14. Videollamada

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Estaba terminando el ejercico que el Hada Madrina nos había encargado terminar antes de la final de la clase, contestando la última pregunta, cuando se levantó de su escritorio y se acercó, taconeando con una gran sonrisa.

—Chicos, disculpen... —pidió nuestra atención.

Jay, que por hoy se había sentado conmigo, dejando a Carlos con Chico, levantó la mirada de su libreta al mismo tiempo que yo. Al parecer todos le prestaron atención, porque comenzó a darnos una noticia, emocionada:

—Como saben, este domingo es el Día Familiar aquí en la escuela, y... como sus padres no pueden venir por... eh...

—La barrera mágica —completé, cruzándome de brazos, a la vez que le echaba una mirada de reproche.

La sonrisa del Hada Madrina se tambaleó, pero logró componerse al instante.

—La distancia, iba a decir, pero gracias, Jade —carraspeó, sin perder la sonrisa—. Bueno, hemos arreglado algo especial para ustedes —dijo, dándose vuelta y trotando con sus tacones de aguja hasta el televisor posicionado bajo la tarima donde siempre subía a dar la clase. Presionó un botón del teclado y en la pantalla apareció Maléfica, tan cerca de la cámara que podíamos ver los grumos de su máscara de pestañas.

—No veo ni oigo nada —dijo Maléfica, dando visión a quienes estaban detrás de ella: mi padre, la Reina Malvada y Cruela.

—¡Chicos! —nos llamó el Hada Madrina, animándonos a acercarnos.

Jay me dio la mano, como apoyo, para acercanos. Sin presión ni prisa, caminamos hasta llegar a donde estaba el televisor. Todos parecían confundidos y estresados porque no sabían cómo encender su pantalla para poder vernos. Maléfica, tan pronto como siempre, ya estaba gritando y dando órdenes.

Carlos sostenía cariñosamente a Chico, mientras Mal e Evie se mantenían lado a lado para darse apoyo, como Jay y yo lo hacíamos.

—Odio la tecnología —declaró Maléfica, y entonces todos pusieron caras de sospresa. Por fin habían logrado encenderla pantalla y ahora nos miraban.

—¡Evie, es mamá! —exclamó la Reina Malvada, saludando, a lo que Evie correspondió con una sonrisa tierna— Mira qué hermosa. Ya saben lo que dicen: "de tal manzana envenenada, tal manzanita".

—¿No querrás decir hierba mala? —se burló Maléfica, a lo que Cruela y mi padre la siguieron con risas.

—Mi muchacho, veo que sigues en forma —saludó mi padre con una gran sonrisa, agitando la mano en saludo— ¡Jade, mi viborita! ¡Gil te manda saludos!

Sonreí enternecida. Extrañaba a mi mejor amigo.

—¡Ou! ¿Quién es ese espanto? —casi gritó Cruela, poniendo un gesto de horror y asco.

—Ella es el Hada Madrina —aclaró Mal.

—¿Aún haces trucos con berenjenas?

—¡Convertí una calabaza en un bello carruaje!

Las risas de los villanos no tardaron en hacerse presentes...

—¿No podías darle a Cenicienta hasta la una de la mañana? Es decir, ¿en serio? ¿Acaso los hámsters debían regresar a correr a sus rueditas?

... y luego en aumentar.

—¡Eran ratones! No eran... Eran ratones —nos recordó el Hada Madrina, volteando a vernos para buscar apoyo.

—Muchas gracias... —dijo Mal, buscando dejar el tema de los ratones atrás.

—Eran... ¡Eran ratones! —gritó el Hada Madrina en un susurro hacia nuestros padres, antes de alejarse de la cámara y hacerse a un lado.

stolen | ben beastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora