Sacrificios

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Un hermoso cabello alisado distribuido hacia adelante y atrás, un escote elegante pero atrevido, con unas curvas que definen el corto vestido que resalta las torneadas piernas sobre unos tacones de 12 centímetros.

- Te vez muy bien - Dijo la señora.

Yo solo podía ver aquella hermosa mujer en el reflejo y podía sentir toda la vestimenta. Con cuidado caminé hacia la puerta mientras el sonido de los tacones me hacían recordar y asimilar cómo estaba saliendo hacia el mundo.

Constantemente intentaba cubrir mis piernas estirando el vestido hacia abajo.

- ¿Estás bien ? - Habló la mamá de Belén al ver mi incomodidad.

- Si - sonreí mientras bajaba las gradas aferrándome al pasamano.

Podía sentir como me ruborizaba ante tanta presión mientras constantemente intentaba arreglar mi largo cabello. Me subí al vehículo y salimos hacia la universidad.

Mientras el tiempo pasaba el estrés aumentaba, por momentos pensaba en fingir estar enfermo o esperaba poder regresar a mi cuerpo original.

Solo pensaba en colocarme unos pantalones y una sudadera, pues sentía que todos me veían aún estando dentro del vehículo.

El automóvil paró y la mamá de Belén me miró esperando que me baje, regresé a ver por la ventana y efectivamente era la universidad. Era una de las mejores universidades del país y eso lo sabía porque uno de mis sueños era poder estudiar ahí con alguna beca o un milagro.

Quien diría que aquel sueño lo estaría viviendo siendo una mujer

La gente caminaba apurada de un lado a otro y yo no tenía fuerzas para abrir la puerta del automóvil. No podía dejar de sentir que todos me estaba observando, no podía sentirme el centro de atención. Toda mi vida fui nadie y estaba cómodo con eso, había aprendido a vivir siendo una persona invisible y aunque aún no podía comprobar nada de lo que pensaba estaba seguro que Belén era alguien, estaba seguro que aquel vestido que cubría a tan hermosa mujer no iba a pasar desapercibido.

- Que tanto piensas hija mía

- Andas muy extraña últimamente, ¿acaso está pasando algo ? - Preguntó la mamá de Belén algo preocupada.

Eeh - No nada - Le respondí de una manera no convincente.

Mire mis desnudad piernas que eran perfiladas con un corto vestido negro,  apreté mis puños y abrí la puerta. Una brisa qué pasó por todas las áreas que no cubrían mi vestido erizando  mi piel.

El sonido del tacón con el asfalto fue como una alarma para avisar a todos que estaba ahí o eso fue lo que creí. Mi respiración aumentaba cada vez más pero si quería pretender que todo estaba bien debía ser fuerte y salir del vehículo.

Era muy extraño estar sobre un par de tacones, pues no me sentía cómodo pero no dejaba de llamarme la atención sentir como mis talones estaban unos centímetros más altos del suelo. Cada paso que daba era como no darlo completo, pues mis talones nunca llegarían completamente al suelo. Era como caminar de puntillas de una manera más cómoda.

Comencé a dar mis primeros pasos intentando hacer poco ruido para no llamar la atención. Cada paso era una mirada más, tanto hombres como mujeres sentían mi presencia y eso me agitaba cada vez más y me sentía desnudo. Sentía que caminaba sin ropa en una universidad, sentía que estaba haciendo el ridiculo pero al mismo tiempo sabía que Belén tenía luz propia y aquel vestido que me desnudaba era normal y no tenía porque preocuparme.

Cruzaba mis brazos, daba pasos pequeños, bajaba mi cabeza, era la perfecta definición de una mujer que no se sentía cómoda y segura de sí mismo. Se me era muy difícil levantar la cabeza y caminar de una manera más segura y relajada.

Todo era contradictorio porque caminando de esa manera llamaba más la atención.

- Belén estás bien - Escuchaba voces en el camino mientras intentaba ignorarlas pero solo alimentaban mi ansiedad.

De atrás un abrazo me sorprendió haciendo que caiga desmayado ante tanta presión. El contacto físico era lo que menos esperaba ante tal situación.

Abrí los ojos con un fuerte respiro y me di cuenta que era yo en mi cama. En ese momento supuse que caí inconsciente y de cierto poso era un alivio, pues ya no iba a sentir más aquella ansiedad que me estaba comiendo vivo.

Debía buscar la manera para superar esa situación, debía aprender a sentirme más seguro. Si iba a seguí haciendo aquellos viajes tenía que cambiar mi manera de ser.

Comencé a investigar y a ver todo lo que requería para no volver a pasar aquella situación pero había algo que me hacía pensar y considerar todo.

Si quería denotar aquella seguridad y comodidad sin llamar la atención debía actuar como una chica. Debía aprender a caminar, sentarme, hablar, gesticular y actuar como una mujer. Sabía que al practicar todo esto iba a cambiar mi vida.

No solo debería actuar en mi casa, también en el trabajo y con las pocas personas que veo para acostumbrarme a Belén. Aunque aún lo meditaba estaba dispuesto a cambiar mi vida y lo que soy por tener una vida normal con Belén.

Debía declararme gay, era la única manera para poder abrirme a Belén y poder entenderla y ser ella. Belén era todo lo que siempre quise y nunca tendré. Era un precio que debía pagar, a la final a muy pocos les importaría lo que haga con mi miserable vida.

En aquel momento comencé a hablar conmigo mismo.

La empresa donde trabajo hay algunas personas con orientaciones distintas, ¿porque el guardia no podría unirse a ellos?. Talvez hasta me sienta más apoyado y lo mejor de todo es que soy feo.

Nadie me hará caso, es un plan perfecto para poder vivir la vida de Belén con más facilidad. Es un plan donde sacrificaré lo poco que soy para tener una nueva oportunidad. Me obligaré a mi mismo a actuar como una chica.

Al principio será difícil pero será justificable, pues recién me declare gay y no necesariamente tengo que ser afeminado. Al mismo tiempo si comienzo a actuar como una chica poco a poco, será justificable pues nada me va a impedir que actúe así y nadie me verá raro.

 Mi vida paralela Donde viven las historias. Descúbrelo ahora