Dime que sí.

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No sabía dónde ir así que me dirigí a la cafetería que me había llevado el otro día Eric. Nada más entrar el olor a café inundaba tus fosas nasales. Este olor me recordaba a mi casa de pequeña, cuando mi padre hacía café por las mañanas para que cuando se levantara mi madre estuviera hecho. Echaba mucho de menos a mi padre, cuando el cáncer se lo llevó me derrumbé, me sentía perdida sin él. Me metí a la carrera para en un futuro poder ayudar con la cura del cáncer y ahí estaba, trabajando de secretaria para un hombre que me volvía loca. La de vueltas que da la vida...

—Buenos días señorita. —Me dijo aquel buen hombre. —No tiene buena cara, deje que le prepare mi especialidad.

Me senté en una de las mesas esperando que el hombre me preparara la bebida y saqué el móvil, tenía varios mensajes de mi madre preguntando cuándo iba a visitarla y preguntando también por Oli. Respondí rápidamente y guardé el teléfono en el bolsillo del abrigo.

—Aquí tienes, chocolate caliente con un poco de crema y marshmallows. Esto quita las penas en un santiamén.

—Muchas gracias, se lo agradezco. —Me tomé mi tiempo con ese chocolate caliente que estaba buenísimo antes de volver a subir.

Volví a la oficina y encontré a Eric hablando con los chicos que estaban en los cubículos. Me siguió con la mirada hasta que desaparecí en el despacho. Me senté en la mesa y comencé a imprimir todas las propuestas de nuevos mercados que iban llegando, los tenía que clasificar y después archivarlos para que los mirase cuando tuviera un hueco. No tardó en entrar al despacho.

—Gabriella...

—Aquí tienes estas carpetas que tienes que revisar cuando tengas un momento. Las he clasificado y archivado...

—Para un momento.—Me cortó en seco y se acercó a mí tendiendome la mano. Dudé en cogerla pero al final lo hice.— No sé como hacerlo contigo Gabriella, me lo estás poniendo demasiado complicado. Te ha molestado lo de la prensa, lo entiendo y tengo a la gente que está ahí fuera intentando borrar esas noticias. No puedo hacer nada con los periódicos pero lo estoy intentando.

—¿Qué hay de Lucas?—Que estuviera haciendo todo eso por mí me enterneció un poco.

—Lo de Lucas no es negociable.

Iba a abrir la boca para protestar pero volvió a besarme. Mi cuerpo se relajó, era un beso posesivo pero suave, lento. Tenía su cuerpo apretado al mío, encajaban perfectamente y me asustó un poco.

—Estamos en el trabajo Eric. —Conseguí parar ese beso.

—Te necesito Gaby. Joder, te necesito.—Hizo que fuera yo quien lo besara esta vez y soltó un gemido que hizo que mis partes íntimas se humedecieran. —Necesito estar dentro de ti.

En cuestión de segundos mientras yo intentaba seguir aquel beso mi espalda tocó la mesa, donde los papeles se esparcieron con nuestro peso. Me besaba, me inundaba y podía notar sus manos por todo mi cuerpo haciéndome perder la coherencia que me quedaba y tragarme mis propias palabras de "solo algo profesional". Metió una mano entre las piernas, se lo puse muy fácil llevando falda. Mi piel se erizaba con el tacto de sus manos, estaba tan excitada que pensé que me podría correr en aquel mismo instante.

—Estás muy húmeda...—Apartó mis braguitas y acarició el clítoris con un par de dedos haciéndome gemir.— ¿Lo ves Gabi? Tu cuerpo reacciona a mi, solo déjate llevar. Se mía.

Introdujo un dedo en mi interior y arqueé la espalda dándole más acceso. Empezó con un ritmo lento, eso era un tortura, me retorcía pidiendo más. Metió un segundo dedo que se deslizó fácilmente. Estaba a punto de correrme y lo miré.

Mi equilibrio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora