Paleta de cereza

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Su único ojo sano se dirigía con agobio al cielo nocturno buscando entre tantas estrellas el perdón como si estas se trataran de su hijo. Hasta esos días, no se había atrevido a mirarlas por más que decoraran el cielo con su hermosa luz haciendo aquel infinito y oscuro vacío más agradable. Siempre fue de admirarlo cuando estaba repleto, de otra forma le daba fobia. Hacía que recordara el día que nació Sandy, la única estrella ese día se encontraba en sus manos.

Ahora que no lo tenía en sus manos lo extrañaba y tuvo que darse cuenta de lo mal que había estado con las frías palabras de Mortis y Gene. Sandy estaba lejos cometiendo sus mismos errores. No podía culparlo ya que ella fue la que, desquitándose con él por creer que era un error y rechazando todo cariño que recibía o debía de darle como madre, lo empujó a tomar ese camino donde recibía más cariño de los extraños que de su propia familia. La única culpable era ella y no dejaría de ser la causa de su malestar aunque buscara redimirse.

Tenía demasiado daño del cual hacerse cargo. Sentía que debía explicar toda aquella furia que descargó en su hijo, lo buscaba desesperadamente abrumada por todos sus actos que habían afligido al joven. Por última vez, se permitía lastimarlo solo de ser necesario para atraparlo y sentarlo a su lado para una larga charla que tendría con el fin de limpiar su consciencia y, probablemente, recibir el perdón.

—No lo hemos encontrado —la aguda voz del vampiro se dirigió a ella amargado—. Al principio lo teníamos, pero sus amigos lo defendieron mientras huía con la del bate y otro chico. Debe de haberse ganado todo el cariño de esos imbéciles ¡El grandote casi me mata y aplastó mi sombrero! —ofendido por tal crimen, mostró su maltratado sombrero que parecía haber sufrido una estampida.

—Lo sé, estuve allí y te salvé —respondió con tranquilidad cuando por dentro la frustración aumentaba por la noticia.

—Sí, te lo agradezco muchísimo, pero esto de ir a buscarlo de un lado a otro y arriesgarme contra bandidos que no dudarán en matarme no me está gustando —nervioso, giró su sombrero sobre uno de sus dedos—. No quiere nuestra ayuda, está bien acompañado, se lo ve sano, sabe luchar… no veo la razón para traerlo aquí para tenerlo encerrado como un animal.

—Tú no estás haciendo ni el mínimo esfuerzo para entender el por que—sus palabras salieron temblorosas de la ira—. Necesito hablar con él. Hay demasiadas cosas que dije y no debería de haberlas dicho. Imagínate tener todo eso en la cabeza desde que fuiste un niño, debe revivirlas todos los días.

—Lo sé, mi infancia no ha sido la mejor de todas y tampoco me importa. Sigo creyendo que estás obsesionada por tenerlo de vuelta —por fin, logró que Tara volteara y lo mirara—. ¡Ya te lo he dicho! ese chico no va a acercarse contigo así, solo lo asustarás más de lo que ya está.

—¿Qué quieres que haga entonces? ¿Crees que va a acercarse a mi si no voy a buscarlo? Ya he esperado un año a que volviera a casa y no lo hizo. Ahora me toca a mi hacer algo —dudosa de lograrlo, regresó su vista a las estrellas comenzando a rezarles en voz baja.

—Agh, como tú quieras —negó con la cabeza y volvió a colocarse su sombrero por más que estuviera roto—. No te quedes demasiado tiempo aquí afuera que esta noche estará helada —sonrió con maldad por lo que diría—. Por si me buscas, estaré con Gene.

Sin más, Mortis se alejó con su chillona risa dejándola sola en el cementerio mientras se dirigía a su cálido hogar. Sus palabras la hicieron sentir como una fracasada, ya que no solo había perdido a su hijo sino que con él al ser regordete y alegre que animaba sus días con sus estupideces. Él terminó por corresponder los sentimientos del presumido y burlista sepulturero, cansado de darle tantas oportunidades.

Fue una humillación pedirle ayuda a él que había sido su enemigo por varios años en los que pelaron y ganó el cariño de quien le había prometido amarla, mas ella arruinó todo ese amor. Por lo menos con su ayuda pudo conocer donde su hijo había estado esos años.

Wish [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora