-Ya sin rodeos weón...¿Qué te traes con el ruso?
México y Rusia, dos países bastante reconocidos en todo el mundo, dos naciones totalmente diferentes ante cualquiera al que se le preguntara, y sin embargo, dos amigos que sienten algo el uno por el o...
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Era una cálida mañana, el sol iluminaba toda la ciudad y los pequeños rayos de luz se abrían paso entre las múltiples casas del lugar. Uno de ellos entró a través del cristal de una ventana al lugar en el que un país tricolor se hallaba hospedado, este seguía durmiendo tranquilamente, sin embargo, una vibración por parte de su teléfono causó que despertara.
El mexicano abrió sus ojos lentamente, dejando a la vista aquellas hermosas cuencas blancas que yacían bajo sus párpados, este se sentó en su cama y soltó un largo y cansado bostezo, se podía notar a kilómetros su inconformidad respecto a despertar.
El país se talló los ojos y somnoliento aún dirigió su vista a su teléfono celular para después estirar su brazo con pereza y contestar la llamada de su amigo chileno.
—¿Qué chingados quieres? —Respondió molesto el mexicano.
—¡Ctm! ¿Por dónde vení?
—¿Cómo qué por dónde voy?
—¡Pues para la junta weón! —Contestó el Chileno, haciendo que México abriera completamente los ojos y se parara inmediatamente de la cama.
—¡Ah!... ¡Si!...¡La junta! —Disimuló cambiándose rápidamente de ropa—Ya estoy en camino, de hecho ya voy en la esquina, orita llego como en tres minutos....¡No! ¡Menos! Como en cinco...
—Ajá... —Exclamó con sarcasmo el Chileno, era obvio que su amigo lo había olvidado de nuevo—Bueno, apúrate cabro' que ya todos están aquí.
Eso apresuró más al mexicano.
—¡Claro! ¡Claro! Ya estoy por llegar —Aseguró saltando por toda la habitación en un solo pie mientras trataba de ponerse el otro tenni—¡Nos vemos wey! —Y colgó antes de que su amigo del sur tuviera si quiera tiempo de responder.
Vale verga, vale verga, vale verga.
El país tomó con rapidez lo que creyó necesario y salió del edificio, suerte que su presidente le había contratado a alguien que siempre estuviera disponible para llevarlo en ese tipo de ocasiones. El mexicano subió al carro y apresuró al conductor, llegaron en menos de diez minutos al lugar deseado, este le pagó y posteriormente comenzó a correr al interior del edificio, subió al elevador y presionó el botón del piso en el que se llevaría a cabo la junta. El mexicano no notó la presencia de alguien más en elevador.
—Late again mexican't? [¿Tarde otra vez mexican't?] —Exclamó el estadounidense a modo de burla, el mexicano bufó molesto y rodó los ojos.
—Cállate wey...
—Oh... I really sorry... [Oh...realmente lo siento...] —Se disculpó falsamente haciendo notorio su sarcasmo.
México bajó la vista molesto, observó que USA traía consigo una bolsa de papel con el logotipo de McDonald's en medio, apostaba a que en su interior había una hamburguesa.
