Llegamos a la fiesta un poco tarde pero daba igual porque Eric había hecho que me corriese más de dos veces. Él estaba radiante con su traje, tenía porte y era guapísimo. Me había traído un vestido plateado que al principio me pareció demasiado para una fiesta de cumpleaños pero viendo cómo se las gastaban en esa casa cuando entramos por la puerta incluso me pareció buena idea.
Noté que me apretaba contra su cuerpo cuando nada más pasar todas las miradas se posaron en nosotros. Yo me sentía incómoda, fuera de juego y busqué la mirada de Eric para sentirme un poco más tranquila.
—Estás preciosa con ese vestido. —Se acercó a mi cuello depositando un beso que hizo que todo mi vello se pusiera de punta. —Además hueles a mí.
De pronto esas simples palabras hicieron que todo el mundo que nos estaba mirando desapareciese y yo me sintiera a gusto. Eric, me estás volviendo loca.
—¡Eric!—Escuché gritar a una mujer. No me dio tiempo a separarme y había una rubia guapísima enganchada a su cuello.
—Felicidades hermanita. —Contestó Eric sin apenas soltarme.
—Tenía la esperanza de que vinieras y encima vienes acompañado.—La cara de aquella muchacha era de asombro.
—Ella es Gabriella, mi...
—Encantada, muchas felicidades, es una fiesta preciosa. —Intenté cortar lo de mi novia ya que había varias personas que se estaban acercando demasiado y me agobié con la idea de volver a salir en la prensa. Eric me dio un pellizco en el culo y supe que había pillado lo que intentaba hacer.
—Eric, hijo mío. No sabría si vendrías. —Una mujer mayor se acercó, se parecían mucho. La presión de su mano en mi cadera era mucho mayor y me intenté separar con disimulo. —Y has venido acompañado. Por ahí está Marta, espero que no te moleste que la haya invitado. Quizás podéis hablar más tarde.
La cara de aquella mujer no era de muy buenos amigos. Lo noté cuando me miró con descaro de arriba a abajo. Se notaba que eran gente de dinero, bien posicionada y con estatus social. Yo simplemente era una chica que había estudiado una carrera con el dinero que iba ahorrando de becas y de servir cafés. Me sentía muy fuera de lugar.
—Ella es Gabriella, madre. —Aquella señora se limitó a asentir y marcharse por donde había venido.
Anunciaron la cena y Eric me acompañó hasta la mesa con su mano en mi cintura. Era reconfortante su cercanía. Nos sentamos juntos y en el asiento de al lado de Eric se sentó una rubia despampanante.
—Buenas noches Eric cariño.—¿Cariño? Una punzada de celos me invadió cuando esta empezó a acariciarle el antebrazo.
—Buenas noches Marta. ¿Cómo te va?—El tono de Eric era áspero y duro. Yo solo tenía ojos para la mano de aquella mujer acariciándolo.
—Ahora que te veo mucho mejor, espero que tengamos un momento para hablar y charlar como en los viejos tiempos. Me quedo en la ciudad un par de días, me alojo en el hotel de aquella vez.—Vale esto estaba empezando a cabrearme cuando vi el guiño que echó aquella tal Marta y cuando escuché lo del hotel de "aquella vez".
—Buenas noches, soy Gabriella. —Dije en voz alta. La cara de Eric se giró mostrándome una sonrisa.
—Cualquier amiga de Eric también es amiga mía.—Contestó con soberbia y una sonrisa falsa.
La cara me ardía de furia, de celos y de irritación. Estaba claro que no había sido buena idea ir a esa estúpida fiesta. Y tampoco había sido buena idea empezar una relación o lo que sea que tuviéramos Eric y yo ya que nuestras vidas eran totalmente incompatibles. Tenía tanto enfado también conmigo misma que me estaba empezando a encontrar hasta mal.
—Eric, voy al baño.— Dije cuando todos estaban concentrados en sus cosas y riendo.
—¿Te acompaño?
—No hace falta, vuelvo enseguida.
Encontré unos lavabos después de abrir unas cuantas puertas y me metí dentro cerrando la puerta detrás de mí. Pegué mi espalda a ella y me concentré en respirar hondo para calmarme. Me miré en el espejo, estaba guapa, bien peinada y con un vestido precioso. Pero no estaba tan guapa como aquella tal Marta, aquella que estaba acariciando el antebrazo de Eric invitándolo a que se pasase por el hotel donde se estaba quedando. Me mojé la nuca y saqué el móvil. No quería estar más allí.
Cuando estaba más tranquila salí del baño y sigilosamente me deslicé fuera de aquella enorme casa. Intentando que nadie me viera huí, si, huí. Caminé rápido varias calles intentando que nadie se percatara de que me había marchado como una cobarde. Saqué el teléfono y llamé a Oli esperando que pudiese rescatarme.
—Hola nena, ¿cómo va esa fiesta?
—Oli, necesito salir de aquí.—No podía ir a casa porque sabía que en cuanto Eric notase que me había ido iba a ser el primer sitio en el que buscase.
—Dime dónde estás y te pido un taxi, ven a la casa de Hugo.
—Qué haría sin ti...
Pocos minutos después me monté en el taxi con dirección a la casa de Hugo. Oli estaba en la puerta fumándose un cigarro y solo lo hacía cuando se sentía nerviosa.
—Dime si estás bien. —Asentí. —Vamos adentro.
Hizo que le contara todo lo que había pasado mientras Hugo preparaba algo rápido de cenar. Olivia se limitaba a asentir dejando que yo sacara fuera todo lo que sentía.
—Puedes quedarte esta noche si quieres Gaby, tengo otra habitación libre, creo que te vendría bien. —Dijo Hugo mientras venía con un plato lleno de comida.
—Gracias Hugo, en serio.
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Mi equilibrio.
Любовные романы- Ni te levantes Gabriella. -¿Cuál es el problema? ¿Que haya estado con Jorge? ¿El instagram? ¿Que él me haya hecho la foto? Somos amigos Eric y tener amigos no es incompatible con tener una relación. -¿Tengo que recordarte cómo bailabas con tu "ami...