CAPÍTULO 15

4.3K 136 9
                                    

MI NOMBRE ES BLANCA Y SOY PROSTITUTA

A la mañana siguiente, fui a dejar a Ana a la escuela, se despidió de mi dándome un gran abrazó y un beso.

- Te amo Hermanita, gracias por traerme a la escuela, me gusta mucho.

- Yo te amo más Ana, con todo mi corazón y con toda mi alma. Te amo tanto, que mi amor no cabe en este mundo.

Ana corrió a la escuela feliz y pegando pequeños saltos mientras avanzaba. 
Cuando me di la vuelta pude notar que algunas señoras me miraban y hablaban entre ellas sin quitarme la mirada encima, ya era común ser la comidilla de las personas, pero no dejaba de ser incómodo.

- Buenos Días señoras.

Les dije mientras me alejaba de la escuela, comencé a escuchar todos los comentarios que hacían.
"¿Que tiene de buenos?"
"Para ella son buenos, ¿no saben que ya lleva hombres a su casa? Yo la vi besándose con uno afuera, apuesto que tenían sexo en el carro"
"Es una ramera"
"Quien la viera, tan flaquita y tan puta"
"No tardará en salir preñada y no sabrá ni quien es el padre"
"Que asco de chamaca"
"Deberían de correr a la bastardita de la escuela"

Malditas viejas es lo único que pensaba, mientras caminaba rumbo a la barberia, sentia coraje e impotencia, ¿yo que daño les hacía? Para que hablarán de mi, no me conocían, que derecho tenían de insultarme.

- Hija. ¿Qué tienes Blanquita?

Don Jacinto interrumpió mis pensamientos.

- Abuelo, ¡nada!, no pasa nada, sólo pensaba... En cosas... ¿Cómo está? ¿Qué tal se siente hoy?

- Bien mi niña. Te guarde un poco de leche que me trajo la señora Rosario. Entra a desayunar.

- Abuelo, yo tendría que cuidarlo a usted, sin embargo siempre me tiene el desayuno, ¿Como le voy a pagar todo lo que hace por mi?

- Ya me pagas hija, haciendome compañía, me ayudas a limpiar siempre, ahora hasta lavas mi ropa.

- Bueno, porque usted ya trabajo mucho, y si yo puedo ayudarle lo hare con gusto. Hoy quiero limpiar esos cristales. Para que se vean relucientes.

- Si mi niña, pero antes ve a desayunar.

Entre a cuartito y estaba sobre la mesa un vaso de leche junto a unas  galletas. Así que me asomé por la puerta y grite.

- Abuelo, aquí hay más que un vaso de leche.

- Si Blanquita, las galletas también son tuyas.

Estaba de suerte, tres galletas una para Tania, una para Ana, y otra más para Jesús. Tome una servilleta y las envolví cuidadosamente, las guarde dentro de mi suéter. Tome la leche, lave los trastos y salí a ayudarle a Don Jacinto.

- Muchas gracias, también  habrá que agradecerle a  Doña Rosario.

- Si hija, es muy amable, siempre lo ha sido desde que la conosco.

Tome una cubeta, la llene de agua y salí a lavar los cristales de el pequeño local. Lavaba y secaba con periodico para que quedarán relucientes. Cuando de repente escuche Que gritaron.

- ¡lárgate maldita prostituta...!

Y un huevo se estrello sobre los cristales que acababa de lavar. Voltee a toda prisa, Pero no logré ver quien había sido.
Don Jacinto salió preocupado.

- ¿Qué fue eso hija?

- Nada Abuelo, una broma de los niños de la calle. Ahora lo limpio nuevamente.

No quería preocuparle, limpie Nuevamente los cristales. Las agresiones en mi contra cada vez eran más constantes.

Por la tarde mientras limpiaba y acomodaba el estante donde Don Jacinto acomodaba sus peines y navajas. Escuche una voz familiar.

- Buenas Tardes, ¿Aquí trabaja Blanca?

- Si jovencito, en mi nieta. ¿Qué se te ofrece?

Cuando voltee era Luis, me había ido a buscar. En ese momento sentí mariposas en mi estómago. Me arregle el cabello con los dedos y me acerqué.

- Hola Luis. ¿Qué haces aquí?

- ¿Conoces a este jovencito hija? - Me pregunto Don Jacinto.

- Si abuelo, hace algún tiempo lo conozco. Se llama Luis.

- Bueno, voy al mercado, los dejó un rato, si alguien viene lo vas preparando hija en lo que regresó.

- Claro Abuelo, no se preocupe.

Cabe mencionar que Don Jacinto me había enseñado como preparará a los clientes, si querían corte o si necesitaban que se les afeitara.

- ¿Así que tienes Abuelo? Creí que eras sola.

- Lo soy, Don Jacinto me adoptó como su nieta, el también está sólo, no tiene hijos  ni más familia. Así que nos adoptamos mutuamente. ¿Qué te trae por aquí?

- Eso explica todo. La verdad llevo toda la mañana buscándote, de local en local preguntando por ti. Estaba apuntó de rendirme cuando te encontré.

- Bueno aquí me tienes, aunque disculpa las fachas, es más fácil trabajar así.

Le decía mientras me señalaba de arriba a abajo, traía un pantalón desgastado, una playera y unos zapatos que tenían un pequeño agujero por donde se podían ver mis dedos.

- Tú eres hermosa Blanca...

- Gracias, ¿por qué me buscabas?

- Bueno quería darte esto.

Saco de su pantalón una Carta. Y la puso entre mis manos.

- Tengo que salir de la ciudad, me harán otra cirugía. Pero regresare en un mes. Quería despedirme y entregarte esto. Por favor no lo abras hasta que estés sola en tu casa por favor.

Que misterio traía, ahora tenía tanta curiosidad que quería saber que es lo que decía está misteriosa carta.

- Esta bien, gracias. Espero todo salga bien en tu cirugía, por mi parte aquí estaré, no tengo otro lugar a donde ir.

- Tengo que irme, prometo que volveré.

Me tomo de las manos y me dio un beso rozando  ligeramente mis labios. Lo cual me causó tremenda emoción. Para luego abrazarme fuertemente y salir a prisa.
Tome la carta y estuve a punto de abrirla. Pero decidí hacer lo que el me pidió la abriría llegando a casa.
Es resto del día tenía esa incertidumbre de saber que decía aquella carta.

Llegué a casa y reparti las galletas que había guardado una para cada uno.  Tania me dijo que no iría a Trabajar con Paty aún tenía inflamado el labio. Así que fui yo sola, no había gente en realidad no me tocó atender a nadie. Sólo nos pusieron a limpiar las habitaciones.

Cuando llegue a casa corrí a encender una vela y sacar aquella carta que me había dejado Luis. La tome en mis manos y la abrí...

*LUNA Angelita*
Karla Noguez

Mi nombre es Blanca y soy ProstitutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora