07| Una chica vuelve a casa sola de noche

1.8K 166 68
                                    

Me sentía decepcionada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me sentía decepcionada.

«Amigos».

Joder, no sé qué esperaba conseguir. No sé qué esperaba en general. Era obvio que lo que sucedió fue porque había bebido y supuse que, tras haberlo pensado en frío, se habría dado cuenta de que prefería no continuar por ese camino.

Aquellos pensamientos eran reforzados por el hecho de que, después de darle mi número, no había recibido señales de él. Ni un solo mensaje. Cierto que yo también podría haberle escrito, solo que lo avergonzaba y estúpida que me sentía me lo había estado impidiendo.

Iba hacia el trabajo como cualquier otro día, pero debido a que una compañera se había puesto enferma y no había podido ir, me tocaba quedarme por petición de mi encargada hasta el cierre. De camino, una vibración en el bolsillo de mi pantalón me advirtió de una nueva notificación. Tonta de mí, lo saqué a toda prisa del mismo modo en que lo había estado haciendo en los últimos días cada vez que sonaba, esperando que fuera un mensaje de Aníbal.

Y nunca era de él.

De nuevo era mi acosador y el mensaje que me dejó hizo que una ansiedad empezara a aflorar en mí.

Vas al trabajo??

Joder, ahí ya no quedaba ni una mota de casualidad. Era sábado y había bastante gente por la calle. Todavía había luz, con lo cual no debería preocuparme por lo que pudiera pasar ahora. No obstante, aligeré el paso tanto que casi podía echar a correr en cualquier momento.

Llegué a mi trabajo, notoriamente alterada. Saludé a mi compañera rápidamente y entré al vestuario que había en el almacén para ponerme la ropa del trabajo y maquillarme, que era parte del uniforme.

No dejé de pensar en ese mensaje. Joder, casi que sabía ya donde vivía y donde trabajaba, ¿no? Y yo ignoraba por completo hasta cómo era su cara. No me dejaba nada tranquila esa incertidumbre detalle. Seleccioné rozando la histeria el maquillaje que iba a emplear una vez me hubiera vestido con lo apropiado y antes de comenzar, llamé por teléfono a Sonia para contárselo, pero recordé que había bajado el fin de semana a su pueblo, por lo que colgué a los dos tonos.

Bien, ¿qué hago? Pedro debe estar trabajando para cuando salga de aquí y Kiki ni idea.

Finalmente mandé un mensaje por el grupo, esperando que alguno de los allí presentes me aliviara con alguna respuesta. Guardé mi teléfono y me apresuré a salir a la tienda, tratando de relajarme para no hacer mal mis obligaciones de las próximas horas.

—¿Qué pasa? —La pregunta la hizo mi compañera—. Llevas un rato con mala cara.

—Nada, es solo que no me encuentro muy bien.

Prefería no hablarle de ello.

—Ahora mismo no hay mucha gente, si quieres entrar dentro un rato a beber agua y comer algo —comentó cordialmente.

Mi pequeña muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora