Lindos Recuerdos Tortuosos

941 94 101
                                    

De nuevo, Sandy se enfrentaba a ese extraño espacio donde una infinita cantidad de brillantes cuerpos esféricos estaban dispersos por todo el interminable y oscuro lugar. Ninguno de ellos se movía de donde estaban ubicados, permanecían allí, todos separados de todos con exactamente la misma distancia. Su luz lila parecía ser cálida y confortable, invitaba al joven a acercarse a ellas.

Su respiración parecía congelada y su cuerpo, cubierto por un vestido morado que llegaba hasta sus rodillas y con un moño lila a la altura de su cintura, se asemejaba al de un muerto por su baja temperatura. A pesar de esto, no temblaba ni siquiera un poco, pero sentía una inmensa necesidad de unirse al caliente aura que emanaban aquellas estrellas.

Paulatinamente, acortaba la distancia entre él y la esfera queriendo abrazarla, aunque la belleza de la luz lila no le causaba emoción. No le causaba nada. Pero, al momento que estiró su brazo para alcanzarla y rozó su superficie lisa perfectamente circular con la yema de sus dedos, el divino cuerpo poco a poco fue cubriéndose de una dura capa rocosa que apagó esa luz quitándole todo su atractivo.

Retrocedió unos pasos viendo al cuerpo, ahora muerto, caer contra el inexistente suelo generando un estruendo como si fuera el objeto más pesado del universo siendo que, hace tan solo unos segundos, aparentaba ser más ligero que una pluma.

El ruido murió dejando otra vez un vacío en su pecho.

Pasaron unos pocos segundos en silencio hasta que escuchó algo quebrándose lentamente. Unas gotas negras cayeron sobre su vestido de brillante morado y llevó su mano derecha a su rostro manchado por las mismas gotas. Sus dedos sintieron el líquido oscuro y lo observó. Ahora, una pequeña grieta adornaba su mejilla derecha.

No le dio importancia al ser una marca tan insignificante para él. Nada cambiaba, todo seguía. Podía mantenerse de pie y seguir caminando sin rumbo mientras sus ojos esmeralda observaban el hermoso brillo del resto de cuerpos luminosos que se mantenían flotando a su alrededor. Alguno de ellos tan altos que parecían inalcanzables.

La grieta en su rostro seguía goteando aquel líquido negro que limpiaba con sus manos. Era molesto tener que desviar su atención del montón de luces por esa pequeña herida, se perdía de su belleza. Comenzaba a ser un estorbo y con el paso del tiempo se agrandó rompiendo aún más su piel.

Al quebrarse, simultáneamente, otra de las esferas que se encontraba cerca de él cayó sin vida causando el mismo estruendo que la anterior. Su piel dejó de quebrarse, pero ahora era más la cantidad de gotas oscuras que salían de la grieta. Se volvió un problema aún mayor mantenerlo oculto de los expectantes cuerpos que se deprimían de tan solo ver como derramaba su impuro contenido sobre la tela morada.

Las luces seguían brillando con menos intensidad, y el joven siguió caminando como la primera vez fingiendo que no estaba roto, quizás así no se darían cuenta. Sus pasos volvieron a tomar confianza y se atrevió a levantar su mirada esmeralda a lo que suponía que era el cielo.

Sus ojos buscaban algo que no podía ser encontrado en el brillo lila. Aún así, lo buscaba con desesperación disimulaba, alguna de esas estrellas debía de tener lo que quería, pero solamente perdió parte de su tiempo en el cual más perdieron su brillo y terminaron en el suelo sin esperanzas de volver a elevarse.

Por más cansado que estuviera al ver otro cadáver, no podía detenerse aún y no lo haría por todas aquellas luces que aún permanecían en alto inspirando e insistiendo por verlo recorrer lo que seguía.

Hizo lo que ellas quisieron.

Al encontrarse con una de las esferas muertas, se detuvo a observarla. No entendía como podía haber encontrado a una cuando estuvo siempre yendo en una dirección. Por eso, la única conclusión que pudo sacar era que estaba caminando en círculos.

Wish [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora