—Vuelve a repetirme por qué estamos camino al trabajo y no follando como locos en casa.
Le lancé un codazo mientras Lucas conducía y nosotros estábamos en los asientos traseros. Eric decidió que era buen idea subir su mano por mis muslos y agarré despacio su muñeca.
—Pensaba que te había dejado satisfecho anoche.
—Satisfecho si pero nunca será suficiente.
—Pues tendrás que conformarte por ahora.
—Ya veremos.
Cuando entramos en el vestíbulo todo el mundo nos miraba, la mano de Eric reposaba en mi espalda baja y yo agaché la cabeza intentando pasar el mal rato de ser el centro de atención como pude. Lucas había ido a por ropa de cambio a mi casa y me cambiaría más tarde, apresuré el paso hacia el ascensor y subimos a la oficina donde era un espacio seguro para mí. En aquel lugar podía estar tranquila porque sabía que no iban a sacarnos fotos, no iban a mirarnos raro y podíamos ser nosotros. Las personas de los cubículos se ocupaban de lo suyo y no se inmiscuían en nada más que en su trabajo aunque muchas veces era buscar información de mí. Saqué el teléfono y revisé los mensajes rápidamente mientras me sentaba en la mesa y mi ordenador se encendía.
Oli
Te he llamado pero no contestas, estoy con Hugo y no voy a casa esta noche. Supongo que tú tampoco así que diviértete con tu buenorro. Más te vale que me lo cuentes mañana.
Yo.
No fui a casa, se va a pasar Lucas a por ropa mía, dale algún conjunto mío anda, ya te lo explico luego.
—Devuélvemelo. —Eric me quitó el teléfono de las manos y lo subió encima de mi cabeza.
—¿Con quién hablas señorita Diaz?
—Devuélveme el móvil señor Walter.
—¿Señor Walter?—Todo esto le parecía divertido.
—Tienes una reunión en quince minutos, una nueva propuesta para...
—Te vienes conmigo.
—¿Qué?
—Está en tu contrato, muy profesional todo. —Me lanzó un beso divertido y se sentó en su escritorio.
Nunca había visto a Eric de tan buen humor y eso me agradaba. Preparé los papeles para la reunión, he de decir que estaba nerviosa, nunca había estado en una reunión así.
—¿Lista?—Eric ya estaba en la puerta.
Me levanté de la mesa y fuimos al ascensor, bajamos y las puertas se abrieron en una planta que nunca había estado. Era una sala de reuniones muy clásica. Estaba vacía y había muchas sillas.
—Señor Walter, ¿Por qué estoy yo aquí?
—Porque no quiero separarme de ti.
Eso me revolvió el estómago y las puertas del ascensor abriéndose me sacaron del ensimismamiento. Me senté en la silla de al lado de Eric y la gente llenó la sala. Estaba muy fuera de lugar entre conversaciones que no entendía para nada, a mi lado se sentó un chico joven con un montón de papeles que no paraba de mirar.
—Buenos días.—Me dijo discretamente. —¿Nueva en la empresa? Nunca te he visto por aquí.
—Buenos días. Si, algo así.
—Encantado soy Guillermo. —Me tendió la mano.
—Gabriella.
La reunión no tardó en empezar y yo seguía sin enterarme de nada en absoluto, hablaban de nuevos proyectos, personal, de abrir nuevas fronteras y de contratos que no había escuchado hablar en mi vida. Me limité a anotar cosas como si estuviera entendiendo algo de lo que habían dicho para no parecer que era una mojigata y después de varias horas dio por concluída la reunión.
—Espero verte pronto. Si necesitas que te explique algo de la reunión llama o escríbeme. —Me tendió una tarjeta. —Encantado de conocerte Gabriella.
—Igualmente, muy amable.
Todos se fueron de la sala y nos quedamos Eric y yo, estaba radiante, tenía una piel preciosa y el traje que llevaba le quedaba como un guante.
—¿Necesitas que te explique algo de la reunión?
—Hmm, creo que no. — No iba a pedirle que me explicara la reunión entera.
—Entonces tampoco necesitarás esto. —Dijo sosteniendo la tarjeta que me había dado Guillermo.
—Oh, venga ya.
—¿Es que tenías pensado llamarle?
—Pues no lo había pensado Eric. ¿Algún problema?— Vi como cogía la tarjeta y se la guardaba en su americana. — Que maduro por tu parte.
—Quiero follarte aquí mismo.
Le miré intentando repetirme mentalmente que una de las reglas que había puesto y debía mantener firmemente era ser profesional en el trabajo. Me repetía aquella norma una y otra vez mientras él se quitaba la corbata, se desabrochaba la camisa y venía hacia mí. A esas alturas yo ya estaba completamente húmeda y lista pero quería negarme a hacer aquello.
—Eric. Estamos en el trabajo.
—Ya me he dado cuenta.
Apartó el pelo de mi cuello y dejó varios besos que hicieron que casi me temblaran las piernas. Ni siquiera una regla que había puesto yo era capaz de cumplir, se puso detrás de mí y con rapidez tenía el pecho y la cara pegados a la mesa.
—No te muevas. —Me ordenó.
Vi que se alejaba y buscaba algo en su americana bajo mi atenta mirada, la tarjeta de Guillermo apareció a centímetros de mi cara mientras Eric se pegaba a mi cuerpo.
—Guillermo está deseando que lo llames Gabriella. —Se colocó detrás y retirando mi ropa, de una embestida entró dentro de mi. —Porque desde que te ha visto no ha parado de mirarte.
—Sigue. — Conseguí decir entre gemidos.
—Y porque eres tan inocente que crees que te da su tarjeta para explicarte algo. ¿De verdad crees que quiere explicarte algo de la reunión? Porque yo creo que está deseando estar ahora mismo como estoy yo, dentro de ti.
El ritmo de sus embestidas era atronador, la mesa se movía y a mi se me iba a quedar la marca de los papeles en la cara. De repente sentí un azote, picaba pero no dolía y eso me encendió más. Detrás de ese vinieron muchos más hasta que perdí la cuenta y me corrí. Eric tardó poco en correrse también y se apartó subiéndome el tanga.
—No quiero que se vuelva a repetir esto. —Dije. El culo me ardía.
—Ni yo esto. — Dijo rompiendo la tarjeta.
—Controla tus celos señor Walter.
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Mi equilibrio.
Roman d'amour- Ni te levantes Gabriella. -¿Cuál es el problema? ¿Que haya estado con Jorge? ¿El instagram? ¿Que él me haya hecho la foto? Somos amigos Eric y tener amigos no es incompatible con tener una relación. -¿Tengo que recordarte cómo bailabas con tu "ami...