritaba y gruñía, empujaba a todos los que se le cruzaban y robaba la pelota con destreza y decisión. Al entrar a la que llamaron "zona de riesgo", evadió un par de platillos que le dispararon, con la misma agilida con la que yo había pasado la prueba de porristas. Grité con todas mis fuerzas, saltando y aplaudiendo junto con el resto del equipo.

Carlos gritó y maniobró, suplicándole a Jay que no lo lastimara, pero mi hermano, una vez que se ponía así no, no se detenía. Carlos se hizo ovillo en el suelo y se cubrió con el escudo, lo cual usó Jay a favor para saltar en él, empujó a otro jugador, tomó la pelota con el palo y anotó.

Casi todas, ya que Audrey ni siquiera se movió (porque no parecía contenta), celebramos por la anotación de Jay, que fue increíble, pues lo había hecho todo él solo.

—¡Tu hermano es increíble!

—¡Se nota que son familia!

Sonreí agradecida por los halagos, y corrí hacia mi hermano, quien celebraba solo y con extraños bailes. Al verme ir hacia él, gritó y extendió sus brazos, dejando sus palmas en el aire para que las chocara, lo cual hice con una gran sonrisa y un salto para alcanzarlo.

—¡Sí! —celebramos, cuando el silbato del entrenador nos hizo voltear.

—¡Tú! —señaló a Jay. No lucía contento— ¡Ven aquí!

Nos acercamos con el semblante lleno de confusión, sin entender qué lo habría molestado.

—¿Qué fue lo que hiciste ahí? —pregntó con mal tono, señalando a la portería. Jay yo miramos, aún sin entender de qué hablaba— Te diré qué fue: talento puro —sonrió, y Jay yo lo imitamos, chocando puños entre nosotros con orgullo—. Ven a verme más tarde. Te mostraré algo que no has visto, se llama "reglamento" —rió, dándole una palamada en el hombro— Bienvenido al equipo.

Tanto Jay como yo miramos el gesto que le dio en su hombro, incómodos. Ni a él ni a mí nos gustaba el contacto con otras personas desconocidas, pues eso en la Isla normalmente sólo sucedía bajo el contexto de una pelea o una amenaza.

El entrenador borró su sonrisa cuando miró a Carlos.

—¿Has pensado en entrar a la banda? —sugirió.

Jay se burló con una carcajada, pero se le cortó cuando lo golpeé en el estómago con un manotazo, cortándole el aire.

—No es gracioso —intervine cuando varios más se le unieron a la burla, pues no me agradaba cuando alguien hacía burla de uno de mis amigos, y la risa de Jay no ayudaba.

stolen | ben beastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora