Eric.
Merienda en casa me había dicho y aunque me fiaba de ella por lo inocente que era mandé investigar quién iba a estar allí. Lo que encontraron fue que iba a ir otra vez el tío aquel de la fiesta, un tal Jorge López, profesor de colegio, soltero y de buena familia. Sabía que Gabriella tenía ojos para mí pero pensar que otro hombre estaba cerca de ella riéndose o incluso tocándola me encolerizaba. Quería llevarme a aquella chica a mi casa y encerrarla ahí para mí.
No sabía qué me estaba pasando, yo no era así y menos quería nada serio con nadie pero ahora se me antojaba un noviazgo. Cuando salió la foto en la prensa no me molestó en absoluto, es más me gustó, así mantendrían las manos alejadas de ella porque con aquel beso había dejado muy claro que era mía.
Desde que la vi entrando en mi despacho había tenido claro que quería a esa chica cerca de mí y mi polla pensó lo mismo, solo quería metérsela en la boca y hacer que me lamiese con esos labios, pero Gabriella no era así, no era como las chicas que solían ir detrás de mí y eso me desesperaba. Nadie me había negado y discutido tanto las cosas, normalmente era coser y cantar.
Sabía que aparecer así de la nada después de su comida con Olivia y Hugo la iba a asustar pero se iba a dar cuenta de lo en serio que iba y lo conseguí, a medias.
Cuando Gabriella se marchó a aquella merienda me quedé en la oficina hasta tarde intentando adelantar todo el trabajo que no había podido hacer durante la semana porque estaba demasiado distraído con mi chica. Programé un viaje a un nueva empresa, mandé y respondí todos los correos y cuando era demasiado tarde el señor Wharf me llevó a casa. En casa había el mismo ajetreo de gente, de guardias y de personas que diariamente estaban allí, cuando me metí en la cama el olor a Gabriella seguía en la almohada. Estaba cansado y aquel olor me relajó tanto que me quedé dormido mucho antes de lo habitual.
Al día siguiente cuando Gabi llegó a la oficina yo ya había empezado a trabajar, había venido con Wharf y eso me relajaba bastante. Noté que estaba de buen humor, venía tecleando algo en el móvil con una sonrisa y no notó mi presencia. Gabi era sencilla, una chica con mucho encanto y sin ella buscarlo, caminaba con gracia e iba levantando cabezas por donde pasaba pero ella no se daba cuenta de aquello. Me quedé observándola un rato más mientras ella caminaba hasta su mesa mientras hacía algunas muecas en la cara de lo más graciosas.
—Buenos días señorita Diaz. —Se asustó y el móvil se cayó al suelo.
—Ay por favor, no hagas eso, Eric. —Se agachó para recogerlo dejándome ver su escote perfecto. Mi polla palpitó en mis calzoncillos. —Buenos días señor Walter.
—¿No hay un beso de buenos días? —Vi que se lo estaba pensando pero se puso seria y negó con la cabeza. A si que con esas estamos Gabriella...
Vi cómo se quitaba la chaqueta y dejaba el bolso encima de la mesa, abrió el portátil intentando ignorarme y ojeó su agenda. Quería follarla una y otra vez, hasta que ya no pudiésemos andar, hasta que no quedase más de mí que darle. Decidí abrir el correo y mandarle un mensaje, sabía que si lo hacía a su teléfono no me iba a responder.
Para: Gabriella Diaz.
De: Eric Walter.
Asunto: Quiero follarte.
Agradecido de que hayas decido ir con el señor Wharf esta mañana. Poco contento de que no me hayas dado un beso.
Eric Walter.
Vi cómo se sonrojaba al leer el mensaje y me miró de reojo intentando disimular. La observé teclear y borrar un par de minutos hasta que un correo entró en mi bandeja de mensajes.
Para: Eric Walter.
De: Gabriella Diaz.
Asunto: Para.
Estamos en el trabajo.
Gabriella Diaz.
Para: Gabriella Diaz.
De: Eric Walter.
Asunto: Soy el jefe, pórtate bien.
¿Qué tal lo pasaste ayer?
Eric Walter.
—Eric. —Me llamó desde su mesa. —¿Por qué no me dejas trabajar?
—Porque no me has dado un beso.
—¿Es ese el problema?
Se levantó de su mesa y se acercó a la mía. Me recosté en la silla y me limité a observar cómo se sentaba en mi regazo. Asentí y me besó. La devoré. Ella se separó intentando coger aire y yo noté que tenía la polla tan dura que me dolía, ella también se dio cuenta y levantándose volvió a su mesa para seguir trabajando, yo intenté hacer lo mismo.
—Me voy a comer. —Cerró el portátil y la vi coger la chaqueta.
—Voy contigo.
—¡No! — Me dijo tan rápido que hasta me asusté.
—¿Cómo dices? —Me acerqué a ella acorralándola a la pared. Nadie me rechazaba y ya empezaba a estar cansado.
—No quiero mi cara en los periódicos de nuevo Eric.
—¿Qué quieres comer?
—Quería una hamburguesa con patatas de un nuevo restaurante que hay.
—Sube a la azotea y lo pido. Ahora voy.
Cuando Gabi salió del despacho llame a Wharf para que se acercara a por la comida. El teléfono de Gaby sonó encima de su mesa y me acerqué.
Jorge
Te dije que tenías que abrir Instagram, tu foto lo está petando. ¿Para cuándo otra merendola?
¿Gabriella con Instagram? No me sorprendía aquello, lo que me sorprendió era que no lo tuviese abierto de antes, eso quería decir que lo había abierto ayer, con él. Intenté relajarme y estuve tentado a contestar aquel mensaje, bloquear el número e ir a tener una conversación con ese tan Jorge pero salí a los cubículos muy enfadado.
—Buscad el Instagram de Gabriella. Lo quiero para ayer.
Y con ellos no hacía falta repetir las cosas, les pagaba demasiado bien como para que hicieran preguntas, me miraron un par de segundos y se pusieron a teclear como locos en los ordenadores. No fue nada complicado encontrar su Instagram y en cuestión de segundos me lo mostraron. Solo tenía una foto, bastante provocativa y sexi, una foto que no se había hecho ella y llevaba el mismo vestido que en aquella fiesta. Tenía varios seguidores; su madre, Hugo, Olivia y Jorge. Lo que más me enfadó fue la cantidad descomunal de likes que tenía aquella foto.
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Mi equilibrio.
Romance- Ni te levantes Gabriella. -¿Cuál es el problema? ¿Que haya estado con Jorge? ¿El instagram? ¿Que él me haya hecho la foto? Somos amigos Eric y tener amigos no es incompatible con tener una relación. -¿Tengo que recordarte cómo bailabas con tu "ami...