Carta n° 5 (Comienzo)

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Querido Enrique

En la carta anterior  mencioné una parte de la manera en que te conocí. Bueno, hoy quiero contarte lo que pensé aquella vez, todo desde el comienzo, cosas que nunca te dije y que guardé como el más bello de los secretos.

Era Septiembre de 2013, recién en Junio había muerto mi abuelito y me había dado ese momento de rebeldía, ya que después de la separación de mis padres el había ocupado el lugar que malamente dejó mi progenitor, así que comprenderás mi dolor (sé que lo comprendes muy bien) y lo que eso conllevó en una adolescente de 16 años. Retomando, en Septiembre me fuí a pasar las fiestas patrias a la casa de mis tíos, mis primos  Miguel de 23 y Catalina de 18 en ese entonces habían organizado una especie de junta con un vecino suyo que se llamaba Eduardo y que tenía 26, a él lo conocía así que no había problema en que una "menor de edad" estuviera bebiendo y fumando como ya lo hacía en ese momento.

No había pasado más de una hora de la reunión, cuando a Eduardo lo llaman, aparta el teléfono de su odio y tapa el micrófono, de su boca salen las palabras que sin saber iban a cambiar mi vida
    "Es mi hermano, pregunta si puede venir un rato",  obvio Miguel dijo que si, Catalina casi salta de alegría y yo me sentí media incómoda porque no conocía al famoso hermano que causaba tanto revuelo.

Catalina entró en la casa a buscar otro vaso y más cosas para comer para que el alcohol no nos agarrara tan rápido, decidí seguirla para preguntarle quién era el chico y me dice casi con voz de ensueño "el hermano de Eduardo se llama Enrique, es muy simpático, lindo, carismático, ¡ay! Es que es perfecto" . Ahí fue cuando empecé a querer conocerte, porque ver a Catalina tan entusiasmada con alguien era realmente raro.

Me fui al baño por mientras ella se devolvió a la terraza donde estábamos, con tantas flores que tiró Catalina tenía que ver si estaba presentable y pues sí! La imagen en el espejo me confirmó que no estaba mal para recibir al hermano menor de Eduardo y así ver si conseguía un ligue esa noche, en mi situación rebelde ya nada importaba.

Cuando me devuelvo a la terraza hay un hombre dándome la espalda, pero de solo escuchar su voz me detengo a medio camino, era como si estuviera cantando una canción de cuna para un bebé recién nacido pero al mismo tiempo como un desgarro al corazón. Seguí mi camino y te ví, debo decir que la idea de ti creada por Catalina quedó corta ante lo que tenía frente a mis ojos, es que realmente eras perfecto. Me sentí una tonta al pensar que con mis ropas muy bien elegidas y mi poco maquillaje iba a lograr impresionar al bad boy que tenía frente a mi, con su chaqueta de cuero y lentes de Sol a pesar de ser de noche.

Quiero creer que no fui la única impresionada porque desde que notaste mi presencia callaste, pero cuando te quitaste los lentes y me miraste con aquellos ojos avellana llenos de fuego, supe que me había perdido para siempre. Te levantaste, besaste mi mejilla y te presentaste, aunque yo sabía desde hace un rato quien eras. Tus labios en mi cara y tú mano derecha en mi hombro provocaron más en mi que cualquier intento de caricia subida de tono de mi ex novio. Y yo totalmente inexperta pensé que esa sensación era lo máximo, que inocente se puede ser a esa edad.

La noche avanzó y como (a lo mejor no) puedes recordar hablamos toda la noche, de todo y de nada a la vez, me hiciste sentar al lado tuyo y hablamos y hablamos y fumamos y reímos y así, toda la noche. Habían cosas que no podíamos comentar en voz alta así que empezamos a escribir notas en mi teléfono, y una de esas cosas fue que me encontraste hermosa (según tus palabras) a penas me viste entrar.

Pienso que tu hermano vio hacia donde iba nuestra conversación, es que ni un ciego podía no ver la química que se generó entre los dos casi al instante, y propuso el peor juego de la historia, el famoso "cultura" , y así comenzamos a jugar y a beber cuando perdíamos, de pronto la consigna fue "la cultura pide años en que nacieron los jugadores como 1984" dijo Eduardo, Miguel dijo 1997, Catalina dijo 1990, yo dije 1994 y tú dijiste 1987. Nadie perdió, pero se formó un silencio extraño. Miguel con tono de burla le dice a Eduardo que era un viejo por haber nacido el '87, pero él, medio en sarcasmo, dijo que había uno más viejo, y fue esa oración como un balde de agua fría, y es que solo podías ser tú. Cuando te miré tu cara era un poema, porque te había comentado durante la noche que yo era menor que mis primos, así que ahí fue cuando caímos en cuenta, de que tú tenía 29 y yo 16, trece años de diferencia que obviamente nos colocaba en una situación inalcanzable, y con esa revelación morían mis esperanzas de que te pudiera gustar alguna maldita vez.

Cuando la reunión terminó y te ibas con tu hermano volviste, pediste mi teléfono y cuando me lo devolviste estaban abiertas las notas donde colocaste tu número y un escrito que decía "búscame cuando seas legal", me regalaste una sonrisa y un beso muy cerca de la comisura de mis labios y te fuiste...

Seis años han pasado ya de ese encuentro y lo sigo recordando como si hubiese sido ayer, tan mágico pero tan devastador.

Este es el comienzo de mi punto de vista de nuestra historia, así que espero tengas paciencia porque vienen muchas revelaciones más.

Un beso y un abrazo en esta noche de frío primaveral.
           Te amo

                                            Bea.

Cartas A Tu RecuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora