Hilo rojo.

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El camino se le había hecho eterno, Madara se había adelantado por varios pasos más y aunque sus manos aún seguían unidad al final de sus extremidades la Shinobi no podía evitar pensar en si ¿Algún día lograría alcanzarlo? Y no se refería únicamente a aquel momento, si no a toda su vida, ella había intentando una y otra vez llegar a él pero incluso cuando pensaba estar logtandolo se despertaba para darse cuenta que el la había abandonado aún más
Con aquello en mente, Tenten no había parado de hechar miradas furtivas a su acompañante, no había nada en ellos que conviniera con el otro, sus edades eran distintas, sus historias no podían ir más diferentes una de la otra, su carácter solo reafirmada aquello, el era dueño de si mismo y ella tenía demasiadas inseguridades  y  para finalizar -como si todo  aquello no los hiciera ser polos opuestos- rara estaban de acuerdo uno con el otro, pero contra todo pronóstico sus manos parecían estar hechas para ser entrelazadas, como si alguna deidad caprichosa hubiera jugado con sus destinos, entrelazando sus hilos rojos para sus propósitos egoístas de diversión.
O al menos así se sentía ella, como una sutil y débil muñeca que sería arrebatada de las únicas manos en la tierra con las que había podido sentirse viva y ella misma.

Tenten probó entonces el sabor salado colarse por sus labios, lentamente y como si de algún mal augurio se tratará, utilizo la mano que tenía libre para dirigirla hasta su rostro y limpiar sus lágrimas, se detuvo en seco, deslizó fuera la mano de Madara y se terminó por limpiar los restos de lágrimas en sus mejillas, Madara no pareció notarlo o quizás no le prestó demasiada atención, en su lugar había continuado andando hasta alejarse de ella considerablemente.
¿Estaría molestó por sus comentarios anteriores​? ¿Terminaría con ella algo que Tenten ni siquiera estaba segura de haber iniciado?
—Madara-sama — fuese cual fuese de las posibilidades, Tenten no se contendría más, sus vidas podrían ser apagadas con la facilidad con la que alguien enciende y apaga una vela, no había tiempo de sobra, no tendría otra oportunidad.
El aludido se detuvo algunos pasos delante de ella, los árboles de cerezo se balancearon a su costados, Tenten no habría tenido tiempo o siquiera cabeza para abmirar el hermoso paisaje, el cielo pintado de tonalidades anaranjadas del amanecer o la cama de pétalos rosados bajo sus pies — Camina — ordenó el Uchiha y Tenten nego salvajemente aunque el seguía de espaldas y no podía verle.
— Mírame — exigí la joven y en respuesta el Uchiha volvió a dar un paso más alejándose de ella  —¡Madara Uchiha! — reclamó ella subiendo el tono de su voz — no seas un cobarde y mírame a los ojos.

A Madara le tomo un largo tiempo girarse de regreso y lo primero que contempló fue el rostro empapado en lágrimas de su amante — ¿Porqué? — recriminó ella, las lágrimas bailaban en sus mejillas brillando salvajemente contra la luz del sol, Madara se sintió enfermó, las piernas le flaquearon y lucho por mantenerse estático ¿Desde cuándo le afectaba tanto mirarla? — ¿¡Porqué!?— chillo ella de nuevo y si voz fue una danza de cuchillas contra el experimentado Uchiha — ¡Siempre que intento acercarme a tí, te encuentras en tu mundo! ¿Es que es tan difícil aceptar que no estas sólo? — Madara abrió los ojos de par en par — no tienes que fingir siempre ser invencible, está bien derrumbarse de vez en cuando, yo solo quiero que derrumbes las barreras que construiste a tu alrededor, solo necesito una oportunidad, solo una para demostrarte que puedo llegar hasta tí ¿Puedes dejarme hacerlo?
Madara no se había esperado algo asi, tenía el corazón latiendo contra su pecho salvajemente y no estaba seguro de poder articular palabra alguna y es que Tenten no tenía que pedir permiso alguno para llegar hasta él, por qué incluso aunque ella no lo viese todavía, aunque el mundo entero no lo notará aún, Madara había dejado desvanecer todas sus fortaleces -construidas tras años de perdidas y dolor- desde el primer día en que sus ojos se habían encontrado con ella, en aquella cabaña, incluso aunque nisiquiera el lo había adivinado en aquel momento, ahí, mirándola luchar por su vida, en aquella ferocidad reflejada en sus hermosos ojos castaños, desde ese momento una parte de él había adivinado que mataría por ella, que moriría por ella y que a cambio todo lo que pediría era morir en sus brazos, acunado por el hogar que siempre soñó con tener.
— ¿Madara?
— Lo haré — replicó suavemente y extendió sus brazos, como una invitación que Tenten no dudó en aceptar, la castaña de hecho a correr y pronto Madara se encontró haciendo lo mismo, la distancia pronto se esfumó entre ellos y sus brazos se aferraron unos alrededor del otro dejando a libre albedrío el llanto de Tenten y el silencio de Madara.

Puñetazos de tu ausencia [Sin editar] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora