De viaje.

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Estaba convencida de que Eric con delantal era erótica pura. Ahí estaba aquel hombre preparándome el desayuno después de haberme hecho gritar por horas.

—Te ves bien en mi cocina.

—Oh señor Walter, ¿es eso un cumplido?

—Si, y también me la estás poniendo dura vestida con mi ropa.

Me resultaba casi imposible que todavía le funcionase, yo estaba agotada.

—¿Hoy no se trabaja?

—He mandado traer tus cosas para que puedas hacerlo desde aquí. Sabía que querrías ir al trabajo y yo te quiero aquí, puedes ponerte donde quieras.

Mi teléfono sonó en la mesa, estaba intentando rezar todo lo que sabía para que no fuera nada que me metiera en problemas.

—Cógelo.—Dijo Eric bastante tranquilo.

En la pantalla salía el nombre de mi madre y respiré tranquilamente. Cogí la llamada y la puse en altavoz.

—Hola mamá. ¿Cómo estás?

—Hola cariño. ¿Te pillo en el trabajo?

—No tranquila, mi jefe me ha dado permiso para trabajar hoy desde casa.

—Vale, no te entretengo mucho. Solo llamaba para saber cómo estabas. ¿Y Oli todo bien? ¿Sigues con Eric o ya le has dado la patada? —Oh mamá por favor no sigas. — Pórtate bien con él, parece buen muchacho.

—Está todo bien y no, no le he dado la patada. — Me reí. — Iremos pronto a visitarte, te quiero.

—¿A si que la patada eh? — Me preguntó Eric varios metros atrás.

Me limité a reír y buscar mis cosas de trabajo para empezar, me cambié de ropa y fui a la biblioteca. En el calendario aparecía un viaje a Francia el fin de semana pero no tenía constancia de eso. Me levanté buscando a Eric por la casa y caminé hasta su despacho llamando a la puerta, abrí con cuidado mientras él estaba al teléfono bastante concentrado y me seguía con la mirada mientras caminé hasta él. Esperé a que terminase para hablar en una de las sillas y me reí al verle tan concentrado.

—Te quitaste mi ropa. —Afirmó cuando terminó la llamada.

—No voy a ir medio desnuda por toda la casa mientras tus empleados están por ahí trabajando.

—Ya me gustaría tenerte desnuda por toda la casa.

—Hay una cosa en el calendario que yo no he añadido.—Me llamó y con la mano me señaló su ordenador para que se lo enseñase. —Es este fin de semana, hay un viaje a Francia que yo no he programado.

—Lo he hecho yo.—Dijo tirando de mí para sentarme en sus piernas.

—¿Te vas a Francia este fin de semana?

—Nos vamos, tenemos una reunión en una nueva empresa, necesito ir y poner todo en orden.

—¿Y qué pinto yo ahí?

—No es algo negociable.

—¿Y qué lo es contigo?

—Gabriella...

—¿No me puedo quedar aquí?

—¿Aquí en mi casa?—Contestó alzando la ceja.

—Sabes a lo que me refiero.

—No. Nos vamos el viernes y volvemos el domingo por la mañana.

—¿Podré visitar la ciudad? Nunca he ido a Francia.

—Lose. —Cómo no, Señor Walter.

—Espero que no hayas investigado más de mi señor Walter. —Añadí desapareciendo por la puerta mientras él se reía.

Terminé de trabajar y me fui al comedor. Aún estaban los cacharros del desayuno sin lavar, busqué un estropajo y jabón y me puse manos a ello.

—¡Señorita Diaz!—Escuché detrás de mí. —No debería estar haciendo eso.

—¿Fregar? —La señora de la limpieza se veía preocupada y yo no entendía nada.

—Si, de eso me encargo yo. El señor Walter me paga para hacer estas cosas.

—Bueno esta casa es enorme, un poco de ayuda no viene mal, no se preocupe no me cuesta nada.

—Como el señor Walter se entere...

—¿De qué me tengo que enterar?

—Señor Walter yo...—La empleada no sabía dónde meterse y yo seguía sin entender qué era lo que estaba pasando.

—He venido al comedor y he visto los platos del desayuno, ella me ha dicho que no podía hacer eso y has llegado tú.

Vi a Eric asentir tranquilo a si que relajé mis hombros, la señora de la limpieza se marchó deprisa y me quedé con él a solas. Me subió a la encimera y se colocó entre mis piernas.

—¿No me vas a regañar por esto no?

—No, pero la próxima vez déjaselo a ella.

Asentí y me senté en el sofá con el móvil, Eric vino detrás.

—¿Sabes que tu foto está triunfando? Tienes muchos likes.

—¿Tú tienes Instagram?

—No. Pero quizás considere hacerme uno, así puedo subir fotos como tú.

—Tranquilo, la próxima foto te la dedico.

—Yo también te voy a dedicar una en primera plana en alguna revista.

—No seas malo...

—Tú me pones malo. —Atacó mi boca. — No creo que te deje salir de esta casa más.

—Eso es secuestro. —Pude decir entre besos. — Y ahora que lo dices debería irme a casa.

—No te vas a ningún lado. —No paraba de besarme el cuello y me estaba volviendo loca

Mi equilibrio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora