Los destinos que se pierden.

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— Buenas noches señor Hyuga — la mujer al otro lado de la cosina no era ni de lejos Tenten, de pronto la bruma de sentimientos se esfumó y fue reemplazada por la clara interrogativa — oh lo sé, pero tranquilo tu hermosa prometida está algo entretenida ahora así que tardará en llegar, nisiquiera notará que yo estuve aquí ¿Te ofrezco algo de beber?

— ¿Quién se supone que eres tú? — interrogó el Hyuga sin moverse ni un milímetro.
— oh ya, eres de esos desconfiados, perdón — una sonrisa escapó del rostro de la joven —ah sido error mío lo abmito, debo presentarme antes, verás estoy aquí para solucionar tus problemas y seguramente también tus preguntas que deben ser millones, mi nombre es Ume pero en realidad no importa demasiado quién sea yo , digamos que estoy aquí con la intención de ser tu salvadora, si así lo quieres interpretar o al menos un intento de  eso me a traído hasta aquí Ahora que ya me presenté ¿Quieres sentarte o prefieres hablar de pie? A

Hubo un momento de silencio y luego un largo y profundo suspiro por parte de la peliazul — entonces eres un hombre de pocas palabras, ya veo, entonces hablemos de pie ¿Esta bien?

— ¿De que hablaremos? — Neji enarco una ceja — ¿Dónde está Tenten? ¿Que le hiciste?

— ¿Perdón? — Ume alzó las cejas — oye tranquilo ¿Qué parte de estoy aquí para ayudarte no entendiste? Además — la mujer llevo uno de sus dedos a su mejilla donde una pequeña casi diminuta cicatriz se extendía — tu novia es la loca campeón, no yo, ella hizo esto la primera vez que nos conocimos así que tranquilo yo no le hice nada, además no me agrada meterme con mujeres embarazadas.

— ve al grano — exigió el Hyuga que había comenzado a perder la paciencia.
— lo haré, si es lo que quieres eso haré — Ume sonrió mientras se sentaba sobre la barra de la cosina — técnicamente vine hasta aquí para hablar de algo que va a cambiar tu vida, vine hasta aquí para hablarte de Madara y Tenten, voy a contarte lo que de verdad pasó.
— ¿Por qué debería creerte? — interrogó el Hyuga desconfiado.
— por qué a diferencia de Tenten, yo no tengo nada que perder pero si mucho que ganar, es cuestión de percepción Neji Hyuga así que tú decides.
— dilo entonces...

[...]

Tenten había caminado de regreso a casa como si de una estatua se tratará, era extrañó, tenía una sensación de desasosiego apromiendo su pecho, de pronto y como si un fantasma se tratara, bajó su mirada hasta su vientre, nisiquiera sé llegaba a notar, quizás era por su complexión física o por simple capricho del destino pero ella sabía que había algo allí, una nueva vida, una vida que dependía de ella por completó, de sus buenas o nomás decisiones y entonces no podía evitar preguntarse si casarse con Neji sería una buena idea, o quizás no, quizás mentirle a su hijo y a si misma no era lo correcto ¿De quien estaba enamorada? No podía estar enamorada de los dos, eso era imposible ¿No? Uno no puede ir por allí diciendo  amar a dos personas distintas, por eso era lo que eran Neji y Madara, personas distintas, completamente opuestas, mientras Neji parecía ser un tierno y dulce ángel Madara sería un desquiciado y malvado demonio.

Y entonces ahí estaba de nuevo la pregunta más obvia de su universo ¿De quien estaba realmente enamorada?

Despacio subió los escalones de su casa y aun más despacio introdujo la llave en el cerrojo, las luces encendidas anunciaban que Neji había llegado primero.
Siguió andando con el semblante pálido y nauseoso hasta la cosina y lo encontró ahí, con las manos extendidas sobre el pequeño lavabo, con la espalda recta y el cabello dedicándose delicadamente tras su figura atlética ¿Por qué si el era la misma imagen de la perfección, no simplemente lo elegía por sobre todo? Cualquiera en su lugar lo hubiera hecho, Neji era su ideal o al menos lo había sido en el pasado ¿Pero que tan lejos había quedado ese tiempo? Bastante a decir verdad.
— Neji — su voz sonó titilante como la luz de una vela que está apunto de esfumarse, tan suave que tuvo miedo de no ser escuchada.
Neji nisiquiera se movió, su pecho subía y bajaba con algo de lentitud, como si le costará respirar con normalidad— Neji ¿Esta todo bien? — volvió a insistir.

Puñetazos de tu ausencia [Sin editar] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora