V e i n t i o c h o

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Se vio a un soviético llegar a su propia mansión en la ciudad de Moscú, entró en esta a pasos acelerados mientras soltaba maldiciones por lo bajo

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Se vio a un soviético llegar a su propia mansión en la ciudad de Moscú, entró en esta a pasos acelerados mientras soltaba maldiciones por lo bajo. No tuvo que pasar mucho para que toda la servidumbre que trabajaba ahí fuera corrida de la casa a base de gritos y quejas por parte del mismo dueño del lugar, les indicó que no volvieran hasta nuevo aviso. Todos salieron con gran velocidad dejando a su jefe totalmente solo, tal y como lo quería.

Caminaba de un lado a otro con desesperación, sus manos no podían mantenerse quietas por ningún motivo, estas se posaban sobre su cadera, después cubrían sus ojos y finalmente su boca, en ese orden. Sentía como su pecho subía y bajaba al tratar de regular su acelerada respiración, el nudo en su garganta crecía y le estaba asfixiando cada vez más.

Llevó ambas manos tras su nuca tratando de ordenar todos los pensamientos que ahora cruzaban por su mente y le mareaban provocándole un fuerte dolor de cabeza. Estaba enojado, oh si...muy enojado.

Es por eso que sin poder resistirlo más golpeó uno de los títulos que se encontraban junto a él en la pared a la vez que soltaba un grito que expresaba una furia profunda. El objeto cayó al suelo ya con su marco y vidrio protector roto para que al estrellarse contra el piso solo lograra dañarse más.

Esto no importó al country y de manera automática procedió a hacer lo mismo con las demás cosas enmarcadas sobre su pared, no importaba si eran cuadros, títulos o reconocimientos por parte de ONU, no le importaba en lo absoluto si algo de lo que tomaba y lanzaba contra la pared se rompía o era de valor, nada le interesaba en ese mismo instante, solo quería desahogar toda la molestia que llevaba dentro.

Pronto toda la planta baja se encontró en destrozos, vidrios y cristales rotos cubrían todo el suelo como lo hacen las rojizas hojas de los árboles en otoño. Y al igual que estas, bajo cada paso que el país daba un suave crujido se escuchaba y retumbaba por todo el lugar en un escalofriante eco.

Entre todo ese desastre se encontraba una silueta caminando, tan lento y discreto como un fantasma. Mantenía la mirada baja y de sus ojos algunas saladas lágrimas escurrían, ni siquiera parpadeaba, estaba tan concentrado en sus propios pensamientos que inclusive parecía que había olvidado donde se encontraba, ya que no caminaba en una dirección en específico, solamente se dedicaba a vagar y pasear por las grandes y frías habitaciones de la residencia mientras cantaba por lo bajo una canción rusa que le traía muchos recuerdos, y mientras en una mano sostenía una botella de Vodka que con anterioridad había tomado en la otra sujetaba una pequeña alcancía muy peculiar.


🎶... Спи, младенец мой прекрасный,

Баюшки-баю.

Тихо смотрит месяц ясный

В колыбель твою.

Стану сказывать я сказки,

Shhh...It's a secret...❞ |Rusmex.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora