Razones para odiar

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Definitivamente, la mejor idea que había tenido en años ¡La mejor de todas! No había nada mejor que esa agradable sensación de ayudar a la persona que, aún sin quererlo, te hizo demasiado daño cuando lo diste todo por ella y después de años de ausencia espera que todo siga igual cuando ni siquiera era a ti quien deseaba ver.

Simplemente genial ¿Se suponía que tenía que sentirse completo por ayudar a quien había sido su primer amor? Porque no sentía eso, solo agrandaba más el vacío que rompía aún más su corazón y agrandando aquella grieta de desamor. No quería que esa grieta siguiera abriéndose, pero para eso debía de darle lo que pedía y lo que pedía era ver el mismo sufrimiento por el que pasó en el otro joven.

Deseaba tanto ver sus bellos ojos heterocromáticos hinchados de tanto llorar y su cuerpo temblando sin obtener ningunos brazos que lo consolara. Quería escucharlo gritar por ayuda que no recibiría de nadie ni de nada porque sus palabras serían consideradas inapropiadas y serían calladas como si fueran un terrible pecado por el cual deberían de aislarlo. Necesitaba saber cuando duraba sin perder la cabeza o si era capaz de seguir adelante sin él, por su propia cuenta, solo con su propia ayuda dándose ánimos a sí mismo.

Pero no debía de hacer nada de eso, no le deseaba a nadie ningún mal. Conocía lo horrible que era aquella sensación que reducía sus ganas de vivir a cero. Tenía que seguir manteniendo ese pensamiento compasivo por encima del dañino, mas sentía que tratar a Leon como lo hizo de más joven no era lo que merecía, sino que debería de darle una inquebrantable ley de hielo.

Hacer que Leon lo deseara, no darle la atención que indirectamente pedía y jugar con sus sentimientos cuando estaba aburrido le excitaba. Nada de eso era correcto, pero lo anhelaba cada vez más cuando lo veía ingenuamente enamorado. Era tan vulnerable que sentía que tenía todo el poder necesario para arrancarle la vida.

Adoraba verlo celoso y que actuara de guardaespaldas mientras seducía a hombres físicamente mejor posicionados que Leon, hacía que el rojo ira inundara sus mejillas y permaneciera aún cuando en otra habitación se desvestía para sus clientes y no para él.

Seguiría con esa expresión malhumorada por el resto del día hasta que alguien más lo distrajera, aunque luego sus ojos perseguirían obsesionados con el cuerpo del joven de cabellos púrpura el cual supuestamente le daba asco, o eso fue lo que dijo.

Dime ¿Qué se siente tenerme tan cerca y no poder hablarme porque saber que no obtendrás respuesta que vaya a gustarte? ¿Qué se siente escuchar mis gemidos en la noche y que tú no seas el causante de ellos? ¿Qué se siente no poder adueñarte de mí como he notado que te gustaría hacerlo?

Sé lo mucho que me deseas, eres pésimo ocultando tus sentimientos ¿Por qué lo complicas demasiado? Solo tienes que decir que tanto me amas para que por fin pueda destrozar cada una de las razones por las cuales dices quererme.

Cuando dejes esa estúpida imagen del niño que era vas a darte cuenta de lo mucho que me odias y buscaras huir de nuevo.

—¿En que estás pensando?

Escuchó la voz del de cabello azabache y su mente abandonó esos pensamientos. Había olvidado lo que estaba haciendo por comenzar el día pensando en el chico que creyó el indicado para apartar sus pesadillas y protegerlo de sus miedos, pero en su lugar tenía a Bull.

—Nada importante —terminó de vestirse ocultando su cuerpo, las marcas y su crueldad del hombre que la noche anterior no lo buscó para tener sexo, solamente durmió acompañado por él.

El silencio volvió a tomar el dormitorio. Bull había preferido quedarse callado, quizás por la notoria indiferencia en los ojos esmeralda. El menor agradecía eso, no quería hablar de nada en esos momentos y, aun cansado, volvió a acostarse sin recibir el abrazo que lo ayudó muchas veces a tranquilizarse.

Wish [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora