11. Chispas de chocolate

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Miraba a Mal revolviendo la mezcla de galletas que había en en el tazón frente a mí. Batía sin detenerse, integrando bien los ingredientes, y eso era lo único que yo podía hacer: mirar. Mirar con el ceño fruncido aquel hechizo de amor que Ben ingeriría para enamorarse de mí.

Algo en mi cabeza, una vocecilla que nunca antes había tenido, me repetía una y otra vez que no estaba bien lo que iba a hacer. Estaba interviniendo entre el amor de Ben por Audrey, saldrían lastimados, Ben sería tratado como marioneta.

Sentí náuseas, pero me controlé y guardé mis comentarios. Si me escuchaban decir que sentía culpa, sólo me dirían que no olvidara quién era: una villana.

—Dice que necesitamos una lágrima, y nosotros nunca lloramos —comentó Mal, leyendo su libro de hechizos.

—¿Y si cortamos algunas cebollas? —ideó Carlos.

—¡No! El libro dice que necesitamos una lágrima de tristeza humana, y esta poción tiene las mejores críticas, así que debemos seguirla al pie de la letra.

—Una lágrima es una lágrima.

—Eso no es cierto, Jay —corrigió Evie—. Ambas tienen anticuerpos y enzimas, pero una lágrima emocional tiene más hormonas de proteínas que una lágrima de reflejo.

Mal y yo la miramos soprendidas y orgullosas.

—Escúchate —dijo Mal con voz cantarina.

—Cara bonita y cerebro grande —le guiñé un ojo.

—Sí, ya sabía eso —mintió Jay.

—No lo sabías —dijo Carlos.

—Claro que sí.

La puerta de la cocina se abrió sin ningún aviso y de ella se asomó Lonnie, aliviada.

—¡Aquí estás, Mal! Estaba buscándote.

Me incliné rápidamente para cubrir el libro de hechizos mientras Mal me pasaba un trapo, con el que sutilmente tapé la receta.

—¡Todas las chicas quienes que les arregles el cabello! —contó con alegría— ¿Un bocadillo nocturno? ¿Qué cocinan?

—Nada especial. Galletas... ¡No, no!

—¡Espera!

Todos gritamos cuando la vimos meter el dedo a la mezcla y llevárselo a la boca. Lonnie nos miró asustada, terminando de probar la masa.

—¿Qué? No volveré a meter el dedo.

—¿Sientes... algo? —pregunté, buscando alguna reacción.

—Sí. ¿Te parece que le falta algo? —siguió Evie.

Lonnie se echó hacia atrás, incómoda, cuando Jay la saludó y se acercó coquetamente hacia ella, usando su mejor carisma.

—Podrían ponerle chispas —sugirió Lonnie, sin inmutarse ante el intento de seducción de Jay.

—¿Y esas son...? —preguntó Mal, suspirando de alivo al ver que Lonnie no tuvo ningún efecto a la poción incompleta.

—Chispas de chocolate. El grupo alimenticio más importante —respondió con ilusión, dejando una taza con pequeños trozos de alimento café—. Esperen. ¿Acaso sus padres nunca les hicieron galletas con chispas de chocolate? —preguntó, impresionada, colocando un puño de las chispas de chocolate en la mezcla— Como cuando se sienten tristes, y están recién salidas del horno y con un gran vaso de leche, y ellos te hacen reír y ponen todo en perspectiva y...

stolen | ben beastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora